14 |APLB 1|

13.9K 1.1K 39
                                    

Capítulo 14

El alcohol siempre traía problemas y estaba a punto de comprobarlo una vez más. Sólo a mí se me había podido ocurrir conversar con una persona que no sabía muy bien qué hacía y que además tenía motivos para despreciarme.

Matías estaba encima de mí, besándome el cuello de una manera muy diferente. Como si deseaba poseerme, como si deseaba demostrar algo. Sus manos me tocaban desenfrenadamente y una de ellas se detuvo en mi pecho.

—Suéltame. —exigí jadeando

Aunque me moría por más, él estaba borracho y de seguro iba a arrepentirse si hacíamos algo.

— ¿El te lo hacía así? Dime. —atrapó mis labios en un intento de besarme

Toda la excitación se convirtió en algo desagradable.

— ¡Estás loco!

—Sí, por tu culpa. —contestó él

Se apartó solo, sin que fuera necesario empujarlo. Me miró con rabia, celos, decepción. No había intentado acostarse conmigo, si no demostrarme que era mejor que el otro. Al comprender eso, ya ni podía juzgarlo. Ni podía estar enojada con él. Su orgullo herido era el que lo hacía comportarse de esa manera.

—Mejor hablamos mañana. —le dije

Me fui al cuarto, mientras trataba de dejar atrás aquel incidente. El pánico había sido sustituido por una amarga tristeza.

***

El consejo de Mar me parecía cada vez más útil y pertinente. Aunque me costaba trabajo seguirlo, debía. Era lo mejor alejarme de Matías, dejarlo en paz, al menos por un periodo. Después de hacer mis maletas, fui al salón para averiguar si él había despertado. A penas era las ocho de la mañana.

Estaba parado a lado de la ventana, mirando a través de ella. No me observó acercándome, su mente parecía estar en otro lado.

—Hola.

Se dio la vuelta y sólo me miró, sin sacar alguna palabra.

—Quería avisarte que acaba de hacer mis maletas y me iré ahora mismo de aquí.

Mi noticia pareció alarmarlo. Su boca se abrió lentamente pero tardó en contestar.

— ¿¡Cómo!?

—No estoy renunciando a ti. —aclaré— Pero creo que debo darte tiempo. Y espacio.

— ¿A dónde irás?

—A la casa de mi amiga. No estoy preparada para enfrentar a mis padres...

Movió la cabeza de un lado a otro, negándose.

—Te voy a extrañar. —confesé con voz quebrada

—Elsa, yo-

—No tienes que decir nada.

— ¿Es por lo de anoche? —cuestionó— Mira, sé que he sido un patán pero... ¡No aguanto saber que otro te haya tocado! Detesto saber que te hayas refugiado en sus brazos.

—Actuaste muy extraño. Hasta me asustaste.

—Perdón. ¡Lo siento, Elsa! No pude controlarme.

—A lo mejor mis actos son la razón de-

—Nada justifica mi comportamiento. —interrumpió— ¡Pero hay algo dentro de mí que me hace perder la razón!

—No puedo juzgarte. Sólo prométeme que no volverás a tomar.

Asintió desviando la mirada. Reprimí las ganas de abrazarlo, no era el momento para acudir a despedidas de ese tipo.

—Ya me voy. Por si acaso, sabes dónde encontrarme.

—Está bien.

Quedó petrificado donde se hallaba, mientras yo fui por mis maletas. Luego le dirigí una última mirada arrepentida y dejé el apartamento, mientras me quebraba por dentro. Tal vez no iba a volver ahí, tal vez esa no era una despedida temporal. Pero me prometí a mi misma de que no iba a aceptar la idea de perderlo. Todo resultaba más complicado de lo que había imaginado, el mismo Matías había llegado a sorprenderme con sus reacciones y comportamientos, sin embargo no podía permitir que nuestra maravillosa historia quedara enterrada en el pasado.

Iba a mudarme en el apartamento de Adela, al menos por un periodo, hasta que iba a atreverme hablar con mi familia. Aún no sabían que mi relación con Matías atravesaba semejante obstáculo, no sabían que yo lo había engañado. Y me daba mucha vergüenza decirles.

***

— ¡No puedo creer que Matías te hizo esto! —exclamó mi amiga

—Mira, él no me hubiera hecho daño.

—Por más enojado y humillado que esté, no tiene derecho a... Es mejor que te hayas ido de ahí.

—Es que yo al principio estuve a punto de ceder y acostarme con él. Pero comprobé que él no quería eso. Se siente menos, quiere demostrarme o demostrarse que es el único que puede hacerme... No sé, supongo que es natural. Al fin y al cabo lo he traicionado.

—Pero ojala no se deje manejar por todo lo malo que lleva dentro. El te ama. Y dicen que el amor perdona todo.

—Sabes... un día me dijo que no sabe odiarme. —le conté sonriendo levemente— Espero que esto no vaya a cambiar.

Adela se acercó más y me dio un fuerte abrazo. Era su manera de decirme que todo iba a estar bien. Y aunque en esos momentos el futuro era oscuro, yo no quería perder la fe.

—No me voy a dejar ¿sabes?

—Esa es la Elsa que quiero ver. —replicó, sin soltarme

—Gracias por tu apoyo. Y por recibirme aquí.

—Para eso son los amigos. ¿Sí? Te quiero mucho.

—Yo también te quiero. 

¿Aún planeamos la boda? © |  LIBROS I & II COMPLETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora