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Alexia.
Cinco años más tarde.

-¡Ya estamos en casa!- gritó Layla mientras dejaba su mochila en la entrada.

-Mamá te regañará- dije divertida.

-Uh, mira como tiemblo- puso su mano en mi cara y comenzó a reírse- ¡¿Quieres parar, maldita bruja descerebrada?!- gritó agarrando su mano.

-Uh, mira como tiemblo, maldita loba con pulgas- comencé a andar a la cocina- Hola, mamá- besé su mejilla- ¿Por qué tanta tranquilidad en la casa?

-Hola, cariño, ¿qué le has hecho a tu hermana?- me reprendió cariñosamente.

-¿Cómo osas pensar que le haría daño?- pregunté haciéndome la indiganda- A diferencia de ella, yo soy buena persona.

-¡Te he oído!- gritó enfadada desde el salón.

-Los chicos vendrán ahora para entrenar- asentí.

-Mamá, ¿crees que puedas cubrirme?- pregunté con tono de niña pequeña- He quedado para salir y de verdad me hace mucha ilusión.

-¡¿Serás desgraciado?!- gritó Daemon- ¡Ven aquí, cobarde!- Y... Adiós tranquilidad.

-¿Con quién vas a salir?- preguntó divertida.

-¡Cita!- gritó Layla desde el salón- ¡Ah! ¡Mamá! ¡Díle algo!- aulló de dolor.

-¡Acaba con ella, Alexia!- escuché el grito de Tony desde el salón. Estoy casi segura de que fue allí para ver cómo mi hermana se retorcía del dolor- ¿Quién va a querer una cita contigo?

-¡¿Cita?!- exclamó mi padre también en el salón- ¡Tú no vas a ninguna cita!- Mamá y yo nos miramos para segundos más tarde empezar a reír.

-En realidad es Alexia quien tiene esa cita- suspiré resignada- ¡Mamá!- volvió a aullar por el dolor que le estaba causando.

-¡¿Qué es eso de que tienes una cita?!- bramó furioso Tony entrando en la cocina- ¡De ninguna manera vas a ir! ¡¿Entiendes?!- estaba realmente furioso.

-Tony, déjame a mi- mi padre lo apartó de un empujón para poder avanzar hasta mí- ¡De ninguna manera vas a ir a esa cita! ¡¿Entiendes?! ¡Antes castro al tipo ese!

-¡Gracias, Layla, eres la mejor hermana del mundo!- bramé furiosa.

-¡¿Queréis dejar a mi niña en paz?!- me defendió mi mamá- Tienes mi permiso, cariño.

-¡Gracias, mamá!- chillé feliz para abrazarla.

-¡No, no y no!- espetó furioso Tony- ¡Como se te ocurra ir te seguiré! ¡¿Me oyes, Alexia?! ¡Y castrarle será una de las mejores cosas que le pasará al puto ese!

-¡¿Acaso eres mi madre para prohibirme ver a alguien?! ¡Tú no me vas a prohibir nada, nada!- grité exageradamente.

-¡No soy tu madre pero si soy tu ma...- Y como siempre se calla.

-¡¿Tú qué, eh?!- grité intentado sacarle la respuesta- ¡Siempre que te hablo de chicos es igual, eres exasperante!

-Sois tal para cual- dijo Layla entrando a la cocina. Cansada de sus jueguecitos comencé a freírle el cerebro- ¡Mamá! ¡Haz que pare!- se tiró al suelo mientras agarraba su cabeza.

-Alexia- Me reprendió mi madre.

-¿Puedo irme ya?- le pregunté a mi madre. Asintió y suspiré feliz- Nos vemos- intenté salir pero Tony me agarró del brazo.

-Te he dicho que no vas a ningún lado- espetó furioso.

-Y yo te he dicho que no me mandas- solté mi brazo y, aunque quise freírle a él también el cerebro, no pude- Que tú ya tengas a tu mate, no significa que yo no pueda ser el de alguien más- salí pengando un portazo.

¿Cómo se atrevía incluso a impedirme salir con un chico? ¡Era mi mejor amigo! ¡Además, él debería preocuparse por su desconocida mate!

Maldito idiota que ni siquera quiere presentármela. Ni que fuera a freírle el cerebro.... Bueno en realidad sí, porque él me gusta un poquito pero... Solo un poco.







...

Tres años atrás.
Alexia tiene doce años.


-¿Qué tal el colegio?- preguntó mi papá cogiéndome en brazos.

-¡Bien!- chillé feliz- ¿Sabes que ya me han contado que es un mate?

-¿En serio?- asentí feliz- Bien, ¿qué tal si vas a hacer los deberes? Después tenemos que entrenar.

-¿Me ayudas?- asintió riendo- ¿Y Layla?

-Ella está con Tony y mamá entrenando- asentí mientras sacaba mis libros- ¿Qué tienes que hacer?

-Conocimiento del medio- susurré sacando mis lápices- ¿Puedo ir a por unos libros antes de empezar?- él asintió riendo y yo corrí hasta mi habitación. Al bajar, escuché la voz de Tony y yo quise chillar de la emoción.

-Mi mate me necesitaba así que no te rías- bramó furioso.

-Layla, defiéndeme- dijo Tony como un niño pequeño.

¿Así que Tony tenía mate? Vaya... Esto duele un poco.

-Hola- susurré entrando con mi cabeza agachada.

-¡Cuchitura!- respondió alegre, aunque su estado de ánimo cambio al verme- ¿Qué te pasa?

-¿Tienes mate?- pregunté avergonzada.

...






Tony.

-¡¿Quién coño fue el que le dijo que tenía mate?!- bramé furioso. Daemon comenzó a reír- ¡Fuiste tú, ¿verdad hijo de puta?!

-No- espetó divertido- Ella solita se lo imaginó.

-¡¿Por qué me obligaste a aceptar que tenía una mate que no le podía presentar antes que decirle la verdad?!- le pregunté ahora a Eider.

-¡Porque recién se acababa de enterar que tú eras un hombre lobo! ¡Y su padre! ¡Y sus abuelos!- exclamó furiosa- ¡Y también que es un mate! ¡¿Qué querías decirle?! ¡¿Y si ella no se lo tomaba bien?!

-Tengo a un puto que castrar, nos vemos luego- espeté divertido antes de salir por la puerta.

-¡Espera, Tony, voy contigo!- gritó Daemon mientras corría hacia mí.

-Jodido padre rabioso celoso- espeté divertido mientras golpeaba su hombro amistosamente.

-Cuando Alexia esté siendo asfixiada por la lengua de otro chico que no es su mate, ya me dirás quien es el celoso.

Ante esa imagen no pude evitar gruñir.

Pinta un mundo para mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora