Capítulo 8

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Jueves. Otra nota, más una caja. Dios mío. Me muero de ganas de saber si de verdad es él. No sé si me emociona el hecho de que esté detrás de mí o me asusta, como siempre, el hecho de que alguien, sobre todo un hombre esté interesado en mí de forma no amistosa.

Igual que ayer, dejo el sobre y la caja, y con mi pequeña, empezamos el día y nuestra rutina. A media mañana me llaman de la guardería, mi pequeña no deja de llorar y tiene un poco de fiebre. Aviso a mi jefe, Andrés, que me dice que me vaya y salgo corriendo a por la bebé. Al llegar entro directa y la directora me lleva a una sala donde esta Leire junto con un par de profesoras más. La cojo en brazos y compruebo su temperatura, así es, la pobre está algo caliente. Les digo que yo me encargo de llevarla al médico y les agradezco por avisarme. Salgo fuera y rápidamente intento que algún taxi pare para poder ir al hospital, pero no tengo suerte. Cuando estoy a punto de volverme loca por el llanto de mi niña, un coche para enfrente de mí y baja la ventanilla del copiloto. ¡¡¡¡NO PUEDE SER!!!! Es... Es... Es Luca.

- Hola Laura, ¿qué tal? - me pregunta con una sonrisa en su cara, no estoy para que me sonrisa así que voy directa al grano.

- Oh dios Luca, me vienes como anillo al dedo, por favor dime que ahora mismo no tienes nada que hacer - me mira extraño, pero me da igual, el niega -Dime, ¿podrías acercarme al hospital más cercano por favor?

Creo que puede notar lo nerviosa que estoy así que me abre la puerta del copiloto y me dice que suba.

- Dime Laura, ¿de quién es esa bebé?

- Esta hermosa niña, que por cierto está malita, es mi hija Leire - él me mira como si no pudiese creerlo y cuando veo que va a preguntar algo le digo - es una larga y mala historia así que, si no te importa me gustaría no hablar de ello ahora ¿sí?

Él asiente y se concentra en el camino al hospital, llegamos y aparca el coche. Baja de este y me abre la puerta, cuando voy a darle las gracias, me corta.

- Vamos, no te voy a dejar sola con la bebé, venga, vayamos a que la atiendan y tú puedas relajarte.

Acepto porque creo que voy a necesitar a alguien a mi lado para no volverme loca mientras atienden a Leire.

Entramos y la chica del mostrador, al verme tan apurada y al mirar a Luca, llama directamente al doctor. Vienen y se llevan a mi pequeña, no me quiero separar de ella pero debo rellenar algunos papeles. Luca me pide que me tranquilice, que el médico que está atendiendo a la pequeña es conocido suyo y que la cuidara como si fuera suya. Pasan 30 minutos y aparece una enfermera.

- ¿Padres de Leire?

Me levanto rápidamente y me acerco a ella.

- Dígame, ¿cómo esta mi bebé?

Ella me mira y me pide que la acompañe, miro a Luca y le pido que venga conmigo, en todo el tiempo que hemos estado aquí, el pobre solamente a estado pendiente de mí intentando hacerme reír.

Llegamos a una habitación y me encuentro a mi pequeña en una camita, conectada a algunos aparatos y con una vía puesta. Mis ojos se llenan de lágrimas, mi pobre niña. Se me escapa un sollozo y Luca rápidamente me abraza. Apoyo mi cabeza en su pecho y dejo salir las pocas lágrimas que me permito soltar. Él me dice que todo va a estar bien, que la bebé está bien, pero yo solo puedo llorar por el miedo a perderla, es lo único que me mantiene cuerda y la razón de que hoy por hoy, estoy en este mundo.

Al cabo de unos minutos puedo calmarme y dejar de llorar. Entra el médico por la puerta y me separo de Luca.

- Hola soy el doctor Bruce.

- Hola doctor, yo soy Laura, la madre de Leire, dígame, ¿qué le pasa a mi bebé?

- Bueno, le hemos hecho algunas pruebas y lo que tiene Leire es un resfriado de verano, supongo que en casa debes de tener el aire acondicionado y en la calle empieza a hacer mucho calor, así que el cambio de temperatura extremo es lo que ha hecho que haya enfermado. Hemos conseguido bajarle la fiebre y le hemos puesto un gotero porque tenía un poco de deshidratación. Dime, ¿ha bebido agua hoy?

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