9- Amnésia

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"Lo de anoche fué un sueño"- intentaba convencerme mientras abría los ojos y me lo encontraba a él mirándome con sus ojos verdes.

-¿Que pasó anoche? -preguntó.

No se acordaba. De cómo me había besado despacio y luego con pasión, con su lengua recorriendo cada rincón de mi boca. Entonces había dirigido su mano en mis pantalones, abrió la bragueta y me sacó la polla. Empezó a masturbarme con cuidado. Mis manos recorrieron con miedo por debajo de su camiseta los abdominales que llevaban tanto tiempo apareciendo en mis sueños. Le acaricié un pezón y el sonrió mordiéndome el labio. Su cabeza bajó hasta dónde tenía su mano y empezó a chupármela. Estaba tan excitado que me corrí en su cara sin poder contenerlo. De hecho esa era lo más cercano al sexo que había tenido más allá de mis pajas. 

-Lo siento -le dije.

-No pasa nada -dijo mientras me volvía a besar sin tan solo quitarse el semen de la cara y de la boca. 

Era raro notar eso entre nuestras lenguas. Se quitó la camiseta y a continuación empezó a bajarse el pantalón, cosa que hizo que me volviera a excitar otra vez. Me costaba entender lo que estaba pasando. Quería hacer cómo él, quería ver su gruesa polla que ya había visto en otras ocasiones. Pero esta vez quería verla dura, quería notarla entre mis manos, la de verdad, no la de mis sueños. Aún no me podía creer que eso estuviera sucediendo de verdad.

Mientras le masturbé y se la chupé no dijo nada. Luego hizo ponerme de rodillas como estaba él, me quitó la poca ropa que me quedaba puesta y juntó nuestras pollas empezando a masturbarlas a la vez. No cabía en mi del gozo. Era tan genial, estar con él, piel con piel. Me tumbé y el encima mío. y seguimos rozando nuestros cuerpos hasta que nos corrimos encima mío. 

-Brutal -dijo al rato, mientras iba entrecerrando los ojos.

Me sentía tan cansado y fuera de mi juicio que me dormí sin darme cuenta

Había sido todo tan surrealista, Mateo había estado tan lejos de mis posibilidades, que lo único que me quedaba era fantasear. Fantasías que sin saber como se habían hecho realidad y temía que no se volvieran a repetir.

Las evidencias eran claras, estábamos desnudos uno delante del otro, en la misma cama. Bajamos a desayunar juntos, pero bajo la atenta mirada de su hermana ninguno de los dios abrió la boca. Me fuí a casa confuso dudando de si de verdad no se acordaba de nada de todo eso y al principio, pensé que si no se acordaba era mejor así.

Secretos De Un Heterosexual [En revisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora