Capítulo 5.

6.2K 297 44
                                    

Cuando nos avisaron que teníamos que estar presentes en el juicio de los Mortífagos, nunca creí que vería el juicio de nada más ni nada menos que el mismo Draco Malfoy

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando nos avisaron que teníamos que estar presentes en el juicio de los Mortífagos, nunca creí que vería el juicio de nada más ni nada menos que el mismo Draco Malfoy. Fue una tremenda sorpresa, pues no se supo nada de su captura, a pesar de que el profeta estaba anunciando a los cuatro vientos cuando se atrapaba a cualquier Mortífago o partidario del señor tenebroso.

Aun con mis mejores intentos por mostrarme fuerte, sin duda fue impactante ver a aquel chico arrogante y engreído que se pavoneaba todos los días por la escuela, convertido en lo que es ahora. Con los hombros encorvados en derrota, contestando las preguntas como un robot y con el arrepentimiento grabado en el rostro.

Su indiferencia solo se rompió una vez en la que sus plateados ojos se volvieron hacia donde estábamos nosotros sentados, en esa ocasión sus ojos reflejaron un gran dolor sin razón aparente. Sin embargo, estas pequeñas muestras de rareza no se comparan a lo que ocurrió cuando se terminó el juicio.

Cuando el ministro dio la sentencia me quedé de piedra, pues todos sabemos que no existe peor final para un mago que terminar en Azkaban, en ese instante, pese a todo lo que nos ha hecho pasar a Ron, a mí y en especial a Harry. Me sentí muy apenada por aquel pobre joven que, por tomar decisiones equivocadas y por querer seguir el camino que sus padres han marcado para él, terminó solo. Casi puedo imaginármelo en una prisión húmeda en la que solo tendrá por compañía a los Dementores y estos se encargarán de quitarle todo rastro de felicidad marchitando su esencia y su cuerpo hasta hacerlo polvo.

Por esta razón no pude apartar mi mirada de él, sé que mis ojos reflejaban pena y sin darme cuenta las lágrimas comenzaron a salir de ellos sin control. Para mi alivio Harry y Ron estaban ahí, así que mi cuerpo fue envuelto con rapidez en sus brazos siempre protectores. Al levantar la vista, los mismos ojos grises estaban fijos en nosotros, una sonrisa triste se asomó por sus labios en un intento inútil de consolarme.

Fue la gota que colmó el vaso.

No sé qué me motivó, pero en ese instante le hice una promesa, que estoy segura de que cumpliré aún con mi último aliento, así que tratando de ser lo más clara en mis palabras, vocalicé de manera lenta.

—Te sacaré de Azkaban.

Él por un momento me lanzó una mirada perpleja, pero aun así noté la esperanza que brilló en sus ojos, la esperanza que mi promesa le dio lo hizo caminar erguido y con orgullo. A pesar de que estaba siendo escoltado por un par de aurores, no pude evitar pensar en que así es como debe lucir Draco Malfoy.

Al llegar a la madriguera, fuimos bombardeados por preguntas; sin embargo, cuando les confesamos quién era el enjuiciado y la horrible sentencia a la que fue sometido, se hizo el silencio por poco tiempo. Luego las reacciones de ellos fueron de una conmoción extraordinaria, la de la señora Weasley fue la peor, pues se puso a llorar a pulmón abierto por lo ocurrido, a sus ojos y a los de muchos, Draco Malfoy no era más que un niño.

Mi Razón Para Seguir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora