39. ¿Qué sucede con él?

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Pasamos los próximos quince minutos en la autopista para llegar al restaurante donde iba a llevarse a cabo la cena.

Y lo que creí que no pasaría, estaba pasando. La inesperada cena me tenía mal.

De no ser porque mis uñas estaban recién pintadas, no hubiera dudado en empezar a juguetear, mordisquear o hacer algo estúpido por mi nerviosismo.

No sé que iré a hacer. ¿Y si Louis dice algo que no le agrade a mis padres?, ¿o si mis padres dicen algo que le moleste a Louis? Mala idea, fue una mala idea pensar o dejar que esta cena se haga realidad. ¿Y si no se llevaban bien? Bueno, eso es algo de lo que no debería preocuparme. Ellos ya lo conocen o al menos saben cómo se llama. No tendría que balbucear sus nombres para presentarlos porque ya lo sabían. Un acto de nervios menos, gracias, Dios.

Buscamos un espacio libre para estacionar el vehículo, y luego entrar al restaurante. Después de que papá aparcó, me di un tiempo en reflexionar y también implorar interiormente para que nada malo sucediera esta noche.

Con los nervios de punta, solté un gran suspiro que fue muy prolongado, ya que hasta Lily se dio cuenta, porque me miraba con cara de extrañada. Ella no sabía por lo que estaba pasando y yo sé que tarde o temprano, ella estará en mi posición. Siempre hay una primera vez.

Abrí la puerta del carro y salí, tratando de siempre ponerme de pie en forma recta. Llevaba tacones por lo que si quería verme bien o al menos elegante, tendría que hacerlo.

Esbocé una sonrisa al percatarme de que la motocicleta de Louis estaba a unos metros de distancia. No entendía el por qué la necesidad de tener un automóvil y una motocicleta, se puede vivir con sólo uno de éstas, ¿no?

Antes de entrar, Lily bromeó diciéndome que no estuviera tan nerviosa; que no es como que fuera a confesarles a mis padres que estaba embarazada.

E inevitablemente pensé en esa noche. Lo recordaba, porque aunque estaba embriagada, no lo estaba lo suficiente como para no recordar. La parte en especial, es decir, la que más recordaba era cuando subí a su regazo y luego mordí su labio inferior.

Cielos, cuántas ganas tenía de hacer eso mismo, ahora. Quería besarlo y morder esos labios carnosos que tiene, pero tenía que esperar, no podía hacerlo frente de mis padres.

Papá mantuvo la puerta del local abierta para que podamos pasar sin ningún percance. Estando dentro, no pude evitar el ocultar lo desesperada que estaba por encontrarlo y también lo muy nerviosa que me encontraba; las dos cosas al mismo tiempo.

Una señora se acercó a nosotros y dijo ─Buenas noches, sean bienvenidos. ¿Mesa para cuántos? ─nos señaló para que dijéramos cuantas personas éramos.

─Tenemos una reservación, familia Johnson ─mamá habló con cierto entusiasmo. Creo que ella es la más contenta con esta cena.

─Oh, claro. Su hijo ya llegó ─giró sobre sus talones para luego añadir: ─Síganme.

Sonreí por el error que había cometido. Louis no era hijo de mis padres y por ende tampoco mi hermano. Ni siquiera nos parecíamos en algo.

Somos casi completamente distintos. Louis tenía el color de sus ojos verdosos; los míos azules. Él tenía su piel más bronceada; la mía estaba lejos de tener el mismo tono de tez. Lo único en lo que podría decir que nos parecemos es en el color de nuestros cabellos, no son muy diferentes al color de castaño.

Pasamos unas cuantas mesas con personas comiendo en ellas, seguimos avanzando hasta que en una esquina me encontré con la mirada de Louis.

En cuestión de segundos, se puso de pie para saludarnos. Fue ahí cuando me fijé en cómo estaba vestido; llevaba puesto una camisa manga larga color celeste, con pantalón de vestir negro.

Lo que siento por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora