Capítulo 61

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Por la tarde Piero fue al hospital donde Katherine estaba y ​​al entrar en la habitación ella sonrió. Se acercó a la cama y puso su mano sobre la suya.

- ¿Cómo te sientes? – preguntó él.
- Mi cabeza todavía me duele un poco, pero el doctor dijo que en general estoy bien. Sólo voy a tener que pasar la noche aquí para ver los resultados de otras pruebas.
- Yo estaba muy preocupado por ti.
- Creo que necesito más que un golpe en la cabeza para me derrocar.
- Bueno. - Él suspiró. - Lo siento. Debería haber sabido que ella podía hacer algo, estaba furiosa.
- No es tu culpa, Piero. - Ella hizo cariño en su rostro. - Y yo ya dije que estoy bien.
- Será mejor que te quedes en casa por unos días.
- ¿Por qué? ¡Tengo que trabajar!
- ¡Nada de eso! ¡Descansarás! Tenemos que asegurarnos de que estás bien.
- ¡Maldita sea! ¡¿Quieres discutir con el médico?!
- No me importa, te quedas en casa. ¡Terca! - Sonrió.

Se cruzó de brazos, quería mirarlo enojada, pero no logró más que hacer una sonrisa sin mostrar los dientes.

- ¡No me vengas con esa mirada! – Dijo él – Sin discusión.
- Oh, sí, yo soy terca.
- Será sólo un par de días. No te quejes.
- A veces, ya no me gusta el fin de semana, ahora tengo que estar sola sin hacer nada por más días.
- Será bueno para descansar.
- ¡Viva! - Exclamó irónica.

Al día siguiente Katy salió del hospital y se fue a su apartamento. Tomó un largo baño de agua tibia, se puso su pijama y pasó casi toda la tarde viendo la televisión, pero estaba empezando a aburrirse. Por la noche escuchó un golpe en la puerta y ella abrió.

- ¡Piero!
- ¿Cómo estás? - Le dio un breve beso en los labios.
- Bien ¿y tú? ¿Qué estás haciendo aquí ahora, no tenías que estar en la empresa? - Entró.
- No... - él negó con la cabeza. - He oído que alguien en ese apartamento necesita de un niñero. - Ella miró irónica, pero con un risa. - ¿Tienes hambre?
- Yo estaba pensando qué iba a cenar.
- ¡No necesitas más! - Levantó una bolsa. - Fui al mercado.
- Bueno, entonces podemos hacer algo.
- ¡No! ¡Hoy yo voy a cocinar para ti! - Le dio un beso en la frente. – Tú te quedas en el sofá y yo me voy a la estufa.

Después que cenaron Piero se sentó en el sofá y Katherine con la cabeza en sus piernas. Pasaron algún tiempo hablando y riendo. Ella ya se sentía bien, pero tenerlo tan cerca y todo preocupado ​la encantaba, estaba siendo atendida como una verdadera princesa y no estaba acostumbrada a ello.

Katy tuvo una vida con problemas con las relaciones familiares y personales. Los dos novios que había tenido eran unos completos idiotas que la trataron como si fuera una cualquiera, el afecto era superficial, eso cuando existía. Por lo tanto se sentía tan bien al lado de Piero, que le importaba y mimaba. Él quería verla bien y hacía que ella siéntese en su corazón una inmensa alegría que nunca había experimentado. Él sí era lo que se podría llamar hombre.

Más tarde Katherine ya estaba en la cama y Piero sentado acariciando su cabello. Ella sonrió y él hizo lo mismo.

- ¿Por qué te ríes? – Preguntó Piero.
- Porque me alegra de que hayas venido. ¿Cómo supiste que quería compañía?
- Yo sólo sabía... ¿Por qué no tratas de dormir?
- No sé si puedo.
- Cierra los ojos... - ella hizo y se acercó a su oído. – Sólo escucha...

*"Me gustas cuando callas porque estás como ausente,

Y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.

Parece que los ojos se te hubieran volado

Y parece que un beso te cerrara la boca.

Déjame que te hable también con tu silencio

Claro como una lámpara, simple como un anillo.

Eres como la noche, callada y constelada.

Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Katherine sonrió y una lágrima rodó por su mejilla, abrió sus ojos y Piero la besó.

*[Poema de Pablo Neruda]

¿Cuánto Cuesta el Amor? |Piero Barone| Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora