Capítulo 40

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A la semana siguiente William y Piero regresaron a la empresa. Piero ya parecía mucho más tranquilo y feliz, al igual que cuando Katherine lo conoció. Ella esperó él empezar a trabajar y se fue a la oficina de su jefe, tenía que decir lo que sabía y estaba harta de tener que esperar.

- Don Barone, necesito hablar con usted.
- Eso suena serio. - Ella asintió con la cabeza y se sentó.
- La noche que Piero vino a mi apartamento, me dijo algo que me sorprendió.
- ¿Qué? Dime.
- Dijo que Sophie hacía meses que estaba hablando de matrimonio, cuando él no le pidió ella resolvió decir que estaba embarazada y después el propuso...
- No puedo creer lo que estoy escuchando... - parecía enojado.
- Él guardó secreto, no se lo dijo a nadie además de mí, entonces usted no puede decir nada al respecto si no él no va a confiar en mí.
- No te preocupes Katherine, no haré nada que pueda poner en peligro nuestro plan.
- Bueno, eso fue lo que me sorprendió, ella es mucho peor de lo que me imaginaba...
- No hay dudas... - susurró.
- La buena noticia es que él está confundido... Empecé animándole a renunciar a la idea, él dice que no quiere, pero siento que podemos conseguir, Don Barone.
- Bueno, eso es muy bueno.

Bill pensó por un momento y luego se acordó de que tenía asuntos pendientes con Katherine.

- Con todo lo que pasó la semana pasada se me olvidaba, Piero me dijo sobre el incidente con usted y Marlon.
- Ni me lo recuerdes, Don Barone.
- Quiero que sepas que puede quedarte tranquila, él fue despedido y pienso en tomar nuevas medidas en su contra. Así como Piero, yo no admito lo que hizo. - Ella asintió con la cabeza.
- Lo que me preocupa es la empresa, es el único productor de aquí y el próximo año todavía tenemos tres hoteles para grabar los comerciales.
- No te preocupes por eso, Adele termina la universidad el próximo mes y el próximo ano va a trabajar aquí.
- ¿En serio? - Preguntó contenta.
- ¿Te ha gustado la noticia?
- Me gustó mucho...
- Será difícil dejar a ustedes dos juntas, quiero ver cómo haré ustedes dos trabajaren en vez de hablar todo el tiempo. - Ella se echó a reír.
- Prometo que me esforzaré.
- Ya lo sé... - dijo sonriendo. - Pero aun así, me gusta que sean amigas... Bueno, Katherine, ahora vamos a trabajar...

Katy pasó casi toda la mañana fuera, tenía que ir a dos bancos y que estaban llenos de gente. Mientras esperaba planeó hablar con Piero e invitarlo a cenar en algún día de esta semana. Tenía que aprovechar porque había menos de un mes para Navidad y año nuevo y ella no lo vería durante unas tres semanas.

Ella regresó a la empresa y por la tarde el clima estaba nublado y la lluvia comenzó alrededor de la hora de ir a casa. Katy estaba en la puerta de la empresa esperando algún pasar taxi y ya hacía casi cinco minutos que esperaba.

- ¿Todavía aquí, Katherine? - Piero bromeó.
- Necesito un taxi.
- Te puedo llevar a casa.
- Tengo que ir al mercado o me moriré de hambre, mi nevera está vacía. – Él se rió.
- Te puedo llevar al mercado y luego a casa.
- No te molestes con eso.
- No es incómodo, y lo sabes.
- Una condición.
- ¿Por qué siempre tiene que tener condiciones? No hay necesidad de hacer nada a cambio sólo por esa razón.
- Pero yo quiero.
- Muy bien, ¿qué es?
- Te quedas a cenar. - Él suspiró.
- Ganaste, me encanta la comida. - Ella se echó a reír.

En el mercado los dos compraron varias frutas y verduras, fue muy divertido elegir ya que uno sabía menos que el otro. Era interesante ver a dos adultos tratando de averiguar si las frutas estaban maduras o no. Los dos miraban y sentían los aromas de todo, así como lo maestro de lo curso de cocina les enseño a hacer.

Fueron al apartamento de Katherine y ella puso música mientras cortaban las especias y hacían la salsa para poner en el espagueti, algunos pedazos de carne y ensalada sin olvidar las papas fritas. Pusieron la mesa y se sentaron, Piero sonrió ampliamente.

- Ahora tengo hambre, la comida se ve muy bien. - Miró a la pasta.
- Es cierto.
- Has hecho casi todo sola... Realmente vine sólo para comer. - Se rieron.
- Todavía no hice curso de cocina contigo en vano... - Ella sirvió a él en el plato. - Ahora proba, pero seas honesto si es bueno o no.

Después que experimentó el primer bocado de masa Piero suspiró, era delicioso, ella tenía talento para hacer comida. Los dos comieron hasta no aguantar más y luego se sentaron en el sofá mientras bebían vino, hablaban y vieron la televisión.

¿Cuánto Cuesta el Amor? |Piero Barone| Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora