- ¿Qué quieres decir? - Ella estaba confundida. Frases ambiguas son geniales.
- ¡Nada! Nada...
- ¿En serio, Piero? Empezaste, ahora dime, ¡explícame!
- Yo estaba acostumbrado a la forma que Sophie me trata. Luego tú llegaste y me aconsejas, me consuelas, me tratas bien, demasiado a veces... Me hiciste ver que yo no tengo que aceptar lo que no me gusta... Las cosas que eran importantes para mí y empecé a ignorar porque para Sophie no significaban nada. Me olvidé de mí por ella... Y luego me muestras que sí, que importa, ¡porque es mi vida!
- Lo siento, pero esta forma de hablar me tiene confundida. – Él miró. - ¿Eso es bueno o es malo?
- Es bueno y malo al mismo tiempo... - parecía más tranquilo. - Eres una chica diferente y me encanta ser tu amigo, tienes actitudes que a veces me dan miedo y a veces sorprende. Sólo que es malo para mí saber que mi mejor amiga me conoce más que la chica que será mi esposa... Eso asusta. Ese abrazo que me diste cuando llegué, me miraste y sabías que era exactamente lo que necesitaba... Con Sophie mismo que tuviese un letrero escrito en mi frente ella no se daría cuenta. - Katherine se levantó.
- Entonces, ¿por qué no me escuchas Piero? Renuncia a esa idea.
- No quiero hacer daño a Sophie.
- Pero harás daño a ti mismo. Tú piensas en ella, pero ¿qué pasa con ella? ¿Sabes si ella piensa en cómo te sientes acerca de todo esto?... Yo no lo creo.
- ¿Pero no es eso que dicen que es el amor? ¿Sacrificar lo que es mejor para si por lo otro?
- Creo que cuando uno ama de verdad no se necesitan sacrificios. El amor es cuando se conoce las cualidades y defectos y, sin embargo, si quieren. – Él se llenó los ojos de lágrimas.
- No sé qué más hacer, ni pensar... No sé lo que es correcto e incorrecto, Katherine...
- Siéntate aquí... - ella lo extendió la mano, él la tomó y se sentó en el sofá. - Si sigues así voy a necesitar un barril de té... O de whisky. - Él rió. - Tienes que calmarse primero. Tienes tiempo. Tienes que vaciar la mente, trata de no pensar en todo eso. Estás cansado y triste, eso es todo. Y todo esto va a pasar Piero, sé cómo es, conmigo ha pasado el mismo.
- ¿Crees que estoy así debido a la muerte de mi abuela?
- No es sólo eso... Es como si este fuera el último milímetro entre el fuego y la bomba. Cuando la bomba explota todo se junta, todo es motivo para pensar que el mundo es una mierda y que no hay nada cierto. Sólo necesitas tiempo para calmarse y verás cómo todo va a ser como antes.
- Creo que tienes razón.
- Pero si en 9 meses sigues así de histérico a causa de su matrimonio yo te ayudo a huir. - Se rió. - Lo digo en serio.
- Ya lo sé... - dijo sonriendo. - Gracias.
- No tienes que darme las gracias... Vuelvo enseguida.Katy fue al baño a lavarse la cara. Tenía un nudo en la garganta. Este abrazo y esas palabras que trajeron tanta comodidad a Piero... Ella había aprendido sola. Si alguien le hubiera dicho eso cuando más necesitó tal vez las cosas habrían sido menos difíciles. Se echó un poco de agua en la cara y luego se secó. Pensó en todo lo que habían hablado y estaba confundida acerca de qué pensar. ¿Después de todo ese plan estaba funcionando o no? Primero ese "apareciste" y luego el "mejor amiga", ¿Era progreso o no? Al menos estaba confundido entonces significaba que estaba pensando.
Katy regresó a la sala de estar y sonrió, se acercó en silencio. Piero estaba con la cabeza apoyada en el sofá, durmiendo. No se había tardado tanto, pero el té calmante podría haber tenido algún efecto y él debería estar cansado, física y mentalmente. Con cuidado, ella fue a la habitación y cogió una manta, puso en él, que no se movió y dejó una almohada al lado. Si se despertase durante la noche podría tumbarse.
Ella se sentó en otro sofá y se quedó viendo la televisión con un volumen muy bajo durante pocas horas para no despertarlo, se quedó allí en caso de que se despertase y necesitase de algo. Su móvil empezó a vibrar en la mesa de café y ella fue contestar en la cocina.
- Katherine, es Bill.
- Hola, ¿usted necesita algo?
- ¿Ha visto o hablado con Piero hoy? Salió de casa y el teléfono está apagado, estamos buscándolo hace tiempo.
- No se preocupe, Don Barone. Él está bien.
- ¿Él está allí con usted?
- Más o menos, él está durmiendo en mi sofá.
- ¿Qué? - Preguntó poco confundido.
- Se quedó dormido, creo que fue a causa de té, tuve que hacerle calmarse.
- Bueno, al menos si está allí entonces está seguro.
- Sí, no hay que preocuparse.
- Gracias... Nos vemos la próxima semana.
- Sí, señor.Katherine colgó y se volvió. Ella se sobresaltó.
- No pretendía asustarte. - Piero sonrió.
- No fue nada, no te he visto llegar.
- ¿Era mi padre? - Ella asintió con la cabeza.
- Estaba preocupado... ¡Qué cosa tan fea salir de casa sin avisar! - Ella advirtió de una manera divertida y él se echó a reír.
- Me voy a casa.
- Sólo si quieres, puedes quedarte.
- No, basta de molestarte...
- Me molestes siempre que quieras. - empezó a caminar y ella se fue junto.
- Gracias por todo.Piero le dio un abrazo y se fue.
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¿Cuánto Cuesta el Amor? |Piero Barone| Libro 1
Roman d'amourLo que hice fue algo que duele mucho más que una mentira, algo que hiere mucho más que una apuesta. Piero Barone era un hombre serio y diferente de cualquier otro que he conocido... Prácticamente perfecto. Su único defecto: Se iba a casar y fue cuan...