20

1.4K 92 13
                                    

Cuando salen del recital, Marlene es incapaz de borrar la sonrisa de su rostro. Nota que Sirius la mira y alza las cejas, en un gesto curioso.

- ¿Qué me ves? -pregunta con una risita.

El chico se limita a encogerse de hombros.

Caminan por la avenida y la rubia repasa todo el recital en su mente. No cabe en sí misma de felicidad.

- Sirius.. -dice deteniendose antes de llegar a la esquina de su casa.

- ¿Qué sucede? -pregunta el chico, y se voltea a mirarla.

- Gracias. -vuelve a decirle y esboza una sonrisa.

Él parece ocultar una sonrisa.

- De nada, McKinnon. Me alegra que te haya gustado.

Ella tira de su mano y lo acerca, para apoyar ambas manos en las mejillas ajenas y plantarle un beso decente, que llevaba tiempo con ganas de darle. Sirius la rodea por la cintura y la obliga a retroceder hasta que su espalda queda pegada a la pared, y corresponde al beso con igual intensidad. Nieva y el frío congela los huesos pero ellos se quedan así largos minutos, separandose lo suficiente para recobrar el aire. Finalmente él se aleja y la observa con una ceja alzada.

- McKinnon, a veces me sorprendes.

Ella chasquea la lengua pero sonríe.

- Vamos, que si se hace tarde tu padre me hará puré. -Le dice el chico y, rodeandola con un brazo, comienza a caminar.

La suelta cuando llegan a la casa, y aunque ella no quiera admitirlo, no quiere que se vaya.

- Otra vez, gracias. -Dice con sus ojos verdes clavados en los grises.

- Deja de agradecerme, lo he hecho con gusto. Todo. -Responde alzando las cejas sugerentemente.-

Ella suelta una risita.

- Eres un idiota.

- Lo soy. Anda, adentro, que hace frío y no te cuesta nada ponerte mala.

Marlene rueda los ojos pero se acerca, le deja un beso en la mejilla.

- Nos vemos en Año Nuevo, Black. -Dice, a modo de despedida.

- Hasta entonces, McKinnon.

La joven entra a la casa y antes de cerrar, echa un último vistazo al chico, que habia agarrado su escoba y al ver que lo miraba, le guiña el ojo.
Dentro, sus padres estaban escuchando uno de esos vinilos de la época de la quema de brujas, pero escuchan la puerta por lo que se giran a verla. Su padre mira el reloj, algo decepcionado, y Marlene capta eso.

- Kenneth ¿Estabas esperando que viniera tarde para echarle la bronca a Black? -pregunta la menor, mientras se quita el abrigo.

- No

- Si.

Sus padres responden al unísono, lo que a ella le causa gracia.

- ¿Cómo fue, hija? -pregunta Elizabeth.

- Estupendo. Ha sido de lo mejor que he visto, mamá.

- ¿Hablamos de los Beatles o de Black? -interviene el señor McKinnon, cruzado de brazos.

- ¡Papá por favor! Para celar tienes a tu mujer.

- No son celos, te protejo. En éstos tiempos nunca se sabe...

- ¡Oh, Ken! Deja de asustar a tu hija, hazme el favor. -Responde Elizabeth, con fastidio y luego mira a su hija.- Me alegro que lo hayas pasado bien, cariño.

Blackinnon StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora