El señor tenebroso ha caído y con él la situación de sus Mortifagos más leales es oscura, entre entregarse a los aurores, asumiendo las consecuencias de sus actos y muy probablemente pasando el resto de su vida en la temible prisión de los magos o p...
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Los casos de agresión de género siempre fueron uno de los temas de conversación favoritos entre mi madre y yo, yo no entendía cómo era posible que una mujer pudiera soportar tanto. Para mí era algo surrealista, mucho más cuando se leían testimonios de ellas, incluso justificando al agresor.
Recuerdo debatir largo e indignarme mucho más con cada artículo o caso que leía, mi madre más sabía de lo que ella misma aparenta, me decía que no juzgara a las chicas. No estaba consciente de cómo los agresores actuaban con ella, no era consciente de cómo el estúpido corazón busca justificar cada acto, cada golpe, cada insulto.
No lo entendí hasta ahora, pues una parte de mi cerebro se niega a entender, para él no soy víctima de agresión. Solo ocurrió una vez, solo estaba borracho, no significa nada, Ron no es así, yo lo conozco y reconsidero volver a la madriguera y hablar con él, pero ante este pensamiento me estremezco de pies a cabeza, aterrada de él, aterrada de mi Ron.
Tres días han pasado, y en mí no encuentro la fuerza para levantarme, llevo horas y horas tratando de encontrar qué fue en lo que fallé. Qué hice mal, cómo demonios, mi vida termino así, metida en el número doce de Grimmauld Place. El único lugar que Harry consideró seguro, después de todo, ambos estamos solos, no tenemos ningún otro lugar privado donde ir.
Harry está preocupado, lo escucho pasearse cada pocas horas fuera de la puerta de la habitación donde he decidido refugiarme. Casi puedo imaginar a mi mejor amigo, valiente y leal tratar de encontrar las palabras exactas para animarme o algo que decirme, parece que en ninguna ocasión puede hacerlo, pues se va unos minutos después.
Trato de llorar en silencio para no preocuparlo, pero sé que fallo miserablemente cuando incluso Kreacher, el antaño gruñón elfo doméstico, empieza a preparar mis comidas favoritas. Nunca entra a mi habitación, solo las hace aparecer con un chasquido en el pequeño mueble junto a la cama y después las hace desaparecer tan intactas como cuando llegaron.
Las comidas han empezado a aparecer con pequeñas notas de ánimo o flores a su lado, la primera vez que esto pasó fue una novedad y la curiosidad pudo más conmigo, en ella encontré las letras vacilantes del elfo doméstico con el mensaje.
"Deje de llorar sobre las sábanas prístinas de la casa Black, un traidor de sangre no vale la pena."
Creo que es su manera de animarme.
Todo este tiempo sola he maldecido, llorado y gritado por lo absurdo de la situación. Es como si estuviera en duelo, por lo que fue la amistad de muchos años hoy pérdida, duelo por lo que teníamos, una relación hermosa que apuntaba a que fuera eterna, y sobre todo duelo por lo que ya nunca podrá ser. Pues si bien Ron se adelantó demasiado, no puedo decir que no anhelaba una vida a su lado, adelante, mucho más adelante de lo que él piensa.
No sé qué hacer ahora, volver a Hogwarts ahora parece un mal chiste; sin embargo, no puedo dejar que esto me termine matando. No puedo, soy una Gryffindor... o al menos eso pienso, el sombrero seleccionador me puso ahí por una razón, sé que debo levantarme y seguir, pero el corazón me pesa demasiado.