Piero y Katherine se despidieron. Él se dio la vuelta y caminó tres o cuatro pasos, pero su mente decía que tenía que volver... Su cuerpo y su mente le exigieron que volviese allí. Ella estaba cerrando la puerta lentamente y se asustó cuando él sostuvo la puerta con su brazo, entró y la cerró detrás de él.
Sin decir una palabra Piero tiró el cuerpo de Katherine hacia él, puso sus dedos en el medio de su pelo y la besó con intensidad. Ella no protestó y siguió el mismo ritmo que él impuso. Él la levantó del suelo y ella le rodeó la cintura con las piernas. Piero se tumbó sobre ella en el sofá se quedando entre sus piernas, mientras se besaban con un deseo que para los dos era difícil de describir.
Piero devoró cada centímetro de la boca de Katy, a continuación, la garganta y la oreja mientras ella se inclinaba para dar acceso a su boca. Ya se oían las respiraciones completamente aceleradas y les costaba respirar bien. Estaban tan pegados que a través del pecho podían sentir sus corazones latiendo juntos. En ese momento Piero tomó su camisa que salió volando, segundos más tarde fue el turno de la camisa de ella. La sostuvo por la cintura con un poco de fuerza y facilidad, y la colocó sentada sobre sus piernas. Aprovechó la oportunidad de verla detalladamente como un espectador admira una bella obra de arte, deslizó sus manos en su espalda y después en esas hermosas y bronceadas piernas que a tiempos le dejaban sin sueño.
Katherine ni siquiera podía decir si alguna vez en la vida se había sentido algo similar. Estar así, siendo besada y acariciada de esta manera era algo nuevo para ella. Ya había tenido algunas experiencias, pero ninguna podía decir agradable como esta estaba siendo desde que él había pasado por esa puerta. Nunca había imaginado que un beso desencadenaría todas estas sensaciones. Su cuerpo sentía toda la adrenalina y el deseo, pero su corazón era una mezcla de sentimientos confundidos.
De nuevo con un movimiento rápido, Piero se quitó las gafas y las lanzó en el sofá y los dos entre besos comenzaron a caminar hacia el dormitorio. No tenían que decir una palabra, en realidad no era algo necesario, sabían bien lo que estaban haciendo y cómo todo esto iba a terminar. Ya cerca de la habitación Piero apoyó Katherine con la cara contra la pared, acariciando su cintura y llenando su nuca con besos, luego ella se volvió y él tomó su falda. Piero sostuvo Katy por los brazos y los levantó sobre su cabeza, sujetándola contra la pared mientras la besaba con una sonrisa pícara.
Cuando entraron, la empujaba con su cuerpo a la cama y se puso encima de ella de nuevo. Katy enredó los dedos en su pelo mientras él besaba su pecho y su vientre con suma delicadeza, pero sin dejar de mostrar lo mucho que la deseaba. Pronto se deshizo de sus pantalones y cualquier otra ropa que ambos tenían y se colocó entre las piernas Katherine, que cerró los ojos. Ella sólo sintió cuando Piero se deslizó en su interior. Cómo impulso gimió y rápidamente abrió los ojos. Ya no era una situación que estuviese acostumbrada y en el principio sintió un poco de dolor que la hizo sentir incómoda, pero Piero parecía entender incluso su cuerpo, ella no tenía que decir lo que estaba pasando o sus sentimientos. Él se quedó unos segundos mirando a sus ojos, con cariño la besó de nuevo en la boca y luego el cuello, cerca de la oreja y lentamente. Katherine comenzó a sentir calor bajo el cuerpo de él. Se dio cuenta de cómo no había ninguna sensación en el mundo mejor que el peso de su cuerpo sobre ella, su piel, su calor... Él empezó a moverse lentamente y poco a poco ella empezó a agitarse, esa poca incomodidad que había sentido antes había dado lugar a un placer nunca antes sentido. Entonces ella se aferró a sus hombros, a veces llegando a clavar las uñas en su espalda, mientras él la rodeaba con el brazo su cintura.
Nada en la habitación se oía más allá de las respiraciones aceleradas, suspiros y un diciendo el nombre del otro. Para Piero, esto era música a sus oídos, una música que no se cansaba de escuchar. Katherine había sido una tentación por un largo tiempo, y ahora lamentaba no haber tenido el valor de tomar esta actitud antes. Si supiera cómo sería bueno tenerla sólo para él nunca hubiera ignorado su mente y su corazón. Katy rodeaba su cintura con las piernas y a cada embestida que daba sentía que estar allí con ella, era lo que más deseaba. Con ella sí sentía algo que nunca había experimentado antes y en ese momento él sabía que después de esta noche nada volvería a ser como antes.
Aún que estuviesen totalmente pegados no parecía ser suficiente y Piero seguía ese ritmo que poco a poca llevaba los dos a locura. Katherine arqueó su cuerpo mientras Piero la besaba en el cuello y el hombro, cerró los ojos y una ola de placer pasó a través de su cuerpo y sintió que no tenía control sobre sí misma, poco después Piero también alcanzó el mismo éxtasis. Era sin duda el paraíso...
Piero dejó su boca cair al lado de la de Katherine que seguía con los ojos cerrados. Respiró profundo, quería sentir su olor dulce y adictivo, sintió un poco de miedo de que no fuera real, sólo un sueño o imaginación... Pero sonrió cuando se dio cuenta de lo absurdo que era la idea, todo lo que había sentido, no tenía explicación, sino que era su realidad.
La besó suavemente a los labios y ella abrió los ojos con una enorme sonrisa, ni siquiera se habían movido. Él le devolvió la sonrisa y acarició un mechón de su cabello.
- Tú te quedarás aquí conmigo ¿verdad? - Ella preguntó susurrando.
- Si eso es lo que quieres. - Ella asintió con la cabeza.Piero salió de encima de ella y Katherine le dio la espalda, tirando con ella su brazo alrededor de su cintura y entrelazaron sus dedos. Unos minutos más tarde los dos terminaron durmiendo.
ESTÁS LEYENDO
¿Cuánto Cuesta el Amor? |Piero Barone| Libro 1
RomanceLo que hice fue algo que duele mucho más que una mentira, algo que hiere mucho más que una apuesta. Piero Barone era un hombre serio y diferente de cualquier otro que he conocido... Prácticamente perfecto. Su único defecto: Se iba a casar y fue cuan...