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Capítulo 4

El tiempo había pasado de volada y ya había llegado el gran día. Estaba atravesando la iglesia a lodo de mi padre, bajo las miradas de todos. Experimentaba un sentimiento que jamás había vivido antes, que me hacía flotar. Cuando mi mirada cruzó con la de Matías, el corazón se me aceleró y los ojos se me humedecieron. Por un momento sentí que no iba a poder con ello, que me iba a desmayar o algo.

Estaba a punto de hacer un juramento y había cosas que no iba a cumplir. Sin embargo hice todo lo posible para no dejar que eso nublara aquel momento, la felicidad que, a pesar de todo, estaba presente en mi alma. Anhelaba compensar todo lo malo que había hecho y tal vez llegaría a hacer con mucho amor, todo el amor que yo era capaz de sentir. Porque eso era lo que Matías merecía de mi parte, porque él era ese alguien que toda la vida había deseado encontrar. Y sobre todo, porque él me había entregado su corazón y yo debía seguir cuidándolo.

Para la recepción habíamos elegido un restaurante muy fino después de coincidir que era el lugar perfecto. Lo habíamos decorado según nuestros gustos, eligiendo el rojo y el blanco, símbolos de pureza y amor.

Ahí fue donde nos reunimos después de la ceremonia, para celebrar aquel nuevo comienzo, aquel paso hacia una nueva vida. Incluso José estaba presente, cosa que me incomodaba bastante ya que revolvía mis recuerdos. Estaba acompañado por alguna señorita a la que no dejaba de besuquear y abrazar. De alguna manera a ella le tenía lástima, conocía muy bien a José además algo me decía que la había engañado conmigo.

***

Cuando me invitó a bailar, estuve a punto de expresar mi rechazo. Por desgracia, en frente de todos los demás no tenía motivo alguno para evitarlo, cosa que me obligaba aceptar su invitación.

— ¿Por qué me haces esto? —pregunté entre dientes, mientras pasábamos a la pista de baile

— ¿A caso tiene algo de malo bailar con la esposa de mi primo? —replicó sonriendo

—Tal vez no. Pero sabes muy bien que...

— ¿Qué nos acostamos? ¿No habíamos establecido que todo queda olvidado? —cuestionó, pegándome contra su cuerpo

Me sonrojé y tuve la impresión de que todos me estaban mirando suspicaces. Además sentir el calor y el perfume de José me incomodaba.

—Debemos... mantener distancia. —aclaré

— ¿A qué le tienes miedo?

—Es mejor así.

—Estás muy nerviosa, Elsa. —comprobó él

Ya ni sabía si eran ideas mías o de verdad José actuaba muy raro.

— ¿Y a tu nueva conquista le gustaría verte bailar con otra?

—Estoy bailando con la novia, todos bailan con la novia el día de su boda.

—Dime algo. ¿La engañaste conmigo?

No hubo respuesta. Pero a veces el silencio decía más que mil palabras. Me sentí horrible en esos instantes.

—Pero ni te preocupes, no quiero nada serio con ella. Ni ella no conmigo. —confesó José

—Aj, claro. El mismo mujeriego de siempre...

—Que le voy a hacer si me encantan las mujeres. —me miró con una especie de lujuria, o estaba yo volviéndome loca

—Sólo esta canción, luego me dejas en paz. —apunté

¿Aún planeamos la boda? © |  LIBROS I & II COMPLETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora