29- Nerea

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Mateo se había acabado haciendo un lugar en mi vida hasta el punto de que trataba de diseñar mi existencia en torno a él. Des de que lo había conocido buscaba desesperadamente la felicidad para poder obtener una vida estable. Mateo era la primera persona con la que me veía capaz de formar un hogar o incluso una familia. Una familia donde la palabra homofobia no existiera. Porque con él lo veía todo posible, incluso el construir un mundo nuevo dónde todos pudieran ser lo que quisieran sin tener que preocuparse de lo que pensaran los demás.

Cuando Nerea entró en casa después de hablar con Jaden, solo pensaba en como se iban a desmoronar todas esas fantasías que tenía en mi cabeza.

"¿Se lo habrá contado de verdad?" -pensé.

Nerea abrió la puerta con toda la normalidad del mundo. Iba con su larga melena suelta, como de costumbre.

-¿Dónde está mi hermano? -Preguntó nada más verme.

-A... ahora viene -dije nervioso.

-Bueno, no me importa. Porque es contigo con quien quiero hablar. No va a tardar mucho. ¿Verdad?

Se acercó a mi.

-No lo sé...

Y de golpe estaba mucho más cerca, demasiado cerca. Sus labios eran bonitos, pero no me parecía un momento para besarlos, aun que esa fuera su intención. La esquivé.

-¿Que te pasa? -dijo-. Ése día que viniste a mi casa, me hiciste pensar que esto es lo que querías.

-Pero, es que...

-Déjame hablar a mi. Esto demuestra que lo que me han dicho era verdad.

Mierda. Mierda. Mierda. El hijo de puta de Jaden se lo había dicho de verdad. Ahora que lo sabía la hermana de Mateo no tardarían en saberlo sus padres. Era el fin. Todo iba a acabar en ese momento. Ya no habría más miradas, ni besos ni caricias. Mi sueño había llegado a su fin definitivamente.

O eso pensaba hasta que Nerea me abrazó.

-Menos mal que eras tú -me susurró.

-¿Qué?

-Prefiero mil veces que seas tu y no el subnormal de Jaden quien esté cuidando de mi hermano. No se lo digáis a nadie, por favor, mis padres si se enteran de esto os matan.

-¿Y como sé que no serás tu quien se lo diga? -le pregunté.

Nerea soltó una carcajada.

-¿No lo entiendes, verdad? Perdona, creo que se me ha olvidado decirtelo.

Me miró a los ojos fijamente sus pupilas se clavaron en las mías como alfileres. Hasta que al final dijo lo siguiente:

-No creo que haya ningun problema en guardarnos el mismo secreto mutuamente. A vosotros os gustan los chicos y a mi me gustan las chicas.

Secretos De Un Heterosexual [En revisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora