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¡Hola! Faltan 3 capítulos (2 sin éste) y es posible que los publique hoy (4.09)

La primera junta con la psicóloga transcurrió bastante bien pero ella me hizo una propuesta que me dejó pensativa. Yo le dije que Mat superó todo, que el problema soy yo y aún así me pidió que le propusiera acudir a terapia de pareja. ¿Es que para que la necesita?

Poco después de dejar el consultorio, decido llamarlo y contarle. Me consta que lo aceptará.

―Claro. ¿Por qué no?

―Gracias. Verá enseguida que tú no necesitas estas cosas y te dejará en paz. Se me hace que no se creyó lo que le dije, que quiere verlo con sus propios ojos. No sé.

―No te preocupes, Elsa.

―Eso sí, pienso ser yo la que paga por esto y no acepto un no como respuesta.

―Entonces no voy a protestar ―contesta―. Pero mejor dime cómo te pareció, si aún quieres hacer esto o seguirás adelante sólo porque fue mi propuesta.

― ¡Claro que aún quiero hacerlo! Aunque dure y sea costoso, tengo la esperanza de que podrá ayudarme al menos un poquito. Y pues qué puedo decirte, la primera cita me agradó, me sentí cómoda. Bueno, al principio estaba nerviosa pero me ayudó entender que ella no está ahí para juzgarme sino para ayudarme.

― ¡Me alegra! ¿Y cuándo es la cita en pareja?

―En dos días. Luego, dependiendo de eso, establecerá un horario.

―Ahí estaré, cuentas conmigo.

―Gracias ―susurro―. Gracias, Mat.

. . .

Estuve imaginando una y otra vez cómo transcurriría esto. Traté de adivinar las preguntas que nos iba a poner, las reacciones que él iba a tener, los efectos que todo esto iba a tener. Y a medida que se acercaba el momento, me puse cada vez más nerviosa. Cuando por fin ingresamos juntos a este lugar, mi corazón se volvió loco y se puso a latir demasiado rápido. Ocupé el sillón hallado a la izquierda y me dediqué a observar mis uñas, mis dedos inquietos. Observé por el rabillo del ojo como él ocupaba el asiento derecho, mucho más relajado que yo. Antes de entrar, hasta me había pedido que me tranquilizara, me había dicho que no teníamos nada que perder.

Después de hacer las presentaciones, la psicóloga le aclara a Matías qué supone esto que estamos haciendo, luego empieza interesarse acerca de nuestro pasado como pareja, nuestro transcurso. Hace preguntas, saca conclusiones y se asegura de que nos está entendiendo... Tiene la misma actitud cálida que me animó a perder el miedo durante la primera cita. Pero ahora no logro relajarme. Y sé que mi voz me delata cada vez que me toca hablar.

―Entonces todo iba bien hasta que ocurrió la infidelidad.

―Sí. Justo por eso nunca entendí por qué lo hice.

―Tienes que ser sincera contigo misma. Trata de recordar si a lo largo de la relación hubo deseo de estar con otra persona.

― ¡Jamás! ―exclamo desesperada

―Tranquila. Tratándose de un acto que es mal visto en la sociedad y que perjudica tanto la relación como las personas involucradas, puede que uno suprima esos pensamientos, esos deseos. Y cuando se presenta la ocasión, termina satisfaciéndolos.

―Nunca me fijé en otros al estar con él. ¡Lo amaba! ¡Lo amo!

―Porque lo amas, porque estabas consciente del daño que ibas a causar, sabías que no sería correcto engañarlo. Y quizá fuiste capaz de suprimir los impulsos y matar los pensamientos dañinos, matar la curiosidad. Es solo una suposición. ¿OK? Una de las miles explicaciones que podemos encontrar. Miren, yo estaré presentándoles escenarios en los que tal vez no pensaron. No estoy concluyendo que todo pasó tal como lo digo. Ustedes son los que encontrarán las respuestas, guiados por mí.

¿Aún planeamos la boda? © |  LIBROS I & II COMPLETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora