Capítulo 52

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Al día siguiente Katherine llegó en la empresa en su hora habitual y fue a la oficina de William que la recibió con una sonrisa.

- Hola, Katherine.
- Hola, Don Barone.
- Creo que es hora de que me llame William o Bill.
- Oh, como quiera... - sonrió, se sentó y suspiró.
- Bueno, ¿usted quiere hablar algo conmigo?
- ¿Cómo lo sabe?
- Sólo por el suspiro, pero escuché susurros de mis hijos anoche y tengo la sensación de que tiene algo que ver con usted.
- No sé si es el mismo tema, pero sí, tengo que hablar.
- Tiene mi atención.
- Voy a ser directa... Piero me besó.
- ¿Se besaron? - Le preguntó con sorpresa.
- No, dije que él me besó.
- Ahora entiendo por qué llegó con una enorme sonrisa tonta en la cara ayer. - Dijo riendo.
- El problema es que no sé qué hacer.
- ¿Qué? ¿Katherine Bradley no sabe qué hacer? Esperaría escuchar cualquier cosa menos eso.
- Entiendo... - dijo, sonriendo. - Es que, aunque él nunca llegué a saber acerca de nuestro acuerdo, algún día voy a tener que poner fin a esto. Tengo miedo de hacerle daño. Yo no quiero hacer eso... Confieso que al principio no me importaba, pero ahora...
- ¿Qué cree que ha cambiado, Katy?
- Sé que no puedo rendirme porque él no se merece una mujer como Sophie, pero tampoco se merece lo que estoy haciendo. Ahora que lo conozco mejor es tan difícil. Y sé que si conseguir hacerlo renunciar, una hora voy a tener alejarme y él sufrirá y para ser honesta, no sé si quiero hacer esto.
- ¿Se enamoró de él, Katherine? - Ella lo miró sorprendida y con algo de miedo.
- No sé... Me gusta.
- ¿Haría alguna diferencia a usted si te dijera que no tiene que alejarse? ¿Que si llega a cumplir con nuestro acuerdo y fuera su deseo podría seguir junto a él?
- ¿Aún usted sabiendo todo lo que hice?
- No hubiera hecho nada de esto si yo no hubiese pedido. Usted está manteniendo este acuerdo y sé cómo debe ser algo difícil. Quiero que al final de todo esto haga lo que tu corazón sentir que es correcto.

Ella asintió con un nudo en la garganta. Bill se levantó y caminó hacia Katy, mientras se acercaba ella se levantó también y él sonrió.

- No se preocupe. Con el tiempo usted sabrá qué hacer. - Se abrazaron.
- Gracias.
- No tiene que agradecer, te he dicho que es parte de mi familia. Es como mi hija. - Ella sonrió.

De repente, la puerta se abrió y los dos se asustaron.

- Lo siento, pensé que podría entrar ya que no hay nadie en el escritorio de la secretaria. - Sophie dijo irónica.
- No habría hecho ninguna diferencia, usted piensa que puede hacer siempre lo que quiere... - Katherine pasó al lado de ella en la puerta y se fue.
- ¿Qué te trae por aquí de nuevo, Sophie? – Bill preguntó sin emoción sentándose nuevamente.
- Llegué anoche de viaje y vine a traer un regalo para mi querido suegro. - Le entregó una caja y Bill abrió.
- Gracias, Sophie.
- Espero que le guste, porque cuando vi yo inmediatamente pensé en usted.
- Sí, es un hermoso adorno, gracias.
- ¿Qué piensa de poner aquí en su estante? - Él asintió con la cabeza y lo puso donde ella señalaba. - ¡Perfecto! Bien, ahora voy a dejarlo trabajar. Hasta luego...

A Bill le pareció una actitud realmente extraña. Era hermoso, una estatua de un hombre con una luneta. Lo que no sabía era que esta luneta había nada menos que una micro cámara oculta. Ahora Sophie podía averiguar lo que quería.

Antes de salir de la empresa ella fue a la oficina de Piero.

- Ya me voy, amor... Nos vemos en la noche. - Él asintió con la cabeza.
- Voy a llegar tarde hoy. - Hizo una mueca y se fue.

Sophie estaba caminando hacia el ascensor cuando vio a Katy, se cruzó de brazos y se acercó a ella. Estaban de frente y se miraron.

- Entonces Katherine, ¿por lo general abrazas todos sus jefes?
- Sólo lo que me considera como una hija... Y tu novio. – añadió.
- Realmente eres una víbora venenosa ¿no?
- Me digas tú, por lo que sé una víbora puede reconocer otra.
- Llegará el día en que voy a pisar en tu cabeza.
- Es mejor prepararte, ya que tendrás que esforzarte.

Se miraron una a la otra de nuevo y Sophie fue. ¿Así que ella esperaba ganar? Entonces Katherine le mostraría.

¿Cuánto Cuesta el Amor? |Piero Barone| Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora