Aún no eran las cuatro de la tarde cuando sonó el timbre de casa. Cerré el libro que estaba leyendo y me levanté con pereza del sillón.
"¿Quién coño viene a molestar a esta hora de la tarde?" -pensé cabreado.
Pero cuando abrí la puerta y vi el rostro de Mateo no me molestó en absoluto.
-¿Qué haces aquí? -le pregunté sorprendido.
-El examen es mañana, ¿no? -dijo mientras entraba sin que yo le hubiera dicho que podía pasar la puerta.
-Pero... ¿no habías quedado con tu novia?
-Sí, pero le ha surgido un imprevisto y el examen de mañana es importante.
Nos sentamos en la mesa de mi cuarto como la otra vez, era ese escritorio estrecho, dónde nos tuvimos que sentar casi pegados el uno del otro. A decir verdad no me apetecía estudiar, teniéndolo al lado me apetecía hacer cualquier cosa menos eso. Le puse una mano en la rodilla mientras le hablaba sobre lo que entraba en el examen, él me miraba atentamente con sus ojos verdes, sin mover los labios,... esos labios húmedos y suaves que me habían besado hacía unos días. Posó su mano encima de la mía, mientras se relamía la boca y dirigió ésa misma mano que tenia encima de mi rodilla hasta su entre pierna, dónde sin pensarlo apreté. La notaba blanda, pero se iba haciendo más dura a medida que iba apretándole.
-No hay nadie en casa, verdad? -preguntó con un susurró.
-Hasta la noche estaremos completamente solos -contesté rápidamente.
-Espero que no cojas esto como una costumbre -dijo mientras se acercaba a mi boca y empezaba a besarme.
No tuve tiempo ni de pensar cómo eso estaba sucediendo otra vez. Nos pusimos de pie sin parar de besarnos, me empujó encima de mi cama y se quitó la camiseta. Estaba sucediendo una vez más. Hasta que abrí los ojos y me encontré solo. Completamente solo. Tan solo como lo había estado des del principio del curso. Ni la imaginación podía sacarme de esa maldita soledad. Sólo él podía ayudarme. Seguir allí tumbado no iba a conseguir nada. Me levanté de la cama, me vestí y salí a andar sin darle más vueltas. ¿De que servía seguir pensando en él si no era para torturarme? Tenía que olvidarme de esos pensamientos, Mateo era mi amigo, mentira, sólo era un compañero de clase que casualmente se sentaba a mi lado. No éramos nada más. Y sin darme cuenta me encontraba otra vez delante de su casa picando al timbre.
"¿Qué coño pretendo haciendo esto?" -me pregunté.
Su hermana Nerea que había conocido el primer día que vine a esta casa, abrió la puerta.
-¿Qué haces aquí? Mi hermano no está en casa.
"Tengo que dejar de ver a Mateo de esta forma, no es más que un compañero más de clase. Nada más" -me seguía diciendo a mismo.
-Ya lo sé -le dije-. No he venido a verlo a él, sino a ti.
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Secretos De Un Heterosexual [En revisión]
RomanceNunca me había imaginado con un chico. Hasta que apareció él. [Basado en hechos reales]