Capítulo 29

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- Trato de sorprenderte y quien me sorprende eres tú... – dijo Katherine mientras sonreía.
- Me gustó la sorpresa, fuiste inteligente, me engañaste bien.
- Fue por una buena causa.

Ellos se separaron, pero la distancia entre ellos era muy corta.

- Espero que te guste, no estaba segura de cuál elegir. – comentó ella.
- Me gustó mucho, estés segura de que has elegido bien.
- Bien.
- Cambiando de tema Katy, ¿tienes algún mensaje de ayer?
- Marcamos la fecha del próximo viaje para grabar el comercial del hotel.
- ¿Cuál será ahora?
- Los Ángeles, próximo fin de semana.
- Ok, prefería este, pero está bien.
- ¿Por qué? Si tienes cualquier compromiso yo puedo tratar de reprogramar.
- No, no... No es compromiso, es sólo voluntad de viajar. - Ambos sonrieron. - Bueno, creo que voy a volver a mi oficina. - Ella asintió con la cabeza.
- Voy tener que salir esta mañana, si me necesitas me puedes llamar o déjame un mensaje en mi escritorio.

Piero observó mientras ella tomó la bolsa y salió de allí. Miró su reloj y sonrió, tenía que ir a trabajar o tomaría un regaño de su padre en su cumpleaños.

A media tarde Katy llegó sonriente con dos tazas de café y una cámara en la sala de Piero y él hizo una mueca. Foto del día de cumpleaños.

- Yo no quería fotografía. – se quejó.
- No es siempre que se cumple 28 años, Piero.
- No me lo recuerdes. - Ella se echó a reír.
- Su padre dijo que esto es para todos los empleados, entonces sonrías. - Arregló el cuello de la camisa y sonrió. Katherine iba tomar la foto y el rostro de Piero se cambió para serio.
- ¡Espera!
- ¿Qué?
- ¡Espera aquí, se me olvidó algo!

Katherine lo miró salir corriendo de la oficina sin entender nada y mientras esperaba él volver tomó algunos sorbos de café. Tres minutos más tarde regresó con la camisa y la corbata que Sophie le había dado. Katherine miró con una mueca.

- Sophie que me dio ayer. – dijo él.
- Que hermoso, quieres tomar la foto con su regalo. - Él la miró.
- ¿Estás loca? No lo haría...
- ¿Entonces?
- Ella me obligó a venir con esta camisa y esta corbata horrible hoy y si ella ver las fotos sabrá que he cambiado mi camisa.
- No entiendo que quieres hacer.
- El café puede manchar la ropa, me ayudarás a hacer eso.
- ¿Quéee? - Le preguntó riendo. - Yo no conocía este lado tuyo, Piero...
- ¡Mira eso! - Él levantó su camisa. - ¡Es por una buena razón!
- Si hacemos esto, tenemos que hacerlo bien.
- ¿Cómo?
- ¿Quieres un efecto "Me dejé caer cuando tomaba" o "alguien tropezó conmigo y se me abrió la copa"?
- La segunda opción es mejor, causará más daño. - Ambos rieron.
- Ya regreso...

Ahora fue el turno de Piero mirar Katherine corriendo y esperó ella allí, decidió entonces poner la camisa. Poco después ella regresó con una pequeña taza de café y un pedazo de tela vieja.

- ¿Qué es?
- No quieres que te lance café caliente ¿no? - Él miró hacia otro lado y luego a ella.
- Tienes razón...

Él estaba abriendo la boca para decir algo más, pero ella fue más rápida y tiró el café en él, derramó en la camisa e incluso en la corbata. Miraron a camisa y sonrieron. Fue suficiente. Piero no se sentía avergonzado cerca de ella y entonces se quitó la camisa y la sostuvo frente a él para mirar la mancha de café.

- Muy bueno... – murmuró Piero.
- Sin duda... – Él la miró y Katherine miraba a él y no la camiseta. Él se quedó serio, ella se aclaró la garganta y miró a su alrededor. Tenía el físico mejor de lo que imaginaba. - Vuelvo enseguida.

Ella se fue y Piero se rió de lo que había dicho, parece que él no era el único que estaba mirando su compañero en esa oficina, por supuesto que no hablaba y era discreto, pero él no era ciego... Y ella era hermosa también, sin duda.
Mientras Katherine limpiaba el café en el suelo, Piero llevo la camisa de nuevo en el coche. Pronto regresó y ella estaba hablando por teléfono y colgó. Se sentaron y ella empezó a hacer notas en la agenda.

- Estoy en deuda contigo. – Piero comentó y ella miró sonriendo. - Tendrás que cobrarme algo ahora.
- Me gustó la idea, pero no creo que a su novia le gustaría lo que iba a proponer... - le miró sorprendido y tragó la saliva.
- ¿Por qué? ¿Qué piensas?
- Primero me responda por qué esta cara.
- Nada.
- Sólo pensé en una cena y tal vez ir al cine después. – Él respiró mejor. Juraba que no era eso.
- ¿Cuándo?
- Hoy mismo...

¿Cuánto Cuesta el Amor? |Piero Barone| Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora