Capítulo 25

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Hoy era día de ecografía. Habían pasado poco más de 2 semanas desde que pasó eso en casa. Hoy cumplía las 8 semanas. Bruce vino a casa con un ecógrafo portátil. Así no tenía que salir ni de casa ni de mi habitación.

Gracias a las pastillas que me recetó Bruce, ya no me sentía tan agotada, ahora tenía más fuerza, mas vitalidad y aunque las náuseas matutinas a veces me daban por saco, poco a poco incluso eso dejó de molestarme.

- Bien cuñada, túmbate en la cama y deja al descubierto tu barriga.

Hice lo que me pidió. Subí mi blusa y bajé un poco mi pantalón. Aún estaba en pijama, Luca no me dejó que me cambiara, según él lo mejor es que me quedara en ese atuendo porque era el más cómodo de todos. Tenía razón así que le hice caso.

- Bien, vamos a ver a estos pequeñajos.

- Están creciendo muy bien, tienen las medidas adecuadas, así que todo está bien

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- Están creciendo muy bien, tienen las medidas adecuadas, así que todo está bien.

Después de irse Bruce, Luca se vino a la cama conmigo. Desde hacía algún tiempo, que mi marido y yo no habíamos tenido ningún roce sexual, y el embarazo me hace sentir que las ganas son aún mayores, por lo que decido levantarme e ir al vestidor a por un sexy conjunto de lencería para que mi marido me mire de nuevo con las pupilas dilatadas por el deseo, y como hace tantos días, vuelva a adueñarse de mi cuerpo.

Me cambio tomándome mi tiempo. Me suelto el pelo y me miro al espejo. Estoy que me salgo. Mi barriga queda oculta por el gran vuelo que tiene.

Me siento juguetona, por lo que pienso que hacer para que mi marido no pueda resistirse a mí

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Me siento juguetona, por lo que pienso que hacer para que mi marido no pueda resistirse a mí. Salgo del baño y Luca está en la cama, tiene los ojos cerrados. Me acerco lentamente y mis instintos salen a la luz, me muero por besar, lamer, y comer cada parte de su cuerpo. Para mí siempre es una tentación su cuerpo. Al acercarme un poco más, y poner mis manos en sus muslos, Luca abre los ojos, me observa. Acaricio lentamente su cuerpo, llego a la goma de sus pantalones y junto con los calzoncillos, los bajo lentamente, sin desviar mis ojos de los suyos que me observa de pies a cabeza por el modelito tan ligero que llevo. De nuevo subo recorriendo lentamente sus piernas y besando cada parte de su piel al descubierto, al llegar a su miembro, lo veo, ya está duro y preparado, le observo, y puedo ver el movimiento de su nuez por la acción de tragar saliva. Me acerco lentamente a su pene, y lamo la punta. Solo verle cerrar los ojos por el placer y escuchar sus jadeos, es lo que me enciende. Lo introduzco lentamente en mi boca, apretando con mis labios para darle más fricción. Lamo y vuelvo a tragármela entera. Sus manos agarran mi pelo, siento como su miembro se hincha, lo que me indica que ya está llegando a su límite, Luca intenta apartarme pero no le dejo, me aferro a sus caderas, aprieto y aumento la velocidad de mi felación, hasta que siento en mi boca, el sabor de su simiente junto a su gruñido de placer por haber terminado. Levanto mi cara y le observo, su respiración es errática, rápida y fuerte. Sus ojos, cargados de lujuria me vuelven loca. Nuestras posiciones se invirtieron. Su boca va dejando un camino de besos hasta llegar a mis pechos, que por el embarazo están mucho mas sensibles, los devora mientras se deshace de mi poca ropa. Muerde mis pechos, enviando punzadas de placer a mi sexo, ya húmedo y preparado para que mi marido me lleve al cielo. Termino de sacarle el jersey que lleva porque solo molesta. Sus besos van bajando por mi cuerpo hasta llevar a mi ya húmedo y caliente sexo. Retira mis braguitas y posa su boca entre mis piernas. Su lengua rodea mi clítoris, y mi espalda se curva, me sujeta de las caderas para que me mueva lo mínimo posible. Siento latigazos de placer por mi vientre provocando que mis manos se dirijan a su pelo, siento que muero de placer, no quiero que pare. Mi primer orgasmo se forma en lo bajo de mi vientre, cuando no puedo más, me dejo llevar, doblando mi espalda y gritando como si no hubiera un mañana. Luca, sin dejar que terminara de recuperarme del maravilloso orgasmo, me penetra de forma dura y contundente, dejándome sin respiración y ocasionando que le arañe la espalda, le muerda el hombro y le rodeé la cintura con mis piernas. Si le hago daño, no se queja. Le siento, noto cómo llega hasta mi útero, el placer es inmensamente inmenso. Sus embestidas son fuertes, duras, contundentes, entra y sale de mi interior sin descanso, el vaivén de sus caderas, el roce interior de su miembro contra las paredes interiores de mi vagina. Lleva sus dedos a mi clítoris y en ese momento creo morir. Estallo en un segundo y maravilloso orgasmo junto a mi marido. Le amo. Giramos juntos, quedando Luca tumbado boca arriba y yo en su pecho, con mi oreja recibiendo el sonido de su corazón, que late desbocado después de este encuentro. Luca besa mi pelo, acaricia mi espalda y mis dedos se mueven lentos sobre su pecho, duro y trabajado.

Levanto la cabeza y mirándole a los ojos, con todo el amor que vive en mi corazón, le beso los labios y le digo que le amo.

El me devuelve el gesto y juntos, nos quedamos mirándonos como si no hubiera un mañana.

El sonido del llanto de mi hija me vuelve a la tierra, me levanto, poniéndome la bata del conjunto de lencería y me dirijo a buscar a mi princesita. Llego a su habitación, mientras la cojo y balanceo para que deje de llorar, Luca llega a nosotras.

- Cariño, para esta noche necesito que te arregles, tenemos que ir a una reunión con el Alpha de la manada vecina, nos han invitado a cenar para hablar de un nuevo contrato de paz, ya sabes que, con el cambio de Alpha aquí, las manadas que ya eran amigas nos llamarán para ir renovando contratos y nosotros deberemos hacerlo con ellas cuando hagan el cambio.

- Claro amor, no te preocupes. ¿Tus padres se quedarán con Leire?

- Si cariño, ya he hablado con ellos, llegarán en una hora a por la pequeña, así tienes tiempo de arreglarte.

Se acerca a mí y me besa, besa la cabeza de Leire y sale de la habitación. Miro a mí alrededor, aún no me acostumbro a la casa nueva, pero la siento un lugar cálido, nuestro hogar. Donde nacerán mis hijos y donde mi pequeña crecerá rodeada de amor y nada le faltará.

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