6- Enfermo

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-Toma -dijo Mateo dándome el casco.

Me lo puse y me senté en la moto detrás de él. Nunca antes había ido en moto, he de reconocer que al principio me daba miedo, pero el tener su espalda delante de mis ojos me reconfortaba.

-Agárrate donde puedas -me dijo mientras arrancaba.

Le rodé con los brazos por la cintura y apoyé mi cabeza en su espalda. Era tan cálido que me hubiera quedado en aquella posición durante horas. No me podía creer que estuviera yendo a su casa, aún que fuera solo para acabar el trabajo. Para mi estar a solas con él sin nadie más era una idea que me agradaba y que me ponía nervioso a la vez. ¿Y si no podía controlar los impulsos y actuaba como no debía? Intenté no pensar en eso. Me hice a la idea de que haríamos el trabajo y luego me iría a mi casa, sin que nada más sucediera.

El trayecto se hizo muy corto, al quitarme el casco puede contemplar lo grande que era la casa des de afuera. Era más grande de lo que hubiera imaginado nunca. Subimos unas escaleras hasta su cuarto, allí me tropecé con una chica que debió ser su hermana, también muy guapa.

-Hola -le dije, para ser educado.

Pero ella se me quedó mirando seria y no dijo nada. Entramos en su habitación y cerró la puerta con cerrojo. Allí dentro estaba impregnado todo de su aroma, la calidez que sentía siempre que estaba cerca de mí, ahora me estaba rodeando. Mateo se quitó la camiseta, dejando a la vista su espalada llena de lunares.

-¡¿Que haces?! -no puede evitar chillar sorprendido.

-¿Que pasa? Estoy en mi casa. ¿Te importa si me ducho antes? Llevo todo el día sudando un montón.

-C-Claro... haz lo que quieras -dije avergonzado apartando la mirada, aun que prefería mirarle.

Entró en el baño que tenía en su habitación y escuché como ponía el cerrojo. Estaba a solas allí dentro, dónde él dormía, estudiaba, vivía y seguramente también se masturbaba,...

Me senté en la cama. Cualquiera que me hubiera visto hacer lo que hice entonces me hubiera llamado loco, o a lo mejor obsesionado. Quizá estaba enfermo. Pero el simple hecho de estar allí,... rodeado de sus cosas, de su aroma... Lo hice sin poder evitarlo. Me tumbé y lo vi encima de mí, con el cuerpo desnudo que había visto hacía tan solo un momento. Me acariciaba todo el cuerpo hasta llegar a los huevos, me besaba, me masturbaba. Desconozco cuanto tiempo estuve en ése estado. Volví a la realidad cuando escuché como se paraba la ducha. Me saqué la mano de los pantalones llena de un líquido espeso y blanco.

Mateo salió justo en ése momento del baño con la toalla, pero esa vez era el Mateo de verdad, no el que vivía en mi imaginación.

Secretos De Un Heterosexual [En revisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora