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Capítulo 15

Me mataba estar lejos de Matías. Pasaba cada día pensando en él, preguntándome como se encontraba, imaginando que tal vez también me extrañaba, que a lo mejor en mi ausencia algo iba a cambiar. Durante las noches, abrazaba la almohada, rememorando su perfume, sus caricias, sus abrazos. Los recuerdos se hacían amargos y el pasado me hacía despreciar más el presente.

Transcurrían los días y mis ganas de volver a verlo eran cada vez más difícil de domar. Me sentía vacía, triste, sin ganas de nada y aunque ocupaba mi tiempo con el trabajo, eso no cambiaba. El tampoco me había buscado y a veces me aterraba pensar que iba a estar mejor sin mí. Porque yo nunca iba a ser capaz de aprender a vivir sin él.

Estaba a punto de recostarme en la cama y tratar de dormir, cuando una llamada totalmente imprevista me hizo cambiar de opinión. Tuve que mirar más de una vez mi celular para asegurarme que leía bien el nombre.

—Hola. —contesté algo nerviosa

—Te extraño.

Tanto su voz como sus palabras me dejaron demasiado desconcertada como para lograr pronunciar palabra. Quise hacerlo pero los sonidos no salieron.

—Vuelve. —pidió con la misma voz quebrada

Mi corazón se estremeció ante aquella petición. Porque mi corazón no entendía que era extraño oír esa palabra, que las cosas no eran tan fáciles. Aunque me pedía a gritos ir donde su dueño, mi mente identificaba algo ilógico.

—Matías... ¿Has tomado?

—Maldición. No he vuelto a probar alcohol durante estas dos semanas. —expresó algo indignado

Fue un alivio saber eso. Pero aún no entendía su llamada.

— ¿Vas a regresar conmigo?

—Pero si... mi presencia te hace daño.

—Tu ausencia también. —replicó de inmediato

—Me da miedo que esto sea sólo un momento de debilidad. ¿Qué tal si mañana me pides que me vaya?

—Nunca te he pedido que te fueras. Tú elegiste.

—Porque te hacía sufrir.

— ¿Dónde estás, Elsa?

—Ya lo sabes. Con Adela. —respondí extrañada

—La desconfianza me come por dentro.

— ¿Qué...

—Si no estás aquí, no puedo evitar pensar... cosas.

— ¿¡Qué!? ¿Por eso quieres que regrese? ¿Para asegurarte de que no estoy con otro?

—Lo hice porque también te extraño. —murmuró

—Y porque desconfías de mí.

—Es inevitable...

—Lo sé.

El suspiró, mientras que yo no sabía que más decir. Ya ni sabía que era lo que en realidad quería de mí.

—Me estoy volviendo loco. —confesó desesperado

—Escúchame, yo no estoy con otro. A mí sólo me importas tú. Soy tu esposa, Matías. Por algo fue que me casé contigo.

—Aún así me engañaste.

El sufrimiento era cada vez más obvio en su voz.

—Perdóname... —pedí sin poder evitarlo

—Dime como.

—Yo...

—Enséñame perdonarte, Elsa.

Mis ojos se llenaron de lágrimas en cuestión de segundos. Me sentía impotente y miserable. Volví a maldecir el día en el que me había acostado con otro.

—Tal vez no debí llamarte... —empezó, tras un largo silencio— Pero es que... —suspiró— Buenas noches, Elsa.

—Buenas noches.

***

Aún debíamos guardar las apariencias delante de nuestras familias. Y cuando Matías me dijo, a través de un mensaje, que habíamos recibido una invitación por parte de sus padres, supe que iba a pasar por una situación verdaderamente incómoda.

Habíamos quedado en vernos en frente del edificio donde ahora él vivía solo. Luego, íbamos a partir juntos para asistir al aquel almuerzo.

—Hola.

Me di la vuelta y ahí estaba; más guapo que nunca. No deseaba nada más que abrazarlo, llevaba dos semanas sin verlo.

—Hola... —murmuré finalmente, examinando sus ojos tristes

—Esto va a ser muy extraño. —soltó y supuse que se refería al juego de los casados felices

—Cierto, pero-

—Tal vez sea el momento adecuado para decirles la verdad. —interrumpió

— ¡Me voy a morir de vergüenza!

—Algún día se tienen que enterar.

—Ya lo sé. —bajé la cabeza

—No creo que sea capaz de fingir que estoy feliz. —se quejó

—Está bien. Si quieres que lo sepan, así será.

—Tú no quieres ¿verdad?

—Me da vergüenza. Y miedo. Me van a rechazar, van a querer que me aleje de ti... ¡Y yo no pienso renunciar a ti! Eso tenlo por seguro.

—Yo soy el único que decide qué hacer con mi vida. No ellos.

—Y... ¿Qué es lo que quieres hacer?

—Estoy muy confundido.

No supe que decir.

—Mejor nos vamos. —agregó

Durante el camino rumbo a casa de sus padres, decidimos que después de almorzar íbamos a hablar con ellos sobre lo sucedido. De seguro también con su hermana Melisa. Debía prepararme para lo peor.

Fue el único tema que tocamos, luego guardamos silencio. Todo resultaba tan incomodo, estábamos tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. A él lo notaba triste y muy dolido aún. Sabía que a pesar de todo intentaba tratarme bien, trataba de ser lo más amable y respetuoso que podía.

En ningún momento había escuchado mencionarse que José también iba a estar presente. Cuando llegamos y lo vi ahí, todo se puso peor. Si él decía que fue mi amante, las posibilidades de volver a acercarme a Matías se disminuían. O hasta desaparecían. En cuanto a la reacción de la familia, ya no quería ni imaginar. Como era de esperarse, a José no le incomodaba mi presencia, hasta tenía el descaro de sonreírme.

***

—Por fin volvemos a vernos.

Me sobresalté. Acababa de salir del baño y comprobé que José me había esperado afuera.

— ¿Qué más quieres?

—Todo.

— ¿Qu- ¡Estás loco!

Me empujó contra la pared y agarró mis muñecas, impidiendo que me moviera. Sin previo aviso, sus labios se apoderaron de mi boca, mientras oprimía su cuerpo contra el mío.

Resultó prácticamente imposible quitarlo de encima.

¿Aún planeamos la boda? © |  LIBROS I & II COMPLETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora