Especial Luca - II

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Salgo de casa dando un paseo, y cuando me doy cuenta estoy enfrente de su casa. Sé que está dentro, pero decido llamarla por teléfono.

- ¿Diga?

- Oh, creo que te acabo de despertar de una siesta.

- Vaya. ¿Luca?

- El mismo, discúlpame, pensé que estarías despierta, siento haberte despertado nena. - me disculpaba al otro lado de la línea.

- Tranquilo, no suelo dormirme pero la pequeña se durmió en mis brazos y sin pensarlo me dormí yo también. - se excusó.

- Si, se lo que es. Me paso lo mismo en el hospital ¿recuerdas? - me reír - También recuerdo que me sacaste una par de fotografías que terminaron en el móvil de mi hermano y luego se pasó un par de días recordándomelo. - ahora era ella la que se reía.

- Si, lo que pasa es que hablando con Bruce salió el tema y al comentarselo quiso verla, se la enseñé y me pidió que se la pasara por whatsapp, no pensé que sería tan malo de pincharte con eso.

- Si, mi hermano a veces puede comportarse como un niño de 10 años.

- Ya veo ya - se rió de nuevo.

- La verdad es que nos hemos desviado del tema, te llamaba porque te quería preguntar si te gustaría salir a tomar algo por ahí.

- Claro, me encantaría.

- Pues, ¿te importaría abrir la puerta? Hace una calor de los mil demonios en la calle.

Tardó unos segundo a responder

-S-sí, enseguida, dame un momento que estoy con la pequeña en brazos.

Como pudo abrió la puerta y entré al piso.

- Vaya, dime que no has estado todo el tiempo en la puerta esperando y que en lugar de llamar al timbre me has llamado por teléfono.

- Pues sí, pensé que quizás no estarías y por eso he decidido llamarte al móvil directamente.

- Estas loco, siéntate que te traigo una limonada que he hecho esta mañana yo misma.

- Vaya, ¿Qué apañada eres no?

- Un poco, siempre me ha gustado lo relacionado con la cocina, aunque prefiero la repostería, soy más golosa de lo que a simple vista parece.

La vi dirigirse a la cocina y la seguí, la deseaba como nunca, me estaba volviendo loco, así que la abracé por detrás, haciéndola saltar del susto.

- ¿Es que quieres matarme de un susto o que te pasa? - Se dio la vuelta aun entre mis brazos y me dio un golpe en el brazo - Intenta no ser tan silencioso por favor o deberé ponerte cascabeles para oírte moverte.

La necesitaba más que nunca, así que decidí lanzarme a sus labios, a esos labios carnosos. Se sentía tan bien tenerla entre mis brazos. Sin darle tiempo a reaccionar, la apreté contra mi cuerpo, la besé y levanté obligando a enredar sus piernas en mi cintura. El beso pasó de algo pequeño, a un beso caliente y desesperado, sentía como la necesitaba y sus besos los sentía igual como si fuesen necesarios. Sentía mi cuerpo revolucionarse con su tacto, con sus besos sentía que mi cordura me abandonaba, me estaba dejando llevar por mis instintos, por el placer y esa no era una buena idea, cuanto más aumentaba ese beso húmedo que me estaba llevando al cielo y al infierno a la vez, sentía como su cuerpo también reaccionaba a mi porque podía sentir su sexo, rozándose contra el mío. No podía creerme que se estaba dejando llevar así. No podía dejar de tocar su cuerpo, sus curvas, esos pechos que me daban ganas de lamerlos y succionarlos hasta no poder más... En estos momentos, solo pensaba en cómo sería cuando por fin la tuviera entre mis piernas, pidiéndome más, deseando mas contacto mío, rogándome mas placer, quería oír sus gemidos, sus gritos, quería arrancarle la ropa ya mismo y comérmela allí en la cocina mismo, la necesitaba y sabía que ella me necesitaba a mí.

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