23- Impulsos

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Aun estaba durmiendo cuando el timbre empezó a sonar con insistencia. Mateo había vuelto. Me desperté de golpe y me levanté de la cama sin mirar ni siquiera la hora. Abrí la puerta dispuesto a darle un abrazo y un beso cómo el que nunca le había dado, pero para mi sorpresa, no era Mateo quien estaba allí, sino Jaden.

-¿Te he despertado?

-No, que va -dije con ironía. -Adelante, pasa si quieres.

-Pensaba que íbamos a dar una vuelta, pero si esto es lo que prefieres...

Jaden entró y echó un vistazo rápido al apartamento. La verdad es que daba bastante asco, tenía platos sin fregar, restos de comida en la mesa, ropa por el suelo... Pero él solo se limitó a decir lo siguiente:

-¡Como mola! ¿Estas solo?

-Sí... pero iba a ducharme, -dije para darme un tiempo a pensar que debía hacer-. Espera aquí mientras me ducho y salimos, ¿vale?

-Como quieras.

Pero no tuve demasiado tiempo para pensar. Al poco rato de estar en la ducha escuché la puerta como se cerraba y cuando me di la vuelta lo vi enfrente de mi, con su torso desnudo y su polla colgándole entre sus piernas. No me salió ninguna palabra, y sé que esto sonará pervertido, pero solo tenía unas ganas tremendas de relamerle el cuerpo entero. Le besé sin poder evitarlo mientras mi mano recorría su pecho, pasaba por sus costillas y por sus abdominales hasta llegar a la cintura y después a su pene. En ése instante no pensaba ni en Mateo ni en mi, solamente en lo que estaba pasando. Al fin y al cabo Mateo tenía razón, las personas sólo funcionamos por impulsos sexuales, el amor no existe.

Pero entonces, llego una voz des de la entrada.

-Ya estoy aquí. Te has dejado la puerta de la calle abierta, lo sabes?

-¿Es Mateo? -me preguntó Jaden debajo del chorro de agua de la ducha.

Un calor frío me recorrió toda la espalda. Salí sin pensarlo ni un segundo, me sequé rápidamente y me puse la toalla en la cintura para disimular la erección.

-No te muevas de aquí, por favor -le dije en voz baja.

Salí cerrando la puerta del baño. Cuando Mateo me vio llegar vino corriendo y me dio el abrazo más fuerte que me había dado nunca. Entonces fue cuando me di cuenta que lo que había hecho no estaba bien.

-¿Sabes que?

-¿Qué? -le respondí siguiéndole la corriente.

-Lo lo he dejado con mi novia -me dijo con una enorme sonrisa en la cara.

-¿En serio?

-Sí. El accidente no fue nada y está bien...Pero eso ahora no importa.

Me besó en los labios.

-Además, mis padres me dejan el apartamento hasta que acaben las vacaciones. ¿Que te parece?

Dejé abrazarme por el una vez más. ¿Que se supone que tenía que hacer? ¿Decírselo y olvidarme de ello? A lo mejor no volvería a verlo nunca más.

-Por cierto, de quién es la ropa que hay por el suelo? -dijo Mateo con curiosidad-. Esa camiseta no es tuya ni mía...

Secretos De Un Heterosexual [En revisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora