Capítulo 13
Eso de enfermarme nunca había resultado más agradable. Era tan tierno ver a Matías buscando hacerme sentir bien y superar aquel momento. Me cuidó todo el día, luego en la noche me prohibió dejar la cama para ir al sofá. Y no se despegó de mi lado, con la intención de vigilar mi sueño.
Al próximo día amanecí a su lado, con mi cabeza acomodada en su hombro y mi brazo abarcando su cintura. Comprendí enseguida que él seguía dormido, de otra manera me hubiera apartado. Permanecí quieta, hundiendo mi cara en su pecho, disfrutando aquella pequeña oportunidad. Mi mano avanzó hacia su corazón y una lágrima escapó de mis ojos. Si tan sólo un toque pudiera quitar dolores y sanar almas heridas, si pudiera hacer algo para arreglarlo todo... Pero nada en la vida era tan fácil. Me esperaba una dura batalla para recuperar a ese hombre y lo peor era que ni sabía si saldría ganando. Él tenía razón; sólo podía imaginar lo que había en su corazón, pero en realidad no lo sabía.
—Elsa...
Sobresalté al oír su voz. Había despertado y ni me había dado cuenta. Me alejé lo más rápido que pude y salí de la cama.
—Fue... O sea, no fue con intención. Yo-
— ¿Cómo amaneciste? Digo ¿te sientes mejor? —preguntó, levantándose
—Sí, sí, mucho mejor.
Lo había incomodado bastante el pequeño incidente; con lo serio que estaba no cabía duda. Además otra vez usaba ese tono serio que yo no aguantaba.
—Matías, no fue apropósito.
—Déjalo así. Igual no volverá a repetirse.
—Per-
—Desde ahora en adelante, dormiré en el sofá. —agregó, sin dejarme hablar
Lo raro era que no hablaba de mudanza. Estábamos a punto de separarnos pero seguíamos compartiendo el mismo techo. Bueno, yo había dicho que me iba y seguía ahí. Tal vez no se atrevía correrme.
—Haré mis maletas y me iré. —anuncié con voz temblorosa
—Eres mi —tardó en continuar— esposa. Este apartamento es tuyo también.
—Pero supongo que alguien debe irse. Lo indicado es que yo lo haga.
No hubo respuesta.
—Dijiste que debemos divorciarnos. —continué
—Pero no dije que quiero hacerlo.
— ¿¡Qué!?
—Soy un imbécil, Elsa. Porque aún estoy loco por ti. No sé que me hiciste.
Quedé boca abierta, era lo último que hubiera esperado oír de su parte.
—Y me siento aún más estúpido por estar diciéndote ahora estas cosas. Pero... en vez de odiarte, te amo más. Y no sé si es peor estar a tu lado o sin ti.
—Mat...
— ¡Me tienes comiendo de tu mano y eso me acaba!
—Por favor... Para.
Aquello no era una declaración, se estaba desquitando.
— ¿No te agrada oír que puedes hacer lo que quieras conmigo y no soy capaz de manejarlo?
— ¡¡¡Ya!!! ¡Deja de torturarme! ¿Quieres?
Mis gritos lo callaron. Pareció arrepentirse y en vez de volver a decir algo, se fue del cuarto. De seguro fue la mejor elección, no iba a poder aguantar todo lo que me decía. Aunque lo entendía, no quería que me hablara así, hubiera preferido que me echara.
***
Tras el incidente, decidí ir al taller y trabajar. Igual había despertado en mejores condiciones y no pensaba pasar el día en la cama. Tampoco encerrada; tal vez era mejor ocupar mi mente con algo. Por supuesto que me engañé a mí misma al pensar que dejaría de pensar en Matías y en nuestros problemas. Eso sí, en el taller al menos dejaba de llorar.
Volví al apartamento un par de horas después, poco antes de que Matías regresara de su trabajo. Fui a ducharme, luego me puse a hacer unos dibujos, a crear algunos diseños, aunque no quedaba satisfecha por los resultados. Estaba en el proceso de finalizar uno de ellos cuando oí la puerta. Y de inmediato me llevé una desagradable sorpresa.
— ¡Matías!
Corrí hacia donde estaba, antes de que se desvaneciera en el suelo. El olor a alcohol inundó al instante mis fosas nasales.
—No ¿por qué hiciste eso?
Matías nunca tomaba. Desde que yo lo conocía, jamás se había emborrachado. Y la explicación la supe hace días, cuando me enteré de su pasado. Y ahora había entrado por la puerta, sosteniéndose con la ayuda de todo lo que salía en su camino.
—Ven, mejor te sientas ahí antes de caerte.
—Déjame. —soltó
—Hola, Elsa.
— ¿Marcos? Hola.
Entre los dos pudimos llevar a Matías donde se encontraba el sofá y lo obligamos que tomara asiento ahí.
— ¿Qué pasó? —le pregunté a Marcos— ¿Cómo llegó a-
—Me llamó por teléfono y supe enseguida que había tomado. Me pidió que fuera donde estaba y me contó que lo engañaste.
—Yo...
—Estaba devastado. Supongo que ya entiendes porque está así ahora.
Desvié la mirada avergonzada.
—La última vez que se emborrachó fue hace años. Cuando le fue infiel a su novia.
—Por mi culpa volvió a-
—No tiene lógica lo que me contó. ¿Cómo que lo engañaste, Elsa?
—Por casualidad, también había tomado. Mucho.
Frunció el ceño preocupado e igual de confundido que antes de oír mi respuesta.
— ¿Debería angustiarnos que volvió a tomar?
—No creo. Tampoco era un adicto al alcohol. —respondió Marcos
—Me da miedo que esté destruyendo a ese Matías que quería dar lo mejor, que...
—Mira, él está herido. A lo mejor no es fácil entender lo que un hombre herido hace. Pero no digas esas cosas ¿sí? —miró a Matías luego volvió a mirarme— Ahora debo irme. ¿Crees que puedes encargarte sola?
—Sí, descuida.
Tras su partida, mudé mi atención en Matías. Como era la primera vez que lo veía así, no supe a qué esperarme. Pero me acerqué e incluso me senté a su lado.
— ¿Te preparo un café? ¿Algo?
No me hizo caso. Seguía fijando la mirada en un solo punto y no parecía atento a lo que sucedía en su alrededor. Entonces se me ocurrió la pésima idea de tomarlo de la mano.
—No me toques.
Dejé de tocarlo al instante.
— ¿Por qué tomaste?
—Porque sí.
—Matías...
—Para olvidarte. ¿OK?
—Eso... Eso de emborracharse no es buena idea. Y lo sabes. —logré murmurar
—Hay que intentarlo todo.Si no voy a explotar de dolor.
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¿Aún planeamos la boda? © | LIBROS I & II COMPLETOS
Fiksi Umum¿Acostarse con otro justo en la despedida de solteras? Sin duda eso no estaría entre los planes de boda de nadie. Lo mismo hubiera dicho Elsa, pero al despertar a lado del primo de su futuro marido, comprueba que nada sale como planeamos. Con la bod...