31- Apariencias

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Después de las vacaciones volví a considerarme el marginado de la clase. Pero pensándolo fríamente nunca había dejado de serlo. Simplemente, hubo un tiempo que estuve acompañado. Y puedo decir que tuve la suerte de que ésa compañía fue la única que necesité pese a todo lo que había pasado junto a ella. Antes de conocerle, una parte de mi esperaba que alguno de mis compañeros de clase se acercara a hablarme, pero esta vez me daba totalmente igual. Más bien prefería que nada ni nadie viniera a interrumpir mis pensamientos enfocados en Mateo.

Pero esto solo era en clase. Cada viernes que salía del instituto corría junto a Nerea para ir a su casa. Su madre nos llevaba a mi y a su hermana en coche.

-¿Hoy también vas a quedarte a dormir? -me preguntó la madre de Mateo.

-No lo sé... 

-Claro que sí, quédate todo el fin de semana, cariño -me dijo Nerea, agarrándome la mano mientras se aseguraba de que su madre se daba cuenta. 

-Pero ya sabéis lo de siempre, -dijo su madre- vais a dormir en habitaciones separadas. Nerea, tu vas a dormir en tu habitación con la novia de Mateo y tu novio va a dormir en la habitación de tu hermano. Tanto tu padre como yo no queremos que durmáis con vuestras parejas, no al menos mientras viváis en esta casa, no vaya a ser que pasen cosas raras,...

En las últimas semanas me había acostumbrado ya a hacerme pasar por el novio de Nerea delante de los padres de Mateo. Mientras tanto, Mateo hacía lo mismo con la novia de su hermana. Pero eso solo eran apariencias, cuando sus padres no estaban delante, podíamos ser lo que éramos en realidad, todo lo demás era puro teatro. Lo que menos querían sus padres que pasara, pasaba delante de sus narices y ni siquiera se daban cuenta. En el momento en que su padres desaparecían, o nos encerraban por la noche en nuestras habitaciones para que no nos cambiáramos de habitación (como si quisiéramos hacerlo), sucedía la magia.

-¿Como estás? -exclamó Mateo nada más verme bajar del coche de su madre.

-Muy bien, ¿y tu? -me moría de ganas por besarle y arrancarle la camiseta ancha que usaba para dormir .

 -No podría encontrarme mejor. 

-¿Al final vas a dejar el curos definitivamente? -le pregunté-. Solo quedan dos meses.

-No estoy seguro aún. Ya sé que es el último trimestre, pero he faltado a muchas clases y,...

-No importa, deja el tema,... ¿Ya saben los médicos que es lo que te pasa?

-Que va,... Ya han confirmado al 100% que no era ninguna enfermedad de transmisión sexual. Me han dicho un nombre muy raro el cual no recuerdo. Solo lo tiene una persona de cada 900.000. Pero puedes estar tranquilo, ya te he dicho que no podría encontrarme mejor. En ningún momento me han dicho que fuera nada grave.

Eso fue lo que dijo. Pero más tarde volvió a estar mareado y volvió a vomitar. Ni él se estaba dando cuenta de lo que había adelgazado en tan solo un mes.

Secretos De Un Heterosexual [En revisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora