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Tony.

-Alexia- susurré en su oído- Pequeña, despierta- intenté despertarla pero sólo conseguí que me abrazara más fuerte- Eh, eso no se vale- reí. Ella poco a poco fue abriendo sus hermosos ojos, acompañado de un pequeño bostezo. ¿Yo? Un idiota embobado.

-No entiendo que hacemos aquí- reprochó Maya. Esta tía es una de las chicas más insoportable que he conocido en toda mi vida, después de las trillizas, claro está.

Ignorándola saqué las llaves y el primero en entrar fue Hades.

-¿Vas a entrar o te quedarás como una estatua de decoración?- pregunté irritado. Ella pensó por un momento y decidió que lo mejor era entrar.

-Veo que mi advertencia te motivó para en...- Eider se calló abruptamente al fijarse en la hermosa niña que traía en brazos- ¡Daemon!- chilló tapado su boca mientras lloraba. Daemon salió de la cocina, preparado para atacar, pero al ver a mi pequeña se quedó allí parado sin vida.

Poco a poco fui dejando a Alexia en el suelo, mientras que ella miraba a los dos completos desconocidos.

-¡Bebé!- gritó Eider intentado acercarse a ella, pero Alexia solo se abrazó nuevamente a mí, facilitándole el trabajo al estar en cuclillas.

-Hey cuchitura- tomé su barbilla e hice que me mirara- No va a hacerte daño- besé la punta de su nariz. Ella, ahora más segura por mis palabras, fue acercándose con precaución hasta Eider, quien no esperó más para abrazarla.

-Te he echado tanto de menos- la abrazó más mientras lloraba desconsoladamente- Nueve años sin mi pequeña.

Después de lo que parecieron años, Eider por fin le dio un pequeño respiro que desapareció cuando Daemon la cogió en brazos para enterrar su cabeza en el cuello de Alexia.

Al contrario que Eider o yo, Daemon solo se dedicó a llorar pacíficamente, sin decir absolutamente nada.

-Voy a avisar a los demás- dijo feliz Eider.

-¿De qué la conocéis?- preguntó Maya

-Mira que te lo explique quien sea, pero a mí déjame en paz- dije cogiendo a Alexia en brazos, ya que Daemon la había dejado en el suelo un par de minutos atrás.

-Yo se lo explico- dijo Daemon riendo mientras limpiaba sus lágrimas.

-¡Gracias!- dramaticé riendo- Ahora dejadme con mi cuchitura- entré al salón y me senté en el sofá con ella entre mis brazos.

- ¿Quiénes son ellos?- me preguntó avergonzada.

-Tus papás- dije acariciando su pelo.

-¿Mis papás?- preguntó confundida- Yo sólo tengo un papá que me da miedo, mi mamá murió cuando yo tenía un año- Iba a hablar pero fui interrumpido por una estampida de abuelos y tíos desesperados que intentaban entrar todos a la vez- Ellos tampoco van a hacerte daño, quizás te causen un pequeño trauma, pero sólo eso.

-¡Tony, te he oído!- gritó John quien seguía peleando por entrar el primero, al igual que todos. No pude evitar reír como un completo desquiciado, después de nueve años ya había perdido práctica- ¡A ver! ¡Así no vamos a conseguir nada! ¡Un poco de orden por favor!- el último en entrar fue él- Pero será posible- escuché que se quejaba en un susurro.

Las primeras en quitarme a mi mini mate fueron Elisa y Alejandra, quienes compartían a Alexia en un abrazo en conjunto con mi pequeña en medio.

-Con esas tetas que tenéis vais a asfixiar a mi pequeña cuchitura- dije burlón.

-¡Pero será posible!- gritó John haciéndose el ofendido- ¡Ven aquí, depravado sexual!- comenzó a perseguirme por todo el salón. Y es que con la llegada de Alexia todo había vuelto a la casi normalidad. Mientras corría en un intento desesperado por mantener mi vida, observé como Alexia se reía de mi situación- ¡Un momento cuchitura, acabo con esto y vuelvo a por tí!- le grité mientras salía a la cocina- ¡Eider,  ayuda!- grité cunado la ví.

-¿Qué has hecho?- preguntó divertida mientras bajaba a Layla de sus brazos.

-¡Oh, Layla!- dije algo jadeante- ¡Ven aquí pequeña, tú serás mi protectora!

Iba de camino al salón cuando escuché un gran ¡Mía! por parte de Javier. En ese momento pensé que lo había dicho por Alexia, pero resultó ser Maya, ya que salió disparado al despacho de Daemon.

-Vas a necesitar mucha suerte- dije hablando y riendo yo sólo.

-A tí también te da dolor de cabeza, ¿verdad?- dijo Eider.

-Diez veces me planteé dejarla en mitad del bosque, pero soy buena persona- entré al salón con Layla en brazos- ¡Bien, bien! todos con las manos fueras de mi cuchitura.

Y así pasó la tarde, entre risas, lágrimas y alguna que otra riña por quien se quedaba con Alexia. Pero lo importante es que ella ya estaba conmigo y no iba a dejarla ir nunca más.

Pinta un mundo para mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora