El señor tenebroso ha caído y con él la situación de sus Mortifagos más leales es oscura, entre entregarse a los aurores, asumiendo las consecuencias de sus actos y muy probablemente pasando el resto de su vida en la temible prisión de los magos o p...
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El día al fin ha llegado, luego de meses preparándolo todo. El solo despertar una sonrisa se asoma en mí anticipando todo lo que me espera. Pero sobre todo mis pensamientos están puestos en el rubio que me ha invitado al baile, de manera poco convencional, pero aun así de una manera tan linda que cada que lo recuerdo me hace saca una sonrisa.
Con más energía de la que nunca he tenido me levanto y me dirijo al baño para una ducha rápida, al terminar me dirijo al armario en el que escojo mi ropa de hoy, al ser domingo y sabiendo que tendré que trabajar mucho para que el gran comedor tenga el aspecto que queremos, me coloco un pantalón cómodo, una camiseta de manga larga ajustada y un suéter, el frío ya se empieza a sentir en el castillo. Mi cabello lo acomodo en un moño para que no me estorbe y estoy lista para mi día.
Antes de salir una bolsa roja llama mi atención, la bolsa que contiene mi disfraz, está encima de mi baúl, aun sin ser abierta.
Mentiría si dijera que no he tratado de sacarle a Ginny la información, la curiosidad por saber que es mi disfraz me carcome por dentro, pero mi amiga pelirroja es terca y no me ha dicho nada, considerando no por primera vez abrir la bolsa y dar una rápida mirada, pero antes de caer en eso sacudo levemente mi cabeza, ya he llegado hasta aquí para fallar ahora.
Y justo a tiempo, unos golpes en la puerta me hacen saltar en ese preciso minuto.
—¿Hermi estás lista? — la voz de Ginny me llega del otro lado, con un suspiro derrotado le doy la espalda a la bolsa, tomo mi varita y me encamino a donde me llaman.
—Buenos días, Ginny, vamos —Saludo al abrir la puerta y ver a la pelirroja con un atuendo parecido al mío.
Bajamos las escaleras de mi torre hablando de lo que haremos primero, cuando llegamos a la sala común un sonriente Harry nos espera vestido con unos vaqueros desgastados y camisa Roja de manga larga.
—Hola hermosa — dice mi amigo antes de saludar a su novia con un beso bastante apasionado, lo que me hace tener una punzada de incomodidad.
—Hola Harry —Interrumpo para hacerme notar, la pareja se separa rápidamente, ambos con la respiración agitada y las mejillas sonrojadas.
—Lo siento — dicen ambos a la vez.
Negando con la cabeza y en cierto modo divertida me encamino a la salida con ellos pisándome los talones, no llegamos muy lejos, en uno de los pasillos me detiene un llanto suave, frunzo el ceño, estamos demasiado lejos del tercer piso para pensar que se trata de Myrtle.
Les hago una seña a mis amigos, estos rápidamente me entienden y con un movimiento afirmativo buscamos el origen del llanto, con la varita fuertemente apretada en la mano, abro puerta tras puerta; sin embargo, cuando finalmente encuentro el origen del llanto el corazón se me rompe un poco por lo que veo.
Es un aula abandonada, donde solo se pueden ver muchas butacas cubiertas de polvo, hay una joven rubia está sentada con la cabeza cubierta con sus manos.