16- Éxtasis: día 3

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Era como si todo lo que nos habíamos estado guardando hasta aquel entonces hubiera implosionado de golpe y hubiéramos encendido una llama imposible de apagar. Nos pasamos las primeras horas de la cama a la cocina al sofá y hasta en la ducha alguna que otra vez. Y cuando no dormíamos o no nos estábamos chupando y tocando mutuamente, hablábamos. Hablábamos mucho más de lo que nunca pude imaginar que hablaría con nadie. Era como que de cada vez entendía porqué Mateo había actuado de esa manera y porqué.

-Des de siempre me han gustado los chicos, -me dijo- pero no acababa de entender de qué manera. Me fijaba en ellos, pero nunca me llegué a imaginar con uno de la manera como estoy contigo. Quizá por el tema de mi familia, que siempre ha sido muy tradicional y eso me echaba para atrás. Pero a ti te notaba más cerca que a cualquiera de mis amigos, ¿sabes? Llevaba un tiempo con mi novia que todo me parecía muy monótono y aburrido. Entonces te escuché susurrar mi nombre mientras me duchaba.

-Que yo que?

Mateo se rió. Yo me había sonrojado.

-¿No te diste cuenta? Te invité a mi casa esa noche por eso. Nunca lo olvidaré, ni lo que vivimos es noche. Ni mi novia hace tus mamadas.

-Cállate -dije avergonzado.

-Será verdad que los chicos se entien mejor entre ellos... -su mirada sensual hizo que sintiera en mi estómago como revoloteaban un millar de mariposas-. La cuestión es que a la mañana siguiente entré en pánico por si me pillaban mis padres. Por eso hice como si se me hubiera olvidado. 

-¿Crees que tus padres no te aceptarían si supieran que...?

- Ya te lo he dicho. No solo son mis padres. Yo mismo pensé que sería mejor para mi si seguía fingiendo que eras mi amigo. Lo siento... ya sé que fui egoísta. Pero aun así yo no me olvidaba de esa noche, por lo que vine a la playa a verte cuando mi hermana me dijo que habías venido a buscarme. Al fin y al cabo, creo que yo también te necesito y... te pedí que vinieras aqui conmigo.

-Si  ese  es el problema,... muchas gracias por ser tan egoísta -dije.

Me tumbé y se puso de rodillas sobre mi.

-¿Aun tienes fuerzas para aguantar otro round?

 Mi corazón se aceleraba solo de ver su cuerpo tan cerca del mío.  Seguíamos los dos desnudos des del día anterior. Estaba exhausto, pero aun así no podía resistirme a hacerlo una vez más. Tocarle el miembro, que el tocara el mío, besarnos, acariciarnos cada rincón de nuestros cuerpos, con suavidad, luego con fuerza, sudados, abrazados, con mi cabeza entre sus piernas, y la suya entra las mías, corrernos, extasiados, nuestros corazones palpitando al mismo ritmo.

Sólo esperaba ser tan importante para él, como él lo era para mi.

Secretos De Un Heterosexual [En revisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora