Capítulo 17

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Por fin ha llegado el gran día. Madre mía que nerviosa llego a estar. Estoy en la habitación, ya tengo todo preparado. Me están peinando y maquillando en este mismo momento. 

Tengo ganas de casarme solamente para quitarme estos nervios de encima de una vez.

Después de varias horas, por fin estoy lista. Mi niña esta hermosa y la familia ya ni hablar. No lloro porque arruinaría el maquillaje pero están todas hermosas.

Aunque según me dicen yo no me quedo atrás.

Ya arreglados todos, bajamos a la entrada de la casa, allí nos esperaba la limusina blanca

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Ya arreglados todos, bajamos a la entrada de la casa, allí nos esperaba la limusina blanca. Subimos y nos dirigimos a la iglesia.

Fueron entrando todos. Cuando la canción empezó a sonar, acompañada de mi padre, me dirigí hasta el altar, allí estaba Luca, hermoso con su esmoquin blanco.

 Cuando la canción empezó a sonar, acompañada de mi padre, me dirigí hasta el altar, allí estaba Luca, hermoso con su esmoquin blanco

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Mi padre me entregó a Luca.

- Cuídala con tu vida, porque te estoy entregando a lo más preciado de la mía.

- Con mi vida señor. Lo juro. - Luca me miraba con sus ojos llenos de amor. - Estas hermosa, nena.

- Gracias, tu también estás increíble.

Nos giramos hacia el cura y empezó la ceremonia.

- Reunidos en la casa de nuestro Padre del cielo vamos a participar del matrimonio de Luca y Laura que han decidido unirse para siempre delante de Dios. Todos nos alegramos por este acontecimiento y nos disponemos a ser testigos de la promesa matrimonial que estos novios van a pronunciar según el rito de la Santa Madre Iglesia. Hermanos, que Jesús, modelo y fuente del verdadero amor, esté ahora y siempre con todos vosotros.

Y con tu espíritu

- Queridos novios: habéis venido a la casa de Dios para que el Señor consagre vuestro amor, en presencia del ministro de la Iglesia y ante la comunidad cristiana. Vosotros ya estáis consagrados por el bautismo. Ahora, Cristo, al bendecir el amor que vosotros os profesáis, os enriquecerá y fortalecerá, por medio de otro sacramento, para que podáis ser mutuamente fieles y asumir las responsabilidades propias de la vida matrimonial. A fin de que la sinceridad de vuestro propósito quede de manifiesto delante de toda la Iglesia, os interrogare en su nombre.

El sacerdote pregunta:

- ¿Han venido aquí a contraer matrimonio por su libre y plena voluntad sin que nada ni nadie los presione?

Los dos contestamos:

- Sí, Padre, venimos libremente.

El sacerdote pregunta:

-¿Están dispuestos a amarse y honrarse mutuamente en su matrimonio durante toda la vida?

Los dos contestamos:

- Sí, Padre, estamos dispuestos.

El sacerdote pregunta:

- ¿Están dispuestos a recibir responsablemente y con amor los hijos que Dios les dé y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?

Los dos contestamos:

- Sí, Padre, estamos dispuestos.

El sacerdote dice:

-Así pues ya que quieren establecer ente ustedes la alianza santa del matrimonio, unan sus manos y expresen su consentimiento delante de Dios y de su Iglesia.

Primero le pregunta al novio:

- LUCA ¿Aceptas a LAURA como tu esposa? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarla y respetarla todos los días de tu vida?

- Si, acepto.

Luego me pregunta a mí:

- LAURA ¿Aceptas a LUCA como tu esposo? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

- Si, acepto.

Se acercó Nathan con los anillos.

El sacerdote dice:

- Que el Señor confirme este consentimiento que han manifestado ante la Iglesia y cumpla en ustedes su bendición. Lo que Dios acaba de unir, que no lo separe el hombre. Bendice, Señor, y santifica el amor de estos hijos tuyos, y que estos anillos, signo de la fidelidad que se deben, sirvan para recordarles el amor que los une. Por Jesucristo nuestro señor.

Luca tomó mi anillo y mientras me lo ponía recitaba:

- Recibe este anillo como signo de mi amor y mi fidelidad. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Yo tomé el suyo y repetí lo que dijo:

- Recibe este anillo como signo de mi amor y mi fidelidad. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Se acercó Marie con las arras.

Luca tomó las arras:

- Recibe también estas arras como prenda de la bendición de Dios y del cuidado que tendré en que no falte lo necesario en nuestro hogar.

A lo que yo contesté:

- Yo las recibo en señal del cuidado que tendré, de que todo se aproveche en nuestro hogar.

El cura siguió:

-Con el poder que me ha conferido la Santa iglesia, yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Luca se acercó lento y finalmente unió nuestros labios en un beso que significaba muchas promesas.

Regresamos a casa de Luca, donde celebraríamos el festín. Después de comer partimos la tarta y bailamos y disfrutamos como nunca.

Se estaba haciendo tarde y la pequeña ya cerraba los ojitos, así que decidimos dar por finalizada la fiesta e irnos a dormir.

Aunque a mí me esperaba una noche muy larga y placentera por delante.

Dejamos a Leire en su cuna, y nos dirigimos a nuestra habitación. Solamente tenía ganas de quitarme el vestido y de quitarle, a mi ya ESPOSO, ese esmoquin blanco que me traía loca desde que lo vi delante del altar.

Me adelanté a nuestro cuarto y Luca cerró la puerta, en sus ojos había promesas, la promesa de que esta sería la mejor noche de mi vida, y no me equivocaba, a partir de aquella noche, nuestras vidas como las conocíamos cambiarían, para mejor claro está.

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