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Han pasado dos días desde que Marlene y Sirius son oficialmente novios. Nada ha cambiado drásticamente como él ha creído que pasaría, claro que aún es muy pronto. Está casi seguro de que todo acabará en un caño por haber etiquetado la relación. Lo que realmente le desconcierta, es que Marlene parece más contenta que de costumbre, siendo que ella al igual que él, no cree mucho en todo aquello de las etiquetas.

- Antes que todo lo demás, Marlene es mujer. No lo olvides. Aunque sea una mínima parte de su ser sueña con la boda y los hijos, aunque ella finja que no. -le dice James, cuando están sentados a la sombra de un árbol en el jardín.- Por eso la ves contenta, y no debería preocuparte. Preocupate cuando ande a cara de perro todo el dia...sin ofender. -agrega lo último con una sonrisa.

Sirius chasquea la lengua. Tiene un lío mental que no le desearía ni siquiera a Snape...bueno, a Snape quizás sí.

- Es que...debería estar más contento. No sé. Digo, la chica que me gusta desde segundo año ahora es oficialmente mi novia. Nadie puede quitármela.

- No es una cosa. -le regaña una suave voz a sus espaldas.

Ambos chicos se voltean y ven a Remus seguido de Peter.

- ¡Lunático!

- Dichosos los ojos que te ven.

Remus rueda los ojos mientras se sienta junto a ellos, y Peter le imita.

- A ti también es bueno verte, Colagusano. No te pongas celoso. -dice Sirius, dándole una palmada al joven menudo en el hombro.

- Bueno...volviendo al tema. ¿No estás contento de haberle pedido a Marlene que sea tu novia? ¿Por qué lo hiciste entonces? -pregunta Remus.

- No es que no esté contento. No me arrepiento tampoco...creo. La cosa es que siento que por haber etiquetado la relación ya todo se irá a la mierda ¿Entiendes? La quiero, muchísimo. Sino no estaríamos hablando de esto. -explica, y lanza con furia una piedrita que ha encontrado, contra la cerca.- Estoy muy confundido, tengo una mezcla de sentimientos que no sé como explicar. Y eso me hace ponerme raro con ella.

- Yo lo que creo que es que necesitan...hm...descargar tensiones. Ya me entiendes. -dice James.

Peter ríe por lo bajo y Remus entorna los ojos. Sirius mira a su amigo con expresión ida.

- Creo que lo que James dice es que tienen una tensión sexual que ya no se soporta y que ambos deberían relajarse un poco. -dice Remus.

- ¿Ambos? ¿Qué sabes de Marlene? -pregunta Sirius alzando una ceja.

- Nada.

- Mientes fatal. -murmura James.

Remus suspira y piensa un momento antes de hablar.

- No sé nada por boca de ella. Y no debería decir esto pero te veo lo suficientemente mal como para hacerlo.
Hoy me encontré con Lily para hablar de una poción que ha leído que están desarrollando, en fin. La he visto y en la conversación me preguntó si a ti te pasaba algo con Marlene porque parece que le dijo a Lily que estás raro y que no te ha visto desde que se pusieron de novios.

Sirius se queda callado un momento.

- No quise aparecerme en su casa sabiendo que sus padres no están. -comenta con voz queda.

A James se le salen los ojos de las órbitas.

- ¿¡Quién demonios eres y qué has hecho con Sirius!? ¡Puedes estar solo con ella! ¡Imbécil!

Remus le pega a James en la nuca.

- Podrías ir a cenar con ella. Sin alguna otra intención que hablarle de lo que te pasa. -sugiere Peter, tímidamente, arrancando hierba del suelo.

- Creerá que quiero dejarla o que me arrepiento, si le digo todo esto.

- No pierdes nada con intentar..-comenta Remus.

***

Sirius está en la puerta de la casa de Marlene, más nervioso que de costumbre. Golpea la puerta dos veces y respira aparatosamente hasta que la puerta se abre, dejando ver a Marlene, descalza, con un moño despeinado en el pelo. La rubia parpadea varias veces, como desconcertada.

- ¡Hola! Qué sorpresa.

- Hola. -ni lerdo ni perezoso, le planta un beso.- ¿Puedo pasar?

- Si. Claro. -la chica se aparta para dejarle pasar y cierra la puerta.- Llevaba días sin verte.

- Sí, lo siento. Es que no quería que creyeras nada raro, ya sabes...si me aparezco aquí en cuanto tus padres se van...-el chico se rasca la nuca, nervioso.

Marlene rueda los ojos.

- Eres un tonto. -mira su reloj.- ¿Has cenado ya?

- No. Queria cenar contigo. ¿Vamos? -responde él.

- Mejor aquí. Estoy haciendo pizza.

Sirius alza ambas cejas.

- ¿Sabes cocinar? -pregunta, sorprendido.

- Pues sí. Ven.

Le toma la mano y lo conduce hacia la cocina, una parte de la casa que no ha visto hasta ahora. Incluso antes de llegar, el olor a pizza que inunda el comedor le hace rugir el estómago.

- Oye, huele muy bien.

La rubia sonríe y lo suelta para caminar hasta el horno, que abre, revisa y vuelve a cerrar.

- Aún falta un poco. -dice y camina hasta la mesada.

De un salto se sienta sobre la misma y extiende un brazo hacia Sirius, indicándole que se acerque. Él lo hace y ella le abraza con fuerza.

- Lamento no haber venido a verte estos días. -murmura el chico.

- No hay problema. Me ves todos los días en Hogwarts, debes descansar de mi un poco. -responde ella.

Sirius niega con la cabeza.

- No quiero descansar de ti. Sólo estuve algo raro estos días y no quise que te preocuparas o pegarte el malestar. - levanta la cabeza de la rubia desde el mentón y le planta un beso.

Sin embargo aunque él sólo quería darle un beso y bajarla de aquella mesada, ella sigue el beso y las piernas que antes colgaban a centímetros del suelo, ahora rodean la cintura del chico. Sirius duda un momento.

- Marlene...-murmura con cierta advertencia cuando la chica le besa el cuello.

- Cállate. -es toda la respuesta que recibe.

Sirius ladea una sonrisa y aferrando ambas piernas de la chica, la levanta de la mesada, a lo que el agarre de la joven se hace más fuerte.

- Ah, no. Bájate. Anda. -dice, fingiendo seriedad y soltandole las piernas.

La rubia, con gesto de desconcierto, lo suelta y cae con ambos pies en el suelo.

- ¿Que..?

- Apaga el horno o quemarás la pizza y creeme que luego tendrás hambre. -indica con una sonrisa.

Marlene niega con la cabeza pero Sirius cree ver cierto alivio, mientras le mira acercarse al horno y apagarlo. Cuando ella se voltea, extiende los brazos dándole a entender que puede volver a donde estaba antes. Ella, con un salto, vuelve a colgarse de su cuello y a rodearle la cintura con las piernas. El joven camina casi sin ver, y sube las escaleras bastante rápido para llevar a alguien encima. No se da cuenta hasta que abre la puerta de la habitación de Marlene, y el viento que entra por la ventana le pone la piel de gallina: la chica le ha quitado la camisa y él ni se ha enterado.

- Oye, eres rápida.

La rubia aletea las pestañas como toda respuesta, quizás porque el corazón y la respiración agitada le impiden hablar. El chico deja a la rubia en la cama y con toda la calma del mundo, cierra la puerta y luego la ventana.

- Sirius...-le llama Marlene, con gesto suplicante.

- ¿Segura? -pregunta él, entornando los ojos.

La rubia asiente y eso es todo lo que necesita saber.

Blackinnon StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora