48- Epílogo

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Llevaba tres años sin saber nada de él. Durante este tiempo sólo de vez en cuando me acordaba. No sólo de él, de como besaba, de su mirada, de su pelo castaño y de cada parte de su cuerpo. También de todo lo que habíamos tenido que pasar solo por nuestra sexualidad. Y entre todas esas cosas también me acordaba de como me había hecho daño. Aun que con el tiempo le llegué a entender y le acabé perdonando, al menos dentro de mi. Al fin y al cabo éramos dos personas muy distintas y guardarle rencor no servía de nada. Pero lo que más me preguntaba era que había sido de él.

Yo me había mudado a la ciudad y estudiaba en la universidad. Ahora vivía en una residencia donde me había dado cuenta de que Mateo no había sido un capricho, porque aun que sí sentía atracción por alguno de los chicos que vivían por allí, nada se equiparaba a la atracción que había sentido hacía él. Además, los chicos de la residencia sólo pensaban en alcohol, fútbol, y chicas. Mientras yo me conformaba con el morbo de ver a mi compañero de habitación ligero de ropa.

Pero entre todo esto había conseguido hacerme con un puñado de amigos. En el grupo éramos cinco aún que sólo dos me caían realmente bien y quizá no debería considerarlos mis amigos, sino mis compañeros de clase. Pero esto no viene al caso. Lo importante es que mi vida había cambiado y era alguien distinto, Darío tenía razón: no necesitaba pareja para ser feliz, la persona más importante de mi vida debía ser yo mismo. Había conseguido estar más o menos bien conmigo y esto era más que suficiente. O eso pensaba yo.

Ese día acababa de salir de la residencia cuando después de tanto tiempo, le vi. Me costó reconocerlo no por lo que había cambiado, si no porque no me creía que estuviera viéndole otra vez. 

-¿Que haces aquí? -le pregunté impresionado mientras se acercaba des del otro lado de la calle.

"La verdad es que te he echado de menos", pensé.

 Se acercó a mi y me dio la mano, momento en el que me di cuenta de que era el de siempre. No había cambiado. Tenía la mirada de siempre, y esa sonrisa tan difícil de descifrar.  

-Vivo por aquí ahora -dijo.

-Yo también,... ¿Y que haces? -pregunté cortante.

-Trabajo. ¿Y tu?

-Estudio. 

Entonces se hizo un silencio largo.

Con la cantidad de las cosas que quería saber de él y no sabía que preguntarle. Tampoco me apetecía parecer cotilla. Solo me interesaba que había sido de la vida del chico que me había cambiado la vida. 

-Me ha gustado volver a verte -dijo-. Se te ve más alto.

-A mi también me ha gustado. Te veo diferente.

"Estás más guapo que nunca", es lo que estaba pensando en realidad. 

-Llego tarde a clase -dije al final para acabar con esa conversación tan incómoda y estúpida. 

Quizá no lo volvía a ver más. Al menos esta vez me había despedido. Algo en mi interior me decía que eso era una de las cosas que solo pasan una vez en la vida. Irme así sin más era de lo más idiota que podía hacer, pero no había vuelta atrás. Había empezado a andar para alejarme de él mientras todo lo vivido, todos los recuerdos y mis sentimientos reencontrados se desplomaban a mis pies.

-Oye,...-dijo.

Me paré en seco y me di la vuelta. Se me quedó mirando como si no se atreviera a decir lo que pensaba, pero al final lo hizo:

-Si me has perdonado,... ¿te gustaría quedar a tomar algo y así nos ponemos al día?

-Por supuesto -respondí sin pensarlo.

Yo había cambiado tanto que me daba miedo sólo de pensar como habría cambiado él. Y no sólo físicamente. Des de luego parecía el de siempre solo que un poco más mayor. Por primera vez en esos años me pregunté si ya había dejado de ser un hetero para el resto del mundo, si yo había dejado de ser un secreto para él.

-Quiero hacerlo bien esta vez -dijo de golpe.

Alcé la cabeza hacía él y lo vi mirándome fijamente. No recordaba haber visto nunca esos ojos mirándome de esa forma.

Hay cosas que solo pasan una vez en la vida. Hay otras, que se vuelven a repetir porque alguien necesita desesperadamente otra oportunidad. No todos son lo suficiente valientes para cogerla. Mentiría si dijera que no estaba asustado. De hecho estaba más asustado que satisfecho. Pero no sabremos lo que vendrá a continuación si no se intenta, por eso le seguí ese día.

Valdrá la pena intentarlo mientras se acaben los secretos.

Secretos De Un Heterosexual [En revisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora