43- Adiós

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Volvíamos a estar bien. Todo volvía a estar bien. O casi todo. La llamada de ése día la temía tanto que esperaba que nunca ocurriera. Pero ocurrió. Justo cuando menos lo esperaba. Justo cuando tenía la esperanza de que todo iba a salir bien. Al fin y al cabo los continuos mareos y vómitos que le provocaba la enfermedad estaban cesando. O quizá no. Quizá había empeorado y no me había dicho nada para que no me preocupara.

-Me voy -dijo la voz de Mateo al otro lado del teléfono.

-¿A dónde?

-Me van a internar en un hospital especializado, está bastante lejos... Pero allí me harán pruebas para ver que tengo. Me voy dentro de dos horas.

-¿¡Qué!? -exclamé-. ¿Tan rápido?

-Sí. Mi madre dice que cuánto menos esperemos, mejor. 

-Pero...-estaba sin palabras, no sabía que decir.

-Te estoy esperando en la calle de tu casa -me interrumpió-. ¿No me vas a dejar subir para que nos despidamos?

Justo entró en mi habitación todo empezó otra vez. Me empezó a besar como nunca antes había hecho, sin pausas, casi sin respirar, presionándome contra él. Su lengua recorrió cada rincón de mi boca des del inicio. Me cogió por la muñeca y la acompañó a su entrepierna. Le apreté con fuerza y ahí noté como se iba haciendo más grande, dura como ya lo estaba la mía. 

Yo no me estaba haciendo a la idea.

¿En serio se iba tan lejos de mi? ¿Significaba eso que no lo volvería a ver? Ojalá allí encontraran la cura. Ojalá valiera la pena que se fuera por el simple hecho de poder volver a verlo tan saludable como siempre, con su cuerpo perfecto, sus abdominales marcados en lugar de sus huesos. Lo que fuera mientras recuperara su sonrisa, su verdadera sonrisa y no esa que se veía de lejos que era un intento de esconder su miedo a no recuperarse. 

Le toqué como yo sabía que le gustaba. Me tocó como él sabía que a mi me gustaba. Con movimientos frenéticos sin perder el ritmo, mano arriba y luego abajo, abajo y luego arriba.  Nos corrimos juntos, en un 69 perfecto. Sus genitales eran bonitos aun que no tanto como su cara. Me di la vuelta para besarle otra vez. Y volvimos a empezar. 

Después se fue dejándome solo en mi cama y con las sábanas mojadas

"¿Esto es para lo que siempre me ha querido? ¿Por el sexo?", pensé.

Pero tanto en sus ojos como en su boca no vislumbré ningún asomo de felicidad. No. Eso eran tonterías de mi cabeza más irreales que reales. Mateo no estaba feliz por deshacerse de mí. Aun que nunca supe si eso había sido un intento de adiós o un hasta pronto.

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Como siempre daros las gracias a todos los que seguís aqui y a los nuevos que llegan! Me complace anunciaros que quedan sólo 4-5 capítulos aproximadamente antes del epilogo final. No estoy seguro de querer alargar esto mucho más, quiero saber vosotros que pensáis.

Y espero con ansias leer los comentarios de éste capítulo.

Se os quiere ❤❤❤❤❤❤

Secretos De Un Heterosexual [En revisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora