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Tony.

-¿Crees que se ha enfadado mucho?- preguntó Alexia casi llorando. Me paré abruptamente para mirarla.

-Hey- dije poniéndome en cuclillas para estar a su altura- Daemon se ha enfadado conmigo, ¿si? Mañana todo estará bien, así que no te preocupes- besé la punta de su nariz- Ahora, vamos- la cogí en mis brazos.

-¿No será peligroso estar en el bosque de noche?- preguntó algo asustada.

-No- dije riendo suavemente- Aunque hoy es luna llena, ¿qué pasa si nos encontramos con un hombre lobo?

-Creo que no me dará miedo- enterró su cabeza en mi cuello por unos instantes- Supongo que tú me protegerías, ¿verdad?- de nuevo paré abruptamente y sentí mi corazón estrujarse. Tras unos segundos, pude recomponerme.

-Y yo que pensaba que serías tú quien me salvaría- reí un poco y escuché su risa. Poco a poco fui adentrándome en el bosque, el cual conocía como la palma de mi mano, hasta llegar a la pradera.

-Vaya- susurró sorprendida- Es hermoso.

No tanto como tú, quise decirle.

Alexia se sentó en la hierba y yo imitándola, me senté frente a ella.

-El bosque a la luz de la luna es muy bonito- dijo ella, sonrojándose- Pero me da miedo.

-No voy a dejar que nada malo te pase, así que puedes decirle adiós a ese miedo tuyo- puse una mano en mi pecho como si estuviera haciendo un juramento sagrado y la cabeza bien alta. Lo que ella no sabía es que era verdad.

-¿Cuántos años tienes?- me preguntó riendo- Pareces un niño pequeño.

-Oye, oye- dije riendo también- Tengo treinta y dos- ella abrió sus ojos sorprendida- Parezco más joven, ¿Eh?- guiñé mi ojo mientras reía y ella se sonrojaba más.

-Sí- susurró. Ventajas de ser inmortales, nunca mueres a no ser que te arranquen la cabeza.

-Algún día te enseñaré mi secreto de belleza- puse mi cara de perfil y ambos reímos.

-Toma, para tí- cuando giré mi cabeza, Alexia estaba oliendo una margarita que había arrancado recientemente. De pronto estornudó y se sonrojó aún más si eso era posible- Mejor no te la doy- acto seguido la tiró y comencé a llorar de la risa.

-¿Quieres ver la luna reflejada en el agua?- ella asintió ilusionada- Vamos- me levanté y volví a cogerla en brazos. Caminé con ella adentrándome aún más en el bosque hasta llegar hasta otro pequeño prado en el que dos años atrás se había formado.

La dejé en el suelo y ella salió a correr hasta acercarse al agua.

-Es hermos...- No sé cómo lo hizo, pero se cayó al agua. Inmediatamente corrí hasta la orilla, y cuando iba a tirarme a rescatarla, ella salió riendo y escupiendo un poco de agua- Sí, verdaderamente hermoso.

-Para tener diez años eres demasiado patosa- dije riendo a la vez que me sentaba en la orilla.

-¿Puedo aprovechar y nadar un rato?- preguntó con tono de niña pequeña.

-¿No está demasiado fría?- pregunté con el ceño fruncido y ella negó rápidamente- Bueno, en ese caso quédate todo el tiempo que quieras, no tenemos prisa- sonreí tiernamente y ella se sumergió en el agua.

Treinta minutos más tarde aproximadamente, Alexia empezó a tiritar de frío y tuve que obligarla a salir del agua.

-Mañana amanecerás constipada- le regañé tiernamente.

-¿Te has enfadado?- preguntó nerviosa.

-No- le dí una tierna sonrisa- Quítate la ropa mojada y te pones mi camiseta, ¿si?- me quité mi camiseta y la dejé en el suelo. Ví como ella asentía con su carita roja como un tomate y me di la vuelta riendo.

-Creo que es un poco grande- susurró ella y yo me dí la vuelta.

-Definitivamente te está pequeño- dije riendo mientras la abrazaba- Vámonos, anda.

-¿Y mi ropa? ¿Y si mañana alguien se la encuentra?- preguntó nerviosa.

-Si alguien la encuentra y sabe que es tuya, diré que en realidad es mía- ella rió- ¿Qué? Si a ti te está pequeña mi camiseta, a mí tu ropa me estará de perlas.

-¿Mañana podemos venir otra vez?- preguntó feliz y yo me agaché para coger su ropa.

-Si no amaneces con un resfriado más grande que tú, sí- ella asintió feliz con mi respuesta, y se acurrucó más a mí.

A mitad del camino, me dí cuenta que se había quedado dormida en mi hombro con sus manos rodeando mi cuello.

-¿Dónde estábais?- preguntó Eider suspirando aliviada al ver que habíamos regresado- ¿Qué le ha pasado?- preguntó preocupada al verla con mi camiseta.

-Se cayó en el pequeño lago y me puso una carita que no pude resistir para que la dejara nadar un rato- ella rió bajito- Es una patosa de cuidado, ¿crees que tiene a quién parecerse?

-Me alegro de que pueda controlarte a su antojo- dijo divertida- Has cambiado mucho desde que ella está aquí, lo sabes ¿verdad?- Asentí- Y eso que sólo han sido un par de horas.

-Ella es mi cordura- dije con simpleza.

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