21 |APLB 1|

13.8K 1.1K 90
                                    

Capítulo 21

Más tarde ese día, fui al apartamento de Adela para darle la noticia. Estaba segura de que iba a alegrarse, ella siempre había querido que las cosas se arreglaran.

—O sea se divorciaron y ahora me dices que de pronto vuelven.

—Algo así. Quién hubiera pensado que el regreso de José podría traer algo bueno.

—Quien hubiera dicho que Matías aceptaría tan fácil...

No pude notar ni huella de alegría en su cara. Menos en su voz.

—Pensaba que ibas a reaccionar de otra manera. —reconocí

—Sólo estoy algo preocupada. Pero si me alegro...

— ¿Qué pasa, Adela?

—Temo que terminen escarbando las heridas. Tal vez bajo el efecto del rencuentro y de lo que le dijo José, hayan dado un paso tan importante. Pero luego, cuando vean que las cosas no resultan fáciles...

—Ya sé que nada garantiza que vamos a lograrlo.

—Mírate, Elsa. Estás muy entusiasmada. —replicó con la misma intranquilidad— No te dejes llevar por las emociones, no empieces a hacerte ilusiones.

— ¿Hay algo peor que pueda pasar? Ya sufrimos bastante...

—Esta vez puede que seas tú la que más sufrirá.

— ¿Por qué me hablas así? ¿De dónde sale toda esta actitud negativa? Además, tú siempre querías verme feliz con él. Tú me aconsejaste que no le confesara la verdad.

—Justo porque temía las consecuencias te pedí que no le confesaras que le fuiste infiel. Y recuerda los días que pasaste junto a él después de enterarse. Recuerda cuando estuvo a punto de... cuando te besó a la fuerza y todo eso.

Ya me estaba enredando un poco, no sabía no trataba de llegar con todo eso.

— ¿Cuál es el punto? —pregunté

—Vas a vivir un infierno a su lado.

— ¿¡Qué!?

—Ponte a pensar. Aún no te perdona, no confía en ti. Van a vivir juntos, pretendiendo que retoman una relación... Una relación que no puede funcionar con resentimientos y desconfianza. —advirtió

—Voy a luchar para...

—Aunque Matías sea un buen hombre, no podrá tratarte como tal vez quiera. Habrá peleas, habrá momentos en los que la desconfianza y el dolor lo manejarán...

— ¿Entonces se supone que no debemos darnos otra oportunidad?

—Tal vez primero necesita tiempo para perdonarte.

—Pues yo quiero luchar para obtenerlo. —señalé

No dejaba de recordar el momento en el que Matías había aceptado. De alguna manera, eso hacía que las advertencias de Adela no me desanimaran. Tal vez me había hecho demasiadas ilusiones, tal vez ya soñaba con un día cuando todo iba a ser color rosa. Pero no quería echarme para atrás, costara lo que costara.

—Adela, quiero hacerlo.

—Sólo prométeme que si un día sientes que no puedes más, renuncias.

—Voy a poder.

— ¿Estas intentando hacerte la valiente?

—Si antes la fortaleza había sido solo una ilusión, ahora quiero ser esa persona valiente y fuerte.

—Elsa... —se quejó

—Mira, hasta hace poco pensaba que no había esperanza. Ahora que la tengo, debo aprovechar.

Primero soltó un suspiro, luego me sonrió levemente.

—Está bien. Aquí estaré para apoyarte. —señaló

—Lo sé.

Al fin y al cabo, ella sólo deseaba lo mejor para mí. Eso me hacía apreciarla y quererla aún más.

***

Tal vez llevaba buenos minutos mirándolo fijamente, en mis intentos de asimilar el repentino cambio. Hasta hace poco pensaba que jamás volvería a verlo y ahora estábamos juntos, cenando en un restaurante, tal como lo hacíamos en los viejos tiempos.

— ¿Estás bien? —cuestionó Matías

—Sí. Muy bien.

—Oye... En unos días regresas a la universidad. Las vacaciones terminan.

—Cierto. Empezaré el tercer año.

— ¿Y sigues yendo al taller de tu amiga?

—De hecho sí. Pero ya veré como le hago para que me alcance el tiempo. —apunté

La sonrisa que exhibió me pareció algo extraña; tal vez esforzada, sin embargo terminé concluyendo que eran ideas mías.

—Al menos tenemos el fin de semana libre. —contestó

— ¿Y tú? ¿Cómo te va en el trabajo?

—Como fue mi única manera de distraerme y... Pues he sido muy productivo. Logré llevar a cabo los proyectos.

—Me alegra. Confío que llegarás un arquitecto famoso.

Soltó una risa, luego sus ojos se clavaron en mí y el silencio sustituyó las palabras. No podía evitar sentir ese entusiasmo, tampoco dejar a un lado la alegría de tenerlo cerca. Ambos intentábamos evitar temas delicados, llevarnos bien.

Tras la cena, regresamos al apartamento. A partir de ese día iba a vivir ahí de nuevo, tal como lo habíamos establecido. Locura o no, lo único que me importaba era estar con él, aprovechar cada día para tratar de reconquistarlo. Aún cuando no tenía ni idea como hacerlo. Iba a encontrar la manera.

A la hora de dormir, la situación se puso algo incomoda. Yo era consciente de que tal vez le resultaba difícil compartir la misma cama y al mismo tiempo no nos quedaban muchas opciones. Lo de dormir en el sofá no era una buena idea tratándose de más noches.

— ¿Y ahora? —pregunté, aún sin acostarme

—Creo que podemos dormir los dos aquí.

— ¿No te molesta?

—Se supone que estamos en proceso de dejar atrás lo... Por algo fue que acepté la idea de vivir juntos. Necesito aprender a acercarme a ti. Necesito superar algunas... cosas.

—Pero si en algún momento crees que... o sea, si algo te molesta, me dices.

—Ahora a dormir ¿no?

—Sí.

Ganas no me faltaban de acostarme cerca de él, con mi cabeza en su pecho, tal como lo hacíamos antes. Pero preferí ocupar mi mitad, evitando cualquier contacto físico.

—No puedes dormir ¿verdad? —preguntó media hora después

—Tú tampoco.

Voltee a mirarlo y pude distinguir su cabeza, estaba mirando hacia el techo, al igual que yo.

— ¿Por qué? —cuestionó

—Estaba pensando.

No hubo respuesta. Hasta minutos después.

—Si te hago daño, te irás. ¿OK?

— ¿Qué?

—Lo último que deseo es hacerte sufrir.

—Todo va a estar bien. —repliqué

—Eso intentaremos.    


¿Aún planeamos la boda? © |  LIBROS I & II COMPLETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora