Capítulo 27

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Me levanto temprano, preparo el desayuno y Luca aparece en la cocina con la pequeña Leire. Desayunamos juntos, entre risas y besos. Estoy nerviosa, en breve vendrá Marie a buscarme para ir a ver a los pequeños cachorros que están dando dolores de cabeza a la manada, son traviesos, pero el problema principal es que no tienen padres, tienen poco tiempo, algunos son abandonados, otros huérfanos, hay un poco de todo, el hecho de vivir en una manada, no evita que haya aquí los mismos problemas que hay en el exterior.

Subo a vestirme junto a la pequeña princesa, porque ella vendrá conmigo. Cuando estoy terminando de peinarme, suena el timbre. Doy por hecho que Luca abrirá la puerta, y a los pocos minutos una Marie muy contenta aparece por la puerta.

- Bien, es hora de irnos. Tengo muchas ganas de conocer a los cachorritos, quizá me animo y me quedo uno.

- Marie, ¿sabes que esos cachorros son niños que están en fase verdad?

- Si tonta, lo sé, pero me da tanta pena que haya padres que los abandonen, sé que la mayoría de veces es porque no son hijos de su pareja natural, pero si sabes abrir las piernas, debes saber hacerte cargo de tu hijo, vamos, eso creo yo.

- Tienes razón amiga, pero hay personas que no piensan como nosotras. Vamos, coge a la pequeña Leire que nos vamos a conocer a los problemáticos cachorros.

Entre risas bajamos al comedor, allí nos esperan Luca y Nathan, listos para llevarnos al orfanato. Me da pena llamar así el hogar donde están creciendo esos niños, ahora en forma de cachorros, pero es lo que es. Nos montamos en los respectivos vehículos, pues yo voy con Luca y Leire, y mi maravillosa amiga, irá delante con el de Nathan para guiarnos hasta allí.

Después de conducir por unos 20 minutos aproximadamente llegamos, el lugar es grande, todo hay que decirlo. Parece un lugar tranquilo, lo contrario a la idea que tenía fabricada por culpa de mi maridito.

Está un poco apartado de las casas, pero es mejor, aquí hay un gran terreno para que los niños jueguen y los cachorros corran

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Está un poco apartado de las casas, pero es mejor, aquí hay un gran terreno para que los niños jueguen y los cachorros corran. Nos bajamos de los coches, abro la puerta trasera y cojo a mi pequeña, Marie coge la bolsa de la niña. Nos acercamos a Luca y Nathan. El primero en hablar es Luca:

- Mi amor, quiero que tengas cuidado, piensa que has traído a la niña, cuidaros, y si veis que los niños se ponen demasiado inquietos o lo que sea, apartaros de ellos, ¿de acuerdo?

- Creo cariño, que me conoces lo suficiente para saber que no voy a hacer eso que has dicho, quiero demasiado a los niños para abandonarlos, además ellos no merecen ni tienen culpa de lo que les pasa, es culpa de los adultos irresponsables que tienen por padres, que los abandonan aquí, los huérfanos sí que no tienen culpa de nada de nada, simplemente son niños faltos de amor y cariño materno, y yo como la Luna de la manada, es uno de mis deberes como madre de todos velar por el bien de estas criaturas, así que nunca más me vuelvas a decir lo que has dicho.

Luca, Marie y Nathan me miraban con los ojos abiertos como platos y la boca abierta. Empiezo a caminar en dirección a la puerta, y reaccionan y me siguen. Me dirigí allí donde me dictaban las señalizaciones y llegué al que creo es el comedor. Había más cachorros de lo que me imaginé, todos quedaron quietos y mirándonos a los 5 cuando entramos por la puerta, se nota que no están acostumbrados a las visitas. Una mujer mayor, aunque no demasiado, se acercó a nosotros con un cachorro en brazos.

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