Capítulo 3.

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La soledad es una cosa extraña, la he sentido mucho a lo largo de mi vida, aun así este es un nuevo tipo de soledad, por un lado, hay hombres y mujeres que llevan la marca tenebrosa y lanzan miradas maliciosas en nuestra dirección

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La soledad es una cosa extraña, la he sentido mucho a lo largo de mi vida, aun así este es un nuevo tipo de soledad, por un lado, hay hombres y mujeres que llevan la marca tenebrosa y lanzan miradas maliciosas en nuestra dirección. Por otro lado, hay aurores, brujas y magos que lucharon del lado del bien, ellos también nos observan con intenciones no muy amigables; sin embargo, las esconden mejor que los primeros.

No puedo culpar a ninguno de los dos bandos, sé que en otra época yo habría hecho lo mismo, después de todo, aquí estamos nosotros, la más noble, la más vieja y la más poderosa estirpe de magos, caídos en desgracia.

Traidores de ambos bandos, la peor escoria, los mires por donde los mires.

Luego de la caída del señor tenebroso, no puedo decir que haya sido un mes aburrido...

***Inicia flashback***

Pocos días después de la batalla de Hogwarts, padre y madre están corriendo de un lado al otro, sus ojos y sus manos buscan y toman toda posesión de valor que se pueda vender. Han dicho que tenemos que huir al mundo muggle, que nadie pensará en buscarnos ahí e incluso me han insistido en que los ayude, que busque cualquier pepita de oro o joya que tenga entre mis pertenencias.

No los he obedecido mucho que digamos, mis piernas se niegan a moverse desde que me dejé caer de manera descuidada en esta esquina del salón principal de la casa.

Mi cabeza se siente como si estuviera sumergida en agua y todo pasara a cámara lenta, cuando cierro los ojos veo cadáveres, en mis oídos aún me parece escuchar al señor tenebroso ordenándole de esa manera peculiar y susurrante a nagini que se dé un banquete con el cuerpo de mi antigua maestra de estudios muggles. En mis pesadillas aún veo los ojos llenos de resignación de un viejo mago que solo pudo esperar a que su vida fuera arrebatada por mis manos.

—¿Estás listo tesoro? —Las suaves manos de mi madre están en mis mejillas, su voz está cargada de una ternura que dejé de escuchar cuando me hice lo suficiente mayor para exigir que me trataran como un adulto, aunque tenía cinco años.

Mi lengua ha estado pegada a mi paladar desde que dejamos la batalla, así que lo único que hago es un movimiento con la cabeza. Madre se levanta con dificultad y apenas ahora me doy cuenta de que se ha arrodillado para estar a mi altura, con una nueva sonrisa me tiende la mano para ayudar a levantarme.

Pongo mi mano sobre la suya y casi me sorprende ver la diferencia de tamaño, su pequeña y frágil mano se aferra a la mía con fuerza, como si sintiera lo roto y culpable que me siento por dentro y quisiera pegar todo lo que está mal en mí. Es casi cómico, esta hermosa mujer parece haber envejecido cincuenta años en solo unos pocos meses y aun así tiene la suficiente fuerza para seguir de pie, por mi padre y por mí.

—Vamos Cissy, dragón, debemos partir ahora.

Padre, al igual que yo, ha estado inusualmente callado, aunque no puedo decir que conozca al hombre desde que salió de Azkaban, en sus ojos hay emociones arremolinándose unas con otras, algo imperdonable para un Malfoy. Aun así puedo discernir la más pesada de las demás, arrepentimiento, una culpa que lo está sofocando día a día por haber puesto a las dos personas más importantes de su vida en semejante posición.

Mi Razón Para Seguir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora