14- Éxtasis: día 1

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No nos fuimos el día acordado. Ni tampoco el siguiente. Tampoco fue ningún día de esa misma semana. Cuando me subí en su moto ya había pasado casi un mes des de ésa conversación en la playa. Ya habían acabado los exámenes y estábamos en vacaciones. Los últimos días de clase nos los habíamos pasado preparando ese día. No nos llevábamos gran cosa, yo sólo el pijama y un par de camisetas y pantalones que me cabían en la misma mochila del instituto. No habíamos hablado más de las otras cosas que quedaron en el aire esa misma noche. Y aun que me preguntaba varias veces al día a que se había referido Mateo con esas palabras, nunca me atreví a preguntárselo. 

Si  me había contado algo era  que sus padres llevaban una cadena de apartamentos por todo el país. Algunas veces, le habían dejado irse con algunos amigos a pasar el fin de semana en alguno de esos apartamentos y que estuviera vacío en aquellas fechas. Y en esta ocasión no iba a ser muy diferente, sólo que en lugar de varios amigos solo se iba a traer a uno, o sea yo. Y aun así la palabra "amigo" se me seguía haciendo rara para referirme a él. 

El viaje se alargó unas seis horas,  paramos a comer en alguna estación de autoservicio y durante todo el rato ninguno de los dos pronunció muchas palabras, sólo hubo alguna mirada de vez en cuando. 

Llegamos al apartamento sobre las ocho de la tarde. Éste tenía lo justo, un pequeño salón comunicado con la cocina, un baño y una habitación. A penas dejamos las mochilas en el comedor Mateo se quitó la camiseta.

-Que calor hace -dijo- ¿te apetece pedir pizzas para cenar? Así no tenemos que salir a comprar nada.

-Vale -le contesté intentando no desviar mi mirada hacía su torso desnudo.

Me moría de ganas por besarle de nuevo. Aún no estaba seguro del próposito de ésa escapada. Pero aun así me acerqué a él y le di un beso espontáneo y corto.

-¿Que haces? -preguntó, separandose

-No... no lo sé... pensé que estaría bien...

-Ha estado bien.

-¿Por qué?

-Prueba de nuevo -dijo voz suave-. Mientras estemos aquí, no hará falta que sigamos fingiendo que somos lo que no somos.

Y de golpe estaba rodeado por sus brazos y extasiado por ése beso que me había imaginado, el beso que no deseaba que acabara nunca. Me había quedado sin voz, aun que tampoco tenía ganas de hablar. Sí que era verdad que había un montón de cosas que quería preguntarle. Pero en ése momento sólo de cerrar los ojos lo suficiente para asegurarme de que no estaba soñando y de sentir una vez más ése cálido ardor que siempre desprendía ahora estaba conmigo, sentía que lentamente se iba apoderando de mi. Si eso era real ya no había duda que era feliz. 

Nunca me había imaginado estar de esa forma con un chico. Me preguntaba si él pensaba lo mismo. 

Secretos De Un Heterosexual [En revisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora