Capítulo 15.

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 La noche ha caído y hace unas pocas horas que mi madre se fue, pero yo siento que fue hace un año

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La noche ha caído y hace unas pocas horas que mi madre se fue, pero yo siento que fue hace un año. No puedo esperar a mañana, estoy muy nervioso por el caso, por la sentencia final, por el hecho de que en unas pocas horas se sabrá si seré libre o todo irá para peor.

Mis pensamientos giran en torno a esta decisión, y en el hecho de que este importante suceso que marcara mi vida entera queda en manos de un completo extraño.

Mi mente va a mil por hora, analizando todo lo que puede ir mal mañana, que no escucho los pasos que se acercan con lentitud a mi celda. No estoy consciente de nada hasta que es demasiado tarde, la puerta de mi celda se abre y cierra con una voz conocida cortando el apacible silencio.

Sabía que no podía tener tanta suerte como para que el loco Mortífago me dejara solo esta última noche.

—Buenas noches, querido compañero, ¿cómo fue tu día hoy en tu hermosa mansión?

El cuerpo se me pone rígido en cuestión de segundos y la respiración acelerada no tarda en llegar, soy presa del pánico tanto física como mentalmente. Es imposible de evitarlo, considerando las torturas que paso todas las noches a manos de este sujeto, es como si mi cuerpo se resistiera a moverse.

Aun así, hay una vena estúpida de mi parte que me hace responder ocultando lo mejor posible el miedo en mi voz.

—Pues… la verdad estaba muy bien hasta que tú llegaste… así que si pudieras hacerme un favor y retirarte —pronuncio sin siquiera levantarme de mi pequeño catre. Por el rabillo del ojo trato de observarlo, pero como siempre es imposible, la oscuridad de la celda y la capucha que nunca se quita me impiden verlo.

Por desgracia para él, si mi vista no funciona para determinar su expresión, mis otros sentidos toman el mando y mi oído me permite escuchar como su respiración se vuelve más pesada, está furioso.

—¡Vaya! El pequeño niño quiere hacerse el valiente otra vez…  ¿será por la visita de hoy? ¿Mami te hizo tener esperanza? Pero ella está equivocada, Malfoy, tú y yo sabemos la verdad, eres un cobarde que se pudrirá en Azkaban para siempre.

Sus palabras me enfurecen y al mismo tiempo siembran aún más dudas en mi corazón, el ser llamado cobarde me duele más de lo que pensaba. Sé que lo soy por algo, siempre salía corriendo ante la más mínima señal de peligro, pero que él lo diga me enfurece, no necesito que me restringen mis defectos en la cara. Aunque…

Un cobarde no se lanzaría directo a entregarse a los Aurores con la esperanza de que esto salve a sus padres.

Cobarde, no creo que no sea un cobarde.

Es con esta determinación y con un ataque de valentía o locura de mi parte que me abalanzo sobre el hombre que me ha torturado los últimos días rezando para tomarlo por sorpresa y que no llame a los Dementores.

Para mi suerte logro concretar varios golpes y entre el jaleo de la pelea, así como la cercanía en la que estamos, la capucha cae casi a cámara lenta y al fin puedo ver la cara del hombre.

El hombre que me devuelve la vista es alto, de cabello negro como la noche, ojos que hipnotizan y de un color azul asemejando los más profundos océanos y en la mejilla derecha se puede apreciar tres cicatrices de garras al igual que en la frente.

Me quedo quieto por la sorpresa y conmoción, sin embargo, es más que nada por la incredulidad. No conozco de nada a este hombre, en ninguna reunión, en ningún momento vi un Mortífago con la cara de este sujeto.

Por desgracia para mí, debo quedarme mucho tiempo quieto, pues el maldito me empuja intercambiando posiciones, ahora soy yo el que recibe golpe tras golpe por unos minutos hasta que logro alejarme de él una vez más.

A pesar de todo, él también está exhausto, observo como se levanta de manera tambaleante, como si no pudiera hacerlo con la agilidad que él quisiera, para mi desgracia hay unas manos cadavéricas que se apresuran a ayudarlo.

Los Dementores para incredulidad mía lo rodean y tratan como a un bebé al que hay que cuidar, él desestima su ayuda y limpiándose la sangre que brota del labio, dice.

—¿Sabes que esto te costará caro, cierto?

Con un movimiento de su mano los Dementores que han llegado en manada en cuestión de segundos se acercan a mí, uno de ellos me toma del cuello acercándome lo más que se atreve a su boca. Siento sus dedos dejando marcas en mi pálido cuello, pero es aún peor la sensación de su poder, su habilidad única que se lleva toda calidez de mi cuerpo, toda alegría, toda esperanza desaparece.

Estoy a punto de perder la conciencia cuando el Dementor me suelta, caigo de rodillas jadeando por aire y con lágrimas en los ojos, solo el dolor queda en mi mente, en mi cuerpo, solo soy dolor. 

Siento la presencia del hombre a mi lado, antes de que pueda hacer algo aparte de jadear, este me toma con fuerza del cabello obligándome a verlo directamente.

—¿Sabes una cosa? Los Dementores pueden ser interesantes, sus poderes te quitan todo y te dejan anhelado la muerte. Sí, pero hay una manera más… musical de lograr eso, tu tía Bellatrix me lo enseñó.

Para mi absoluto horror, el hombre mete su mano en su túnica y saca ni más ni menos que una varita.

—No —exclamo con horror uniendo los puntos con rapidez, la varita, una que se supone, no puede tener en Azkaban, y el nombre de la encantadora tía Bella, solo puede significar una cosa.

—¡CRUCIO!

La maldición me da en el pecho y empiezo a sentir como si mil cuchillos se clavaran en mi cuerpo, como si todos mis huesos se rompieran a la vez, grito en carne viva que pare, que se detenga, grito clemencia, grito piedad, pero no se detiene.

Al igual que tía Bella, en ese verano de mi sexto año, nunca se detiene.

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Cuando en la escuela te hablan de la maldición cruciatus nunca te dicen que el dolor se queda, que casi puedes sentirlo una vez más, recorriendo tu cuerpo aun después de horas y horas. Aun dentro de la incidencia, es una constante y a veces te imaginas que nunca va a desaparecer.

A mi alrededor se escuchan ruidos bajos, personas murmurando sobre lo mal que se ve alguien y que si es llevado en estas condiciones al jurado se meterán en problemas.

Al abrir los ojos e inspeccionar rápidamente el lugar me encuentro a mí mismo tirado en un rincón de mi celda, el Mortífago fue reemplazado por tres aurores que me observan con lástima e incredulidad. Por lo menos eso me hace saber que ellos no están al tanto de que uno de sus reos se pasea libremente por la prisión. No sé si sentirme aliviado o enfurecido por esto, pero antes de que pueda decidirme, me ordenan levantarme, lo cual hago con movimientos tambaleantes gracias a los cruciatus de anoche.

Uno de los aurores se acerca a mí y me indica que junte las manos, yo obedientemente las extiendo, con su varita, forma una cadena mágica que se enrosca en mis muñecas y crea unas esposas que brillan cual rayo de sol. Al intentar forzarlas recibo una descarga eléctrica, algo radical a mi parecer.

Con paso lento emprendemos la marcha, avanzamos entre pasillos desconocidos, llenos de gritos y gemidos de los otros reos. Así como de Dementores que estoy casi seguro, me observan con hambre, temiendo que su juguete se vaya. Al final vamos a parar al techo de Azkaban, donde una vieja tetera nos espera, un traslador al parecer.

Nuestro destino es el ministerio de magia, con pasos apresurados y varitas apuntándome de todos lados, soy escoltado hasta una pequeña habitación que, según sé por mis años acompañando a padre, está justo al lado de la sala de juicios. En la habitación hay más aurores que se sorprenden un poco por mi apariencia, pero aun así ninguno baja las varitas, al contrario, parecen sostenerlas con más fuerza, como si en algún momento fuera a atacarlos.

La tensión al otro lado de la habitación es palpable desde aquí, tanto que incluso yo estoy nervioso, en unos cuantos minutos será tomada la decisión que marcará el rumbo de mi vida y esta decisión está en manos de un completo extraño. Un extraño que bien puede compartir el claro odio que muestra cada auror en esta habitación hacia mí, ¿pero quién puede culparlos? La caída del mundo mágico empezó cuando dejé entrar Mortífagos a Hogwarts y causé la muerte del único hombre capaz de hacerle frente al señor tenebroso.

Bueno, ahora uno de los dos únicos hombres, después de todo, Harry Potter logró lo imposible.

Con cada minuto que pasa la espera solo se hace más larga y angustiosa, al fin escucho mi nombre. Al buscar al causante, es un auror que me indica con un movimiento de cabeza que es hora, al entrar a la sala me veo rodeado de magos que me observan desde arriba, muchos de ellos me ven con pena e incredulidad. Otros con odio y rencor y me permito disculparme mentalmente con cada uno de estos últimos, no sé cuántos de ellos perdieron a alguien en la guerra.

Con eficiencia los aurores me encadenan a la silla quedando frente al ministro de magia, a pesar de su rostro duro puedo ver en sus ojos lo perturbado que está por mis condiciones. Aun así, el show debe continuar, por lo que levantándose de su asiento, Kingsley Shacklebolt empieza a hablar con voz fuerte para que todos los presentes lo escuchen sin necesidad de un hechizo.

—Se retoma el caso de Draco Lucios Malfoy Black, culpable anteriormente de ser un Mortífago activo en la segunda asunción del señor tenebroso. Responsable de dejar entrar a Mortífagos a Hogwarts, así como de tortura de no más de 15 magos y brujas registrados hasta el momento, que pase el abogado del sentenciado, por favor.

Esta parece ser la llamada más dramática que se le pudo haber ocurrido al ministro, pues solo sirve para aumentar la tensión, detrás de la silla donde estoy sentado se escucha el cerrar de una puerta. Todo el mundo lanza sonidos de incredulidad en diferentes volúmenes, lo que internamente me hace maldecir la estúpida silla que me impide voltear, no sé si esas exclamaciones son de asombro o de enfado, el silencio se expande por la habitación, solo queda el repiqueteo de tacones que se escuchan cada vez más cerca.

Cuando al fin estos se detienen a mi lado, observo asombrado un par de ojos castaños, los ojos castaños de la última persona que pensé que vería en este juicio y mucho menos como mi misteriosa “abogada”.

Granger se ve hermosa, trae puesto una falda de tubo color negro, una blusa azul cielo, un saco y zapatillas que combinan con su falda, debo suponer que es lo más formal en traje muggle para damas.

—No me jodas. —Se me escapa de mis labios atrayendo la atención de Granger y la mayoría de los presentes que empiezan a salir de su estado de estupefacción para  comenzar a susurrar por lo bajo; sin embargo, solo tengo ojos para Hermione que me da una sonrisa pequeña antes de susurrar también.

—Muy ingenioso, Malfoy, ahora saquemos tu culo pálido de Azkaban.

Los murmullos parecen empeorar por sus palabras y no es por la mala palabra, sino por el hecho de que ella, la más brillante integrante del trío de oro, sea quien defienda a un Mortífago.

Por las barbas de Merlín, ¿en qué está pensando esa cabecita brillante suya para querer defenderme frente a todos, arriesgándose al odio y desprecio de toda la comunidad mágica?

«Te sacaré de Azkaban»

Recuerdo su anterior promesa, fue parte de lo que me hizo no caer en la locura estos meses en Azkaban; sin embargo, no puedo creer lo que está haciendo por mí. ¡Por Merlín, Salazar o quien quiera que me escuche! ¿Qué no recuerda todo lo que la hice sufrir? ¿Todas las burlas e insultos? Y no solo a ella, a todo su círculo social, yo lo recuerdo y en serio quiero darme una patada por idiota.

Escaneo la sala en busca de una respuesta, pero lo único que encuentro es a Potter sentado unos pocos lugares a la derecha de Kingsley, el niño que vivió había pasado desapercibido por completo, pero ahora que lo localizo le lanzo lo que considero yo es la mirada más perdida del mundo. Debo ser bastante lamentable hasta para él que solo se limita a saludarme sin más. Bien, eso lo explica, he perdido la cabeza.

Sin embargo, al verlo a él también compruebo que la comadreja no está, frunzo el ceño y con curiosidad lo busco por la sala, no está, su ausencia contribuye con la rareza del día, pues el trío de oro siempre va junto.

Al fin Kingsley llama al orden y sin más demoras el juicio empieza.

Observo como Granger presenta mi caso con la mayor naturalidad del mundo, como se desenvuelve presentando prueba tras prueba en mi favor, su mayor argumento es que en el verano de sexto año cuando recibí la marca tenebrosa era menor de edad.

Veo como son llamados testigos que aseguran que mi castigo es excesivo para alguien tan joven y prometedor con las pociones como lo fui en su tiempo, cómo Mortífagos con asesinatos en sus manos fueron castigados con mucho menos en el pasado. Madre y padre son llamados a testificar, ambos bajo veritaserum aseguran haber estado constantemente bajo amenaza de muerte y vigilados día y noche, que si actúe como actúe fue solo para protegerlos a ambos. Madre incluso narra las horas y horas de tortura psicológica y física a las que me sometía Bellatrix ante el más mínimo fallo.

Potter, por su parte, habla sobre cómo me negué a reconocerlo cuando fue capturado y de cómo esto les dio la ventaja para poder escapar de la mansión Malfoy, así como él asegura haber visto a mis padres y a mí regresando a la batalla de Hogwarts y haber aturdido a varios Mortífagos. Algo que no tenía idea que él había visto siquiera.

Granger lo está haciendo de maravilla, casi yo mismo creo mi inocencia; sin embargo, aunque habla largo y tendido sobre mí, nunca me ve a la cara y en las pocas veces que la veo de frente detecto algo que me indica que no está bien. Está un poco más delgada que la última vez que la vi, además el brillo que sus ojos poseían ha desaparecido, estos mismos ojos están algo hinchados y con ojeras debajo como si se la hubiera pasado llorando durante varios días, también me doy cuenta de que ante el más mínimo sonido fuerte se encoge casi imperceptiblemente.

Algo en ella no está bien, ella se ve tan… rota. Eso a su vez explica la ausencia del pelirrojo en el lugar, algo debe haber pasado con ambos, algo muy grave para que ella esté así. Y aun así, aquí está ella, a pesar del evidente dolor que siente en este momento, a pesar todo lo que hice, está aquí tratando de sacarme del infierno y darme una segunda oportunidad.

Ahora lo tengo muy claro, si salgo o no de prisión, debo disculparme con ella. Ah, y con Potter también, probablemente.

El juicio pasa sin muchas intervenciones de mi parte, no me piden hablar mucho y solo respondo lo que necesito saber, casi como un sueño el ministro indica que esto se acabó y que se procederá a tomar una decisión.

Me quedo inmóvil en mi asiento esperando con los nervios a flor de piel; sin embargo, siento que algo no va bien, el ambiente de la sala está tenso, demasiado causando que yo me tense aún más.

Granger siente mi preocupación y por primera vez en todo el juicio me ve directo a los ojos con una de sus sonrisas solo reservadas para cuando está a punto de responder correctamente a una pregunta hecha por cualquier profesor.

—Tranquilo, Malfoy, aún tengo unos cuantos trucos bajo la manga. Y uno de ellos no debe tardar.

No comprendo cómo puede estar tan optimista, hasta que veo que una lechuza entra en la sala causando un gran alboroto.

El pequeño animal sobrevuela la sala dejando tres cartas que trae en el pico. Una de ellas, en el regazo de Potter, le entrega la segunda a Granger y al final, la lechuza se posa en el reposabrazos de mi silla, depositando la última de las cartas en mi regazo. Observo el sello de cera casi con horror, ahí en medio del sobre claro, escrito con tinta verde esmeralda y con un escudo de cuatro animales está la misma carta que con ansias esperé a los once años.

El escudo de Hogwarts es lo único en lo que puedo concentrarme, eso y en el hecho de que todo el mundo debe de estar completamente loco. Terminé mis estudios de hace un año, no pueden esperar que vuelva, así sea lo que más añoro en esta vida.

Salgo de mis pensamientos al escuchar que Granger que hasta hace un momento estaba a mi lado y muy callada, levanta la voz haciéndose oír entre las voces de todos los presentes de la sala y que parecen no haberse percatado de la entrega del correo.

—Bueno, señores, si las pruebas presentadas no son suficientes para que mi cliente quede en libertad, les presento ante ustedes la carta sellada del colegio Hogwarts de magia y hechicería dirigida al señor D. Malfoy, en la que se hace constar que por decreto institucional debe de regresar al mismo colegio a terminar sus estudios este año. Estudios que se vieron trincados por la guerra y su posterior encierro en Azkaban.

Sus palabras son digeridas en completo silencio; sin embargo, después se hace el apocalipsis. Todo el mundo grita, todo el mundo está furioso, madre y padre lloran de alegría en un rincón, Potter se ríe por lo bajo y Granger lo único que hace es sonreír por lo bajo.

—Silencio por favor —pide el ministro callando efectivamente a la sala antes de continuar—. Por desgracia, todo el mundo sabe que aunque queramos no podemos intervenir en los asuntos de Hogwarts bajo la regla 1997 situada en el siglo XIV que dice, toda decisión tomada por el actual director de la institución educativa no será nunca interferida por el ministerio de magia. A pesar de eso, la situación del señor Malfoy es… peculiar, así que, propongo que este año de estudios sea un período de prueba en el que el señor D. Malfoy, tendrá que asistir a clases sin meterse en problemas. Demostrar que ha cambiado con un comportamiento impecable y al final del curso presentar ante esta corte un motivo por el que no debería de ser mandado de nuevo a prisión, que sus acciones hablen, no sus palabras, señor Malfoy.

Con eso se da por terminada la sesión, las protestas se hacen oír, sin embargo, también encuentro aplausos por algunos miembros del tribunal, por mi parte no puedo creerlo. Soy libre, ¡LIBRE! Al final, luego de semanas estoy fuera de ese infierno al que se me condenaron y no estoy dispuesto a volver, si el ministro quiere un comportamiento impecable me convertiré en un puto santo, arreglaré mi mierda, y creo que sé por dónde empezar.








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F.E: 29/08/23
Se los juro, cada que digo que voy a arreglar estos capítulos uno diario siempre pasa algo que me impide hacerlo, pero me voy a rendir? No porque soy demaciado terca para eso.

En fin.
Besos. M.lunaica

Mi Razón Para Seguir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora