La primera decisión del día en la cual no consistía en evitar a Louis y mucho menos el querer sacar información sobre el tema de conversación que tuve con James, fue bajar la ventanilla del carro de Louis.
El ambiente a nuestro alrededor se sentía incómodo y no sabía el por qué. Pero si de algo estaba segura, es que este mismo día arreglaríamos las cosas, nuestros problemas, toda nuestra situación. Ya era momento de que todo volviese a su normalidad, como por ejemplo nuestra felicidad.
Louis condujo hasta su casa. El trayecto no fue extenso, cosa que ciertamente agradecí desde mi interior. Para cuando llegamos a nuestro destino, mis nervios se habían ido casi del todo, aunque sabía que en todo momento de lo que restaba del día, estaría nerviosa.
Él aparcó en su estacionamiento y luego de unos segundos, los dos bajamos del carro. Luego de sujetar mi bolso por mi hombro, acelero mis pasos para llegar junto a él y en cuanto estuve a su lado, sujeto de su mano. Subimos la altura de su porche y luego saca sus llaves, suelta por un momento nuestras manos entrelazadas y abre su puerta. Después de estar dentro de su casa, me abrazo a mí misma mientras espero a que Louis deje su mochila en unos de sus sillones.
─Aquí estamos ─dice, después de unos minutos de silencio.
Le regalo una sonrisa y me acerco a él. Ahora mismo no sé qué hacer, no hay y no es momento para pensar, sino de actuar.
Dicen que es mejor actuar que pensar y no hacerlo. Es por eso que dejaré que mis acciones hablen por sí solos.
─ ¿Quieres algo de beber? ─pregunta─, creo tener algún jugo...
─¿Tus padres están en casa? ─cuestiono. No es como si no supiera la respuesta, ya que Louis al menos ha repetido dos veces que ellos no estarían aquí.
─Nop ─niega con la cabeza, mientras se acerca─. Trabajando ─habla cuando llega a mi lado─, tenemos toda la casa para nosotros.
Para cuando deja de hablar, él me está abrazando, con sus brazos alrededor de mi cintura.
─¿Qué dices si subimos? ─deja un escaso beso en la piel desnuda de mi clavícula─. Podríamos ir a mi habitación o al salón, tú decides.
─C-Creo que tu habitación e-está bien ─mis palabras no fueron las mejores, pero vamos, por poco y puedo pensar con claridad.
─De acuerdo, ven ─con una mano sujeta la mía, y con la otra recoge su mochila en el camino.
Subimos los escalones y me dejo guiar por él, ya que no soy capaz de pensar y poder recordar en dónde queda su habitación.
Luego de doblar por un pequeño pasillo, llegamos su habitación en la cual no necesitamos abrir la puerta ya que se encuentra abierta.
Me pide que le de mi bolso y lo deja encima de un ropero que tiene de altura hasta mis caderas. ¿Cómo lo sé? Lo sé porque me apoyo en éste sin saber qué hacer.
En el momento en la cual mi vista se queda en su cama, rápidos recuerdos de él y yo en ella, llegan a mi mente como flashes. Yo, curando su herida de quemadura, él basándome, nosotros durmiendo. Nuestra primera vez durmiendo juntos. Esta habitación no sólo tenía recuerdos, sino que era nuestro sitio de confort. Aquí podíamos ser nosotros mismos. Decir lo que tenemos que decir al otro, lo que sentimos, lo que pensamos, simplemente, todo.
No sé en qué momento, pero cuando aterrizo a tierra, Louis está besando mis labios de una manera... desesperada.
─L-Louis ─digo contra su boca─. Creo que deberíamos hablar sobre nuestra situación.
Él no deja de besarme, joder, pienso que ni siquiera ha querido prestarme atención cuando le había dicho que debíamos hablar.
─Lo estamos haciendo ─deja un camino de besos entre mi cuello y mi clavícula, haciendo que mis piernas se debiliten ante la sensación.
─No, n-no lo estamos ─digo como puedo, sabiendo que mi voz está distorsionada por la sensación que estoy sintiendo.
─Oh, sí que lo estamos ─esta vez, besa justo detrás de mi oreja, en el punto más sensible y eso fue todo. Muerdo mi labio inferior para reprimir la pequeña sensación de placer.
Louis baja una mano hacia mi cintura, nunca dejando el contacto de su boca contra mi piel.
Él está haciendo un buen trabajo.
Pasa tan rápido, que no me da el tiempo para asimilar el movimiento que hace.
Sus manos viajan rápidamente a través de todo mi cuerpo y me alza lo suficiente para llegar al borde del ropero que está justo detrás mío. Soy consciente de que llevo puesto shorts y que no hace ni menos de un minuto, sus manos tuvieron contacto con la piel desnuda de mis muslos. El mero contacto ha hecho que lo quiera a él más cerca mío.
Me doy modo y entrelazo mis brazos por su cuello, acercándonos más.
─D-Deberíamos parar ─susurro─, debemos hablar primero.
Louis se detiene por un momento. Cuando nuestros ojos hacen contacto, sonríe. Eso hace, nada más. ¿Y a éste qué le pasa?
─ ¿Qué? ─cuestiono, acomodando un mechón suelto de las hebras de mi cabello.
─¿Tienes idea de cuánto te quiero? ─dice─, ¿al menos tienes idea de qué tanto lo hago?
─Me lo demuestras... como ahora ─digo, despacio─. Pero, en serio, necesitamos hablar.
─Estamos bien, ¿cierto? ─una de sus manos es colocada en mi cintura─. ¿De qué tendríamos que hablar?
─ ¿Lo estamos? ─pregunto, confundida.
¿En realidad, lo estamos? No fue la reacción que esperaba pero mucho menos que él me dijera que, prácticamente, todo estaba bien.
Sin duda alguna, no estabamos bien, o eso era lo que yo creía. Dios, ¿por qué no simplemente arreglas todo aquí?
─¿Y entonces? ─Louis habla─, ¿está todo bien?
Me encojo de brazos y digo con una sonrisa y en voz baja: ─Si tú lo dices.
─¿Puedo seguir? ─cuestiona─. No olvido que te debo una promesa.
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Lo que siento por ti.
RomanceEmma Johnson, una adolescente con tan sólo dieciséis años, que después de pasar toda una vida trasladándose de ciudad en ciudad, tendrá que soportar otro cambio más en su vida. Aunque para ella, ya se ha hecho un ritual mudarse, ya no quiere seguir...