Capítulo 42

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Una vez vestida, me dirijo a la sala de nuevo. Me siento estresada. Se que debo dar muchas explicaciones, pero entre todo lo ocurrido, lo que esta acorriendo y lo que me temo que pasará.. siento que voy a colapsar en cualquier momento. Estoy cansada y agotada de que las cosas se compliquen.

Al llegar al comedor, todo el mundo está esperando expectante, pero no me apetece ahora mismo hablar con nadie. Antes de que todo el mundo abra la boca y empiece a preguntar, levanto mi mano y pido silencio.

- Se que tenéis muchas preguntas y queréis muchas explicaciones, pero no me apetece en lo mas mínimo hablar, tampoco me apetece explicarme, quiero paz, y por ello os voy a pedir a todos que os vayáis y me deis espacio. Lo necesito. - me giro hacia mis suegros - por favor, llevaros a la pequeña con vosotros, se que no hago bien, pero de verdad necesito silencio.

- Tranquila, nos llevamos a la pequeña, cuando estés lista para hablar, llámanos y vendremos.

Todos me dan el espacio que pido, así que me doy media vuelta, me dirijo a las escaleras, pero antes de salir del comedor, llamo a Luca y le pido que me siga. Lo hace sin dudar, me acompaña escaleras arriba y entramos a nuestro dormitorio. Siento que necesito toda su atención, por lo que cierro las puertas de casa y aíslo la habitación por completo. Una vez terminado, me acerco a mi hombre, necesito que me ayude a desinhibirme, por lo que, tomando toda la iniciativa, me acerco, lo empujo contra la puerta y empiezo a besarle. Tengo hambre de él. 

- Te necesito - solo esas dos palabras parecen despertarle.

Sin más, acerco mi boca a la suya y le beso con total descaro. No tarda demasiado en devolverme el beso y devorarme con tantas ganas como las que tengo yo. Nuestras bocas se devoran, nuestras lenguas se enredan y mis manos se dirigen a su ropa. No tardo nada en deshacerme de su jersey, empezando por ahí. Él no se queda corto, mi camisa también desaparece. Cuando mis manos se dirigen a su cintura, Luca me da la vuelta y mis manos quedan atrapadas por encima de mi cabeza. Me sostiene con solo una mano, mientras la otra baja hasta mi botón del placer. El pantalón me sobra, y él lo nota, así que me lo arrebata destrozándolo por el camino, no me importa, ahora mismo le necesito tanto que me da igual la ropa.

De nuevo me gira, arrodillado frente a mi, y acerca su boca a mi sexo. Una de mis piernas termina en su hombro, sus manos afianzan mi cuerpo contra la puerta y su lengua se introduce lentamente, caliente, para poseerme y hacerme ver las estrellas. Su lengua entra y sale de mi, juega con mi botón y yo grito soltando todo el placer que me hace sentir. Una de mis manos va a su pelo y la otra a se queda apoyada en la puerta. El placer es enorme e indescriptible. Muero de gusto. Cuando por fin alcanzo el orgasmo, mi maravilloso marido me coge en brazos y me lleva hasta la cama. Allí me deja sobre ella y se quita la poca ropa que le queda. Desnudo y completamente duro, se acerca como el lobo hambriento que es y se sube sobre mi todo lo que puede. Me da un beso exigente, que sabe solamente a mi. Ahora quiero sentirle a él.

- Ahora cariño, vas a darte la vuelta, vas a ponerte en cuatro, y vas a dejar que disfrute de ti - Me susurra en el oído. 

Le hago casi sin pensármelo dos veces. Por el embarazo, debo cuidarme, por lo que esta posición nos facilitará a los dos tener una gran noche. Sus dedos van directos, de nuevo, a mi sexo. mi cuerpo reacciona al momento en que dos de sus dedos se adentran dentro de mi. Tan a gusto, tan excitante. Un tercer dedo se adentra, la facilidad con la que los dedos entran y salen y me hacen gemir y jadear. Una queja involuntaria sale de mi cuando dejo de sentirlos. Pero pronto un gran gemido escapa de mis labios al sentir el miembro de mi marido entrar en mi. Lo hace despacio, lo que me hace poner ansiosa. Intento moverme, pero Luca no me lo permite. Sale lentamente de mi para de nuevo volver a entrar, esta vez con más fuerza. Su entrada tan repentina me hace soltar un jadeo, pero no hay dolor, solamente placer, un placer que me vuelve loca. 

Sus embestidas me colman de placer, me llenan y me hacen gritar como loca. Por suerte he aislado la habitación, porque sino, quien escuchase lo que pasa dentro de este dormitorio, pensaría que me están matando. Y la verdad es que lo está haciendo, pero de placer. Y por suerte no soy la única que grita de placer, pues mis gritos y mis gemidos van acompañados de los gemidos de Luca.

Sus embestidas aceleran, y tras un varonil y sensual gruñido, termina dentro de mi. Ahora si que me siento plena. Ambos nos desplomamos en la cama, de lado, se abrazó a mi, me acurruqué entre sus brazos y sentí sus besos en mi cabeza. Ahora me sentía mucho más tranquila. Luca sabía que había algo que me molestaba y preocupaba, y él, siendo el marido más cariñoso que podría tener, me acurruca, me mima y me ama como solo él sabe hacerlo.

Me acerco más, me pego más a él. Respiro un rato su olor, me relaja y cuando mi mente vuelve a conectar, me separo un poco y le miro a los ojos. Sin decir palabra, hablando solamente con la mirada, nos expresamos todo lo que sentimos. Me siento tan agradecida con él, por estar siempre para mi. Mi cuerpo se siente pesado, así que decido cerrar los ojos dentro de mi lugar seguro, entre los brazos de Luca.

Antes de dormirme, abro los ojos de nuevo, y con la poca energía que me queda, me acerco de nuevo a él y le beso con todo el amor y cariño que le tengo.


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