Katherine llegó en la hora cierta al trabajo y se dirigió directamente a la oficina de Piero. Él ya estaba con todo lo que se necesitaba para hacer el balance de la empresa, pero aún no había encontrado el coraje. Ella llamó en la puerta y entró con una gran sonrisa que lo contagió. Los dos prepararon todo, y mientras Piero hacía los cálculos ella organizaba y aprendía cómo se hacía ese tipo de trabajo.
Katy puso toda su atención en las palabras de Piero... Y eso lo hacía sentir feliz. En varias ocasiones y con diversos asuntos Piero había tratado de enseñar a Sophie, y aunque fuera buena novia, no siempre le prestaba atención a las cosas que le gustaban y que eran importantes. Y ahora verla así, tratando de hacer todo bien y preguntando si todo estaba que él quería lo estaba dejando... Encantado.
Después del almuerzo Katherine hizo algunas tareas que Bill le pidió. Logo por la tarde regresó a la oficina de Piero para ayudarlo de nuevo y, obviamente, llevó la merienda que él tanto apreciaba. Los dos pasaron horas analizando y organizando papeles. Hacer el balance tomaría bastante tiempo y era agotador, probablemente tomaría unos días.
- Oh, Dios... - Piero se quitó las gafas, se pasó las manos por la cara y suspiró. - Katy, ya es 7 horas, puedes ir a casa.
- ¿Y tú?
- Me quedaré hasta las 9, creo.
- Está bien, me quedaré aquí contigo.
- No, no... Es mejor que te vayas a casa y descanses.
- Tengo una idea mejor: Te ayudaré hasta las 9 y luego podemos ir a cenar a un restaurante, yo invito.
- No sé... - dijo sonriendo y ella hizo una cara de "por favor". - Ok, acepto.Ella sonrió feliz y ambos continuaron, pero hicieron pocas cosas. El cansancio era grande, ellos ya estaban lentos y no querían hacer más esfuerzo. Por las 9 horas los dos salieron de la oficina, no había nadie más en la empresa, además de los guardias y se fueron al coche de Piero. En el camino no hablaron, pero en el restaurante no dejaban de hablar, parecían viejos amigos.
- Y entonces, en lugar de dar marcha atrás, aceleré... – decía Piero mientras se reían sin parar y el vientre de Katherine ya estaba doliendo. - Me rompí el muro y derrumbé el portón, mi padre quería matarme después de eso.
- Eras un niño travieso. Y yo no sé si voy a entrar en un coche contigo otra vez.
- Bueno, yo no sabía conducir con siete años, pero ahora sé... Y tú me llamas travieso, pero por lo poco que te conozco tú eres bastante difícil a veces, no debes haber sido una niña comportada.
- ¿Qué quieres decir con difícil? - Le preguntó con seriedad arqueando una ceja, Piero dejó de reír en el mismo momento y tragó la saliva.
- Hmm... - tartamudeó.
- Deberías ver su cara... - ella se echó a reír de nuevo.
- Me has asustado. - Él sonrió aliviado.
- A veces tengo la impresión de que tienes miedo de mí.
- Después de lo que hiciste con tu padrastro creo que puedes ser muy intimidante. - Ella se echó a reír.
- Eres uno de los pocos que me conocen que no necesita preocuparse conmigo. - Sonrió. - ¡Enserio! Eres entretenido, me tratas bien como jefe y como persona.
- Bien...
- Me haces sentir cómoda... - comenzó a girar el vaso de vino como si estuviera jugando. - Es bueno pasar algún tiempo contigo...Piero sonrió sin mostrar los dientes, pero ella no lo miró. Él sabía lo que podría significar, pero en lugar de sentirse incómodo él se sintió contento. Ni siquiera recordó que tenía una novia. Minutos más tarde Piero llevó Katherine a casa, pero esta vez no subió para beber café, pero prometió hacerlo otro día.
Al día siguiente, Katherine nuevamente vino a trabajar y se fue a la oficina de Piero. Algún tiempo después los socios de la cena en el casino llegaron a firmar los contratos y todo salió perfectamente. Después del almuerzo se fueron de vuelta hacer el balance y era probable que Piero quisiera quedarse hasta tarde otra vez. Ya era 6 p.m. y él ya resoplaba.
- Necesitaré quedarme aquí hasta las 9 horas de nuevo, pero siento ganas de tirarme por la ventana. - Ella se rió.
- Deberías ir a casa pronto y descansar.
- Quiero hacer eso un poco más, pero estoy cansado de estar aquí en la oficina, quería estar en un lugar más cómodo.
- Hmm... - Katherine hizo una cara pensativa. - ¿Entonces por qué no vamos a mi apartamento?
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¿Cuánto Cuesta el Amor? |Piero Barone| Libro 1
RomanceLo que hice fue algo que duele mucho más que una mentira, algo que hiere mucho más que una apuesta. Piero Barone era un hombre serio y diferente de cualquier otro que he conocido... Prácticamente perfecto. Su único defecto: Se iba a casar y fue cuan...