El señor tenebroso ha caído y con él la situación de sus Mortifagos más leales es oscura, entre entregarse a los aurores, asumiendo las consecuencias de sus actos y muy probablemente pasando el resto de su vida en la temible prisión de los magos o p...
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El tiempo es algo con lo que no puedes jugar, yo aprendí esto en mi tercer año en Hogwarts, con el giratiempo y todos los problemas que me causó. Ahora entiendo también que este tiempo puede pasar tan rápido como un suspiro, eso es lo que siento con estos últimos días, desde el juicio de Malfoy el tiempo pasó volando.
Algo que me hace olvidar el dolor, aunque eso debo de agradecérselo principalmente e irónicamente, a Malfoy. Su agradecimiento y ahora nueva amistad viene con sus continúas cartas, llenas de tonterías de su día, anécdotas de bromas que le hizo a los más jóvenes de Hogwarts en años pasados, y para mi entera sorpresa, también temas muy interesantes o complejos. Es muy nuevo para mí el poder hablar con alguien de temas como estos, ambos somos apasionados académicos, por lo que parece, pues podemos llenar pergamino tras pergamino de respuestas y preguntas.
Debo de admitir que incluso las cartas de Malfoy han sido una mejor compañía que Harry, el cual al principio se puso un poco celoso de mi reciente correspondencia con Malfoy. Creo que piensa que lo estoy reemplazando, por suerte, esto no escaló a mayor, ya había tenido suficiente de lidiar con celos para que mi mejor amigo fuera igual, así que le expliqué con paciencia todo lo que pasó en el despacho del ministro y el nuevo acuerdo de paz entre el hurón y yo.
Pienso que en cierta forma la reciente amistad con el pelo blanco también ha beneficiado a Harry, el cual ya no tiene que estar preocupado por mí, pues mi ánimo ha aumentado bastante. En su lugar, Harry pasa un merecido tiempo con Ginny.
Los observo con cierta melancolía, su felicidad es tan palpable que no puedo evitar que mi corazón duela un poco cuando recuerdo a su hermano, añorando también nuestros pocos, pero románticos momentos juntos.
Ginny no me habla de él, pero mi curiosidad puede más conmigo, así que no puedo evitar cometer el error de preguntar por él a la pelirroja. Por desgracia, Harry escuchó y se negó a hablarme por dos horas, hasta que nos sentamos a hablar, ambos teníamos mucho que decir y él admitió que también extrañaba a su mejor amigo, pero no estaba dispuesto a perdonarlo tan fácilmente, no está vez al menos.
Con el tiempo transcurriendo demasiado rápido, el momento para volver a Hogwarts es inevitable, pero antes, debemos hacer la obligatoria parada al callejón Diagon, pues Harry no cuenta con nada de los materiales escolares asignados para este año. No creímos que él los necesitaría, pero con el llamado de McGonagall, son indispensables, la emoción siempre recorría mi cuerpo hasta la noche pasada cuando por red flu, Ginny comentó que su familia también iría al callejón Diagon el mismo día que nosotros. La emoción dio paso a los nervios y al miedo ante la perspectiva de que puedo encontrarme con Ronald.
Si eso ocurre, si llego a encontrarlo, será la primera vez desde ese día, a pesar de sus cartas que siguen alimentando el fuego de mi chimenea día tras día, me prometí a mí misma no perdonarlo, no escucharlo siquiera.