Capítulo 19

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En el avión, Bill decidió sentarse solo en la otra fila, dejando a Katherine y Piero juntos. Él siempre hacía todo lo posible para que los dos tuviesen la oportunidad de hablar, quería que ella atingiera la meta lo más rápido posible e hacía su parte dejando a los dos solos cada vez que podía.

Poco después se instalaron y el avión despegó.

- Katherine... - Piero habló tranquilo y ella lo miró. - Lo siento por lo que Sophie te dijo, ella no es así, solamente estaba enojada porque ella no quería que yo fuera.
- Lo siento que hayas oído... Y también, no tienes que pedir disculpas a mí, fue ella la quien dijo eso, no tú... Y en realidad, no me importa.
- ¿En serio?
- Por supuesto. Ella puede pensar lo que quiera de mí, sé lo que soy. Así que no te preocupes por eso. - Ella sonrió y él hizo lo mismo.

Se quedaron unos minutos tranquilos, entonces comenzaron a chatear y jugar para pasar el tiempo. A veces tenían que controlar las risas y no hacer tanto ruido en el interior del avión.

- ¡Yo no juego más! ¡Ganas todo! - Piero dijo indignado, pero riendo. - ¡Me rindo!
- ¡Ah! ¡No seas así Piero!
- ¡Tienes que ir a los casinos allí! Ganarás mucho dinero. - Ella se echó a reír. - En serio, basta con el crucigrama. Me cansé de perder.
- Bueno, otra vez podríamos jugar otras cosas.
- ¿Cómo qué?
- No sé, tal vez algunos juegos de mesa.
- Sólo si compras pizza... - ella soltó una carcajada no muy fuerte.
- Ok, puedo comprar hasta dos si quieres. - Se echó a reír también.

Los dos se divirtieron mientras estaban dentro del avión. Piero estaba jugando con la historia de la pizza, pero el hecho era que se estaba acostumbrando a cenar con ella, había hecho esto cuatro veces esa semana, por no hablar de las cenas de negocios, que ocurrirían con un poco de frecuencia. Katherine era bien capaz de conquistarlo sin querer por el estómago, ya que la comida siempre venía acompañada por diversión y conversaciones interesantes. Ella era una mujer interesante. Eso hacía toda la diferencia. Y Piero tenía casi el alma de un niño cuando él estaba en un buen estado de ánimo, lo que hacía Katherine querer robar sus sonrisas cada vez que podía. Y sin duda tenían varias cosas en común.

Después de horas de vuelo, llegaron al hotel y los tres se han quedado en el mismo piso. Deshicieron las maletas, se bañaron y descansaron un poco. Más tarde Diana y Marlon llegaron y también se asentaron en ese piso. Los cinco se fueron a cenar juntos.
Diana miraba Katherine de los pies a cabeza y analizaba, era increíble cómo ella intimidaba a otras mujeres; Marlon miraba también, pero por otra razón. Pensaba que podía hacer con ella lo mismo que había hecho con otras que trabajaron en la empresa.

Katy se dio cuenta de las miradas de ambos, cualquiera podía ver, entonces decidió llamar a Diana para ver la vista de la ciudad por las enormes ventanas y ella aceptó, mientras que Bill fue al baño. Piero y Marlon estaban solos en la mesa y comenzaron a observar las dos.

- Su secretaria es muy hermosa, Piero.
- Sí...
- ¡No puedo pensar en nada que no haría con esta mujer! - Se mordió el labio.
- Podrías dejar de ser repugnante ¿no es Marlon? ¿Su cabeza no piensa en nada más, excepto en sexo todo el tiempo?
- Rara vez... Es que Katherine despierta mi lado salvaje.

Piero rodó los ojos y resopló, estaba molesto, por dos razones: porque era un asco sin vergüenza y porque era Katherine. ¿No podía respetar a alguien?

Después de unos minutos los cinco subieron a sus habitaciones. Katy dejó la luz baja y la cortina abierta por la noche hermosa e iluminada, estaba cerca de la ventana con el teléfono y trataba de ponerse en contacto con su hermana cuando alguien llamó a la puerta. Ella colgó y se dirigió a la puerta.

- ¡Hola Katherine!
- ¿Qué quieres, Marlon?


¿Cuánto Cuesta el Amor? |Piero Barone| Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora