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Alexia.
Dos meses más tarde.


-Ya está todo, cuchitura- susurró Tony en mi oído. Observé a mi madre y volvió a llorar- Tarda todo el tiempo que quieras- besó mi mejilla y comenzó a caminar hasta el coche, que mi padre nos había regalado, con la excusa de poder visitarle muchas veces a la semana.

-¡Mi niña!- gritó mi madre y yo salté enredando mis piernas en su cintura y mis brazos en su cuello, abrazándola- Cuídate mucho, cariño- me abrazó mucho más fuerte y yo comencé a llorar en su hombro- Sé que nos vamos a ver dentro de tres días, pero no puedo evitarlo.

-Tranquila mamá, Tony me cuidará muy bien- susurré llorando mientras me bajaba.

-Lo sé, cariño, lo sé- besó mi mejilla- Te amo mucho.

-Yo también, mamá- besé su mejilla. Cuando me despedí de ella, la siguiente fue Layla.

-Te voy a echar de menos, estúpida bruja- me abrazó muy fuerte y yo solté un quejido.

-Oye, ten cuidado- dije riendo- Tú sigues siendo la más fuerte de las dos.

-Lo siento- dijo divertida- Voy a echarte de menos- le contesté un yo también, enana y las siguientes fueron mis abuelas Alejandra y Elisa.

-Que grande se ha hecho nuestra pequeñita- susurraron las dos a la vez que me abrazaban. Al principio, me asustaba de sus frases y abrazos en conjunto, pero acabé acostumbrándome- Nos vemos, cariño.

-Nos vemos, abuelas- dije riendo mientras me limpiaba las lágrimas.

-Pequeña- escuché el susurro de John- Intentaré atar a tu padre a la pata de su cama para que te deje vivir tu vida- reí llorando aún más- Si Tony se comporta como un idiota, llámame e iré a darle una paliza- le abracé.

-Gracias- besé su mejilla- Lo tendré en cuenta.

-¿Quién es mi nieta más guapa?- preguntó mi abuelo Saul (creo que nunca he dicho su nombre, marido de Alejandra).

-¿Me dices a mí?- pregunté divertida.

-Tú siempre serás mi favorita, Layla podrá superarlo- bromeó y yo lloré aún más si eso es posible- Cuídate mucho, y cuida a Tony- asentí besando su mejilla. Cuando me separé, abracé a mi tío Alejandro.

-¿Podré ir a visitarte cuando me aburra?- asentí riendo- Bien, porque serán muchas veces.

Por último me despedí de Javier y Dylan con un no los quiero en mi casa de ocupas, un beso en sus mejillas y un abrazo.

Cuando al fin pude salir de la casa, mi padre y Tony estaban discutiendo, como siempre. Sin darle tiempo, corrí hasta mi padre y salté sobre él, enrollando mis piernas en su cadera y mis brazos en su cuello. ¿Por qué fue a uno de las dos únicas personas a las que abracé de esa forma? Pues no lo sé, quizás porque, ante todo, se esfuerza en ser un buen padre.

-¿Sabes que sin tí la casa será un aburrimiento, verdad?- lloré como nunca antes.

-Ni creas que te vas a librar de mi tan fácilmente- rió mientras lloraba.

-El idiota de Tony nunca va a sustituirte- besé su mejilla y me bajé mientras me limpiaba mis lágrimas.

-Te amo mucho- me besó la frente- Nos vemos en tres días.

-Vamos- dijo Tony. Lo observé por un momento y vi que tenía sus ojos llorosos- Tu abuelo Darío nos espera- asentí. Me giré para despedir a todos con un saludo de mi mano y me giré.

-¿Listo, Hades?- el ladró y yo reí.

Me monté en el lado del copiloto y observé como Tony metía a Hades en su transporte. Poco tiempo después, nos pusimos en marcha hacia nuestra futura manada.

-La casa ya está arreglada a tu gusto- sonreí feliz- Creo que me da un poco de miedo ver como la has remodeledo.

-Cállate- dije divertida mientras le pegaba en su hombro- Será genial.

-Mientras estés tú en ella lo demás no me importa- sin poder aguantarlo comencé a llorar aún más- ¿Estás bien, cuchitura?- asentí.

-Eres tan empalagoso, creo que deberías plantearte casarte con mi padre- el infló sus cachetes y se veía completamente hermoso y adorable.

-Ni loco- negó inflando de nuevo sus cachetes- Cinco minutos después tendríamos nuestra primera pelea, cuatro minutos después empezaríamos a tirarnos las cosa y diez minutos después ya habríamos firmado el divorcio- reí divertida.

Veinte minutos después llegamos a nuestra futura manada y casi todos estaban en las calles para vernos. La mayoría de los adultos agachaban sus cabezas y los niños saludaban con sus manitas mientras sonreían felices. Obviamente yo les devolví el gesto mientras reía tiernamente.

-Agachan la cabeza en señal de respeto- dijo Tony leyendo mis pensamientos- Hemos llegado- ví a mi abuelo Darío sonriendo orgullo delante de nuestra futura casa- Bienvenida a nuestro nuevo hogar- susurró en mi oído.

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