-Narra Draco -
Nada más abrir los ojos y me doy cuenta de que será un día extraño aún para los estándares de Azkaban, para empezar, no estoy rodeado de Dementores, algo extraño considerando que casi duermen conmigo.
La segunda incongruencia que noto y la que me hace fruncir el ceño, es que me siento descansado, como nunca desde que llegué aquí. Por un momento reflexiono sobre eso y descubro con asombro que esta vez no hubo pesadillas, ni una sola.
Levantándome de mi pequeño catre me acerco a la puerta y me encuentro con lo que ya sospechaba, no hay ni un Dementor cerca, lo que solo puede significar una cosa: tendré visitas.
Tomo la bandeja de la cosa que ellos llaman comida, que está justo a mis pies y empiezo a comer, pensando muy detenidamente en la última paliza que recibí por parte del maldito Mortífago.
Desde aquella primera vez, ese mal nacido viene a torturarme cada dos noches sin falta y los Dementores parecen alejarse de él como si fuera el patronus más brillante. Además, él ha sido listo, muy listo, todas las noches en las que viene me tortura de las maneras más extrañas, y extravagantes posibles, con cosas tan comunes y ordinarias que antes de este día no creí que fueran más que un objeto común y siempre se asegura de que su rostro esté cubierto por una capucha, impidiéndome reconocerlo.
He tratado de pelear con él, pero ante el más mínimo indicio de lucha, los Dementores se acercan más a mí drenando mi magia y mis energías, mientras que él se queda ahí parado sin siquiera inmutarse por estos seres.
Cuando el desayuno termina, sigue sin haber señales de Dementores o la misteriosa visita, por lo que sin nada que hacer me recuesto en el catre con la mente pérdida en miles de cosas y con nada en realidad.
Tan distraído estoy que apenas escucho cuando la puerta se abre, me tenso ante este ruido pensando que el Mortífago adelantó su «Visita».
Temblando un poco me levanto de manera lenta y volteo con vacilación, pero cuando mis ojos se fijan en mi visitante no puedo creer quién está parado frente a mí. Estoy tan feliz que creo que mi corazón explotará, tan feliz que un pedazo de mi alma rota se digna a creer que aún hay algo por lo cual vivir, algo por lo que luchar.
Normalmente, no muestro mis sentimientos, no es propio de un sangre pura a menos que esté en lo privado de su hogar, pero la persona que está ahí parada frente a mí con los ojos inundados de lágrimas es tan importante para mí que no me importa y le dedico una pequeña sonrisa rota. Eso no impide que la otra persona me sonría y corra a abrazarme con desesperación, cosa que yo devuelvo con gusto.
Así estamos por un largo tiempo sin importar cuánto, en el que yo solo puedo entrar mi cara en la curva de su cuello y aguantar las lágrimas que amenazan con salir, mientras que escucho a mi madre sollozar de dolor por las condiciones en que estoy y alivio al saber que al menos estoy vivo.
(N/A. a que pensaron que era Hermione:p )
En cuanto mi madre me suelta, sus ojos me escanean una vez más temblando de dolor y frustración al ver mis heridas, pero no dice nada. Con los labios fuertemente apretados en una línea, mi madre me hace sentarme en un pequeño catre. Aunque, técnicamente, no se permite magia en Azkaban y ni siquiera trae una varita, conjura algunas pociones y ungüentos y con el mismo cuidado que tenía cuando niño y terminaba con una rodilla raspada, los aplica en mis brazos, mi cara y ante su insistencia, también en mi pecho.
No es hasta que termina y vuelve a desaparecer el último de los ungüentos con un movimiento suave de su mano que habla con la voz tan suave que apenas consigo escuchar algo.
—Cariño... ¿qué te ha pasado?
Odio verla así, esta mujer, es tan vulnerable cuando se trata de su familia que me rompe el corazón. Por ella es que decidí tomar la marca tenebrosa, para protegerla, por lo que una vez más debo hacerlo, protegerla del dolor que le causará saber la verdad de mi situación.
—Tranquila, madre, estoy bien —susurro tan bajo como ella, aunque sé que no me cree, ella no puede apartar sus ojos de la marca tenebrosa que ha quedado desgarrada casi por completo con los cortes que ha hecho el Mortífago.
—No mientas, dragón —susurra alzando su rostro y viéndome con dolor—. Mírate nada más cariño, estás todo golpeado y sucio, parece que llevan semanas torturándote.
Me encojo de hombros ante lo acertada que está y ese movimiento me delata, pues sus ojos se abren de inmediato y con voz mucho más apremiante, dice.
—¿Es eso, Draco, los guardias te están torturando? Si es así debemos hacer algo, ni tu padre tenía estas condiciones cuando estuvo aquí.
A pesar de su evidente preocupación, no puedo evitar sonreír, para aliviar un poco su tensión.
—¿Te lo imaginas en este estado? Ya quisiera ver la cara de padre cuando me vea —bromeo a pesar de todo, lo que hace que mi madre detenga sus quejas y por un momento me da una mirada llena de asombro.
—No... no puedo creer... aún puedes reír, aún eres tú.
—Oh, eso... sí, se necesita más que unos pocos Dementores para destruir a Draco Lucius Malfoy Black —bromeo una vez más esperando que la pequeña sonrisa que se asoma en sus labios no desaparezca pronto.
Por lo cual ella no me decepciona, pues con una sonrisa aún mayor y con las manos en el pecho exclama.
—Qué feliz me hace el ver que aún tienes esperanzas, si logramos que el jurado te vea en estas condiciones, tal vez tengan piedad por ti. Bueno, sería más fácil si pudiéramos hablar con el abogado mágico que se designó para ti, pero...
Pocas personas saben que mi madre tiende a divagar cuando está emocionada, yendo de un lado al otro a mil por minuto y aunque yo estoy acostumbrado y normalmente dejo que diga todo lo que necesita, hay algo en sus palabras que me asombra y me obliga a interrumpir.
—Madre, me harías el favor de explicar, no entiendo, ¿cuál abogado?
Eso la hace detenerse y con una sonrisa apenada recobra la compostura Black, aunque el brillo de esperanza en sus ojos no se esfuma.
—Bueno, ya que me lo pides de una manera tan educada, te diré. No sabemos el cómo, pues nuestros esfuerzos no dieron mucho éxito que digamos; sin embargo, serás llamado nuevamente a la corte y existen los rumores de que se te puede dejar en libertad.
Madre espera alegría o alguna respuesta positiva de mi parte, sin embargo, mi mente solo puede enfocarse en una cosa.
—En... ¿en libertad? Pero el trato con Kingsley…
—Justamente por eso es que creemos que se presentó esa oportunidad —desestima madre con un movimiento en su mano—. Una parte de la población mágica está preguntando por qué solo tú conseguiste un juicio y se corrió el rumor de que el ministro hizo un trato contigo, lo cual es cierto. Así que mucha de la prensa mágica ha hecho hincapié en que a pesar de tus delitos y los de toda la familia, no es justo que un joven mago que apenas es mayor de edad cumpla con una sentencia tan extremista, eso y según dicen, un mago anónimo está dispuesto a defenderte y sacarte de aquí.
—Madre... ¿estás segura de que esto es bueno? ¿El abogado no querrá en realidad hundirnos aún más?
Mis palabras parecen desinflamar un poco el regocijo de madre porque con inseguridad responde.
—Bueno, hijo, es cierto que a nosotros no se nos permitió interferir en el caso, y tu defensor es el secreto mejor guardado del ministerio, pero tengo una buena corazonada y Lucius ha oído que este abogado es alguien muy capaz, el ministro se deshace en halagos cada que alguien le pregunta por él.
No me gusta el hecho de que un completo desconocido me defienda en la corte mágica, la probabilidad de ser sentenciado al beso del Dementor ronda más que nunca sobre mi cabeza.
Son estos pensamientos los que rompen mi fachada, con rabia y lágrimas en los ojos le grito a madre sin importar nada.
—¿Cómo demonios se les ocurre hacer eso? ¿Acaso quieren que me pudra en Azkaban por el resto de mi vida? O peor, ¿es que el beso del dementor es mejor que estar aquí encerrado para ustedes?
A pesar de su optimismo inicial, madre piensa lo mismo que yo, no hay que ser un experto para poder interpretar sus sentimientos. Su semblante cambia a uno triste y sus ojos llenos de lágrimas me hacen saber que ella teme lo peor. Aun así, madre toma mi cara entre sus manos y tratando de conseguir que me calme hace lo mismo que cuando era un niño.
Me cierra los ojos con las manos antes de abrazarme con fuerza, sus manos están en mi cabello a pesar de la diferencia de altura y me susurra al oído palabras tranquilizadoras, diciéndome que todo estará bien, que tenemos que tener fe en el abogado, que podremos superarlo.
Mucho tiempo después y cuando las palabras de aliento se escuchan huecas para los dos, ella explica otra cosa, lo que siempre he preguntado internamente, pero nunca he dicho en voz alta.
—¿Sabes? Nunca te hemos contado el motivo de todo este desastre, pero creo que ya es la hora... cuando naciste eras un bebé hermoso, y muy llorón por cierto. —Me dice haciéndome reír un poco, sus suaves palabras me tranquilizan y reconfortan a la par que ella pasa sus manos por mi cabello, arrullándome con ternura—. Desde el primer momento en el que te vi supe que serías especial para mí, y tu padre... él te amó desde el momento en el que te vio. Todos en la casa te amamos desde que oímos tu primer llanto resonando por toda la mansión y prometimos siempre cuidarte, pero... poco antes de que nacieras el reinado del señor tenebroso estaba en pleno apogeo: matando muggles, a los que él consideraba traidores de sangre o impuros, buscando seguidores. En aquel entonces mi hermana Bellatrix tenía unos ideales muy diferentes a los nuestros y no dudó en unirse a los Mortífagos, tu padre y yo nos preocupamos mucho por ella, pero sabíamos que no podíamos hacer más, mucho menos yo que estaba embarazada y a punto de dar a luz.<<<
>>>Sin embargo, una semana después de que nacieras, tu padre y yo estábamos tranquilos en la sala cuando tu tía llegó a la casa informándonos que teníamos la dicha de unirnos al señor tenebroso, pues éramos la familia más pura del mundo mágico. Nosotros nos opusimos de inmediato, alegando lo peligroso que podía ser, no podíamos dejarte solo si algo nos pasaba. Era peligroso, lo sabíamos y sinceramente ni tu padre ni yo creímos mucho en los ideales que tus abuelos trataron de inculcarnos, pero Bellatrix... ella no se tomaba muy bien el rechazo. Empezó a lanzar maldiciones contra nosotros, nos defendimos con muchos esfuerzos, ya que ella era muy poderosa, habíamos llegado a un punto muerto y así hubiéramos continuado de no ser porque... —Se detiene de golpe y me separo de ella para ver sus ojos llenos de lágrimas como si el recuerdo aún le causará dolor—. Porque un llanto nos detuvo, Bella no dudó en subir las escaleras riéndose como desquiciada, era la primera vez que la veía así, ya no podía reconocer a mi hermana. No dudamos en seguirla aterrados por lo que podría hacerte, pero fue tarde, cuando la alcanzamos vi la escena más aterradora y la causante de mis pesadillas hasta el día de hoy, te tenía sujeto solo por uno de tus pequeños piecitos, aparentando fuertemente y sobre el fuego de la chimenea, nos amenazó, o nos unimos a la causa de su señor o te lanzaría a las llamas. No tuvimos otra opción. Hasta que tu padre tomó la marca tenebrosa esa misma noche nos fuiste devuelto a nosotros.
Termina su relato en medio de sollozos y ahora soy yo el que trata de consolarla, sin embargo, hay algo que no me cuadra en todo esto.
—Madre... dijiste que ustedes rechazaron a Bellatrix y sus ideales eran incorrectos, ¿no les importaba la pureza de sangre a ti y a padre? Pero y la familia…
Con una sonrisa triste me responde:
—Bueno, esa parte es un poco confusa y tal vez Merlín así lo quiso, pero te diré: todos pensaban que queríamos conservar la pureza de la sangre; sin embargo, si nuestra familia se conservó pura fue más que por coincidencia.
—Créeme o no, la razón de anteriores compromisos de la familia Malfoy se hacía reflexionando en lo compatibles que serían los involucrados, así asegurándose que estos se enamoraran. Por ejemplo, conmigo y tu padre se hizo comparando todo lo que nos gustaba, hobbies, amigos, valores, etc. y los de todos los estudiantes de Hogwarts que no tenían compromiso en ese momento. Después se anunció el compromiso sin que ninguno de los dos estuviera enterado... te imaginas nuestras reacciones, en nuestra estancia en la escuela poco había hablado con tu padre antes del compromiso, y me reusaba a amarlo. Sin embargo, cuando lo empecé a tratar me di cuenta de que era un buen chico, además de apuesto y caballeroso, así que cuando finalmente nos casamos yo ya lo amaba con locura. Eso en el caso de los Malfoy, por desgracia para mí, los Black sí que creían en esta superioridad, pero por suerte en Hogwarts me di cuenta de que era toda una estupidez. Sin embargo, cuando el señor tenebroso se alzó tratamos de protegernos diciendo que pensábamos fielmente en su ideología, nunca pensamos que caería a manos de Harry Potter.
—Pero yo supuse que... —Empiezo, pero mi madre me corta con la respuesta a mi pregunta antes siquiera de formularla.
—Lo sé, pero después de la primera caída de Voldemort toda la sociedad ya nos veía como traidores, así que decidimos seguir con la farsa. Sabíamos que aún había Mortífagos sueltos y si estos se enteraban de que todo era una mentira... sabíamos que nos atacarían, mejor dicho, te atacarían a ti.
Estoy digiriendo toda esta información y poco a poco comprendiendo que mis padres lo dieron todo por mí, se sacrificaron de una manera absurda, así que estoy dispuesto a hacer lo mismo por ellos. Estoy dispuesto a afrontar el caso final si eso los hace felices.
Después de eso madre me comunica que padre está haciendo todo lo posible para que lo dejen, al menos saber quién es el abogado y trata de hacerme sentir que todo irá bien. Por desgracia, el anuncio de que debe irse no ayuda mucho a que me mantenga optimista.
Ella se despide de mí con lágrimas en los ojos y afirmando que mañana se me llevara a la corte, pero que no tenía nada que temer, que todo irá bien y que pase lo que pase me ama con todo su corazón, sacrificaron mucho por mí en el pasado y están dispuestos a hacerlo una vez más.
Se va dejándome solo con mis pensamientos... pero sobre todo, me deja reflexionando todas estas historias.
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F:E: 25/08/23Ahora sí, ya quedó.
Perdon por la falsa alarma de hace rato, esque no quedo bien.
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Mi Razón Para Seguir.
FanfictionEl señor tenebroso ha caído y con él la situación de sus Mortifagos más leales es oscura, entre entregarse a los aurores, asumiendo las consecuencias de sus actos y muy probablemente pasando el resto de su vida en la temible prisión de los magos o p...