Capítulo 26

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El lunes por la mañana, Katherine llegó puntual a su trabajo... Y se sorprendió por lo que vio. Allí, en su escritorio, había un hermoso ramo de rosas rojas y sonrió mientras miraba, ella se acercó y encontró una pequeña nota, la abrió y sonrió negando la cabeza cuando leyó: "Aún espero que me perdones... Piero".

Él no era culpable de nada y, obviamente, no estaba enojada con él, pero esto le causó una buena sensación. Si él quería que ella lo perdonara, entonces era porque de alguna manera eso era importante para él. Podría ser eso. Tal vez, sólo tal vez, había ganado su amistad más de lo que pensaba, porque ella realmente no esperaba esas flores, como máximo escuchar una vez más un 'lo siento'. Gentil era la palabra correcta para este hombre.

Katy cariñosamente acarició una de las flores y se fue a la oficina de Piero, era mejor agradecerlo personalmente, pero tenía era curiosidad por saber si iba a decir algo más, porque tenía que saber para poder actuar de la manera correcta.

Ella no llamó a la puerta y la abrió cuidadosamente sin hacer ruido. Vio Piero mirando por la ventana, con las manos en los bolsillos, como solía hacer siempre. Estaba distraído, perdido...

- ¿Piero? - Él miró sorprendido. - Vine a darte las gracias por las flores... – él se acercó.
- No sabía si te gustaba...
- Sí, son hermosas. Gracias de nuevo. - Ella se volvió para irse y él la agarró del brazo.
- Katherine, espera. ¿Por qué no entras aquí? Me gustaría hablar contigo.
- Si es una vez más sobre lo que pasó prefiero no hablar de ello.
- ¿Al menos has pensado se puedes perdonarme por toda esta terrible situación?
- Te dije que no es tu culpa Piero, no tienes por qué aturdirte de esa manera.
- Es que me siento responsable. Estabas en mi casa y la pelea comenzó mi culpa.
- No es cierto...
- ¡Sí, lo es! Todo empezó porque yo te invité a salir.
- ¿Te arrepientes de eso?
- No... Porque, para ser honesto, esa noche que salimos fue la más divertida que he tenido en mucho tiempo.
- ¿Sabes lo que es peor? No me importa... Pueden darme una zurra, pero lo haría todo de nuevo. Sólo me importa lo que tú piensas de mí, eso es todo.

Se dio la vuelta y salió, Piero la acompañó con los ojos tan lejos como pudo. Siempre, pero siempre, esa chica lo dejaba pensativo. Ella sólo se preocupaba por lo que él pensaba de ella, es decir, ¿no le importaba ser abofeteada o algo por el estilo? ¿Cómo podía decir eso? A nadie le gusta eso. ¿Y dijo que lo haría de nuevo? Piero se sentía confundido, le gustaba su compañía, ¿Pero lo que pensaba tenía mismo algún sentido? Ya no sabía...

Mientras Piero cerró la puerta y empezó a trabajar, Katherine puso las flores en un lugar mejor y más visible en la mesa en un jarrón que encontró en el depósito. Pronto fue a la oficina de Bill, ella llamó en la puerta y entró, él le hizo una seña para que se sentara. Katherine apenas se sentó en la silla y la expresión facial de su jefe la sorprendió.

- Chica, ¿Qué hizo en mi casa? – Se sintió un poco temerosa.
- Hice lo que usted me pidió.
- ¿Qué te pedí? ¡Hizo mucho más que eso!
- ¿Está enojado? – preguntó confusa.
- ¿Enojado? ¡Por supuesto que no!... Te juro que nunca pensé que sería tan eficiente. Lo que causó en mi casa, ¡no tiene ni idea!
- ¿Usted podría decir? Sería muy útil a mi saber algunos detalles.
- Puedo decirte exactamente lo que ha sucedido. Creo que incluso mis vecinos podrían decirle. - Abrió los ojos como platos.
- ¿Cómo qué hasta que los vecinos?
- Mi hijo tiene 27 años, Katherine. Nunca, nunca le oí gritar como ese día.
- Lo siento, ¿pero me puede decir qué ha sucedido?
- Con mucho gusto... Cuanto te ha ido, me iba a la cocina, fue cuando Piero volvió a casa, estaba furioso y resoplando, tomó Sophie por el brazo y la llevó a la habitación, cerró la puerta de golpe...

* FLASHBACK *

- ¿Qué tienes en la cabeza, Sophie?
- Piero, yo...
- ¡No quiero que respondas! - interrumpió él. – ¡Quiero que una vez en tu vida te calles y me escuches! ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Gritas como una desequilibrada y actúas como una loca! ¡Esta es la última vez que actúas así dentro de esta casa! ¿Me oyes? ¡La última vez!
- ¡Sólo estaba me defendiendo!
- ¿Te defendiendo de qué? ¿De Katherine? ¡Era ella quien debería haber se defendido! ¿Te parece bien dar una palmada en la cara de otra persona?
- ¡Lo haría otra vez! – gritó.
- ¡Entonces golpees! - Dio dos palmaditas en la propia mejilla. - ¡Bien aquí, en mi cara! – ella no se movió. - Me avergonzaste de una forma impresionante. ¡Felicitaciones a ti, Sophie! ¡Porque me hiciste perder la paciencia de una manera que nadie nunca logró hacer!
- ¡Deja de hablar como si yo fuera una criminosa!
- ¡Te dije que escucharías! Estoy cansado de sus ataques de nervios.
- ¡No puedes hablar a mí de esa manera! ¡Soy tu novia!
- Y es mejor empezar a respetarme, porque si sigues así, voy a pensar muy bien si habrá una boda."...

¿Cuánto Cuesta el Amor? |Piero Barone| Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora