49. ¡Qué gran sorpresa!

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—No quiero —me quejo, dando una vuelta por mi cama—. ¡Déjame dormir!

Lily, quien hacía su máximo esfuerzo por levantarme de mi preciosa cama, seguía insistiendo. Y de nuevo, ella tira de la pequeña sábana en la que estoy envuelta. ¡Dios!, ¿por qué no simplemente me deja dormir?

— ¡Deja mi sábana! —digo, y doy patadas al aire para que deje de molestar.

— ¡Levántate, son más de las nueve de la mañana! —habla, pero yo lo escucho como un grito.

— ¿Por qué me despertaría a esta hora un domingo por la mañana? —hablo lento, porque realmente no tengo ganas ni de hacerlo.

—La nueva colección de Forever 21 sale hoy —dice entusiasmada—. ¡Mis amigas irán y yo tengo que ir!

—Pues, vete y déjame dormir más —logro quitarle mi preciosa sábana y me enredo en ella una vez más.

Entonces, Lily se sienta en el borde de la cama.

Mis ojos arden.

¿Podría mi hermana cerrar la cortina? Ahora mismo no me gusta el sol. No puedo dormir con luz, me molesta, lo detesto.

—Verás... —dice—, toda esa política de ser la menor y no dejarme salir porque soy mujer, me está volviendo loca. Así que, como tú sabes, si tu vienes conmigo, ni papá ni mamá se negará en darme permiso. En este caso, darnos permiso.

Vuelco mis ojos al cielo. Ya sabía yo que no era por nada darse la libertad de despertarse tan temprano un domingo por la mañana. De hecho, sé que a las nueve de la mañana es, probablemente, tarde para algunas personas; es obvio, yo era una excepción de ellas.

—En pocas palabras, ¿quieres llevarme a la fuerza a un lugar al que no quiero ir?

— ¡Di que sí! —ella se abalanzó hacia mí—. Por favor, por favor... —en su cara estaba formado un puchero, y después hizo cara como de un pequeño perrito.

No le sale bien.

—Recuerda que ayer te ayudé para que vayas a esa fiesta —añade por último.

Por supuesto que iba a decirlo. Ella no hacía favores así por así. Y por otra parte, aunque no quisiera admitirlo, Lily tenía razón. Favor con favor se paga.

—Bien —dije a regañadientes.

— ¿Vamos a ir? ¡Yay! —grita de emoción—. Gracias, gracias, gracias, te amo hermanita.

—Lo que tú digas —la interrumpo—. Diles a nuestros padres y dame media hora para alistarme.

— ¿Media hora? —cuestiona.

—Bueno, ¿quieres o no que vaya allí? —me quejo, por segunda vez en esta mañana—. Porque de no ser así, puedo seguir durmiendo.

— ¡Media hora está muy bien! —exclama—. Hablaré con ellos ahora mismo —dice para luego salir por el umbral de la puerta de mi habitación.

— ¡Cierra la puerta! —le grito, para que lo haga. Entonces, una Lily muy sonriente se muestra por mi habitación, para que luego de cerrar la puerta me dejara sola.

Tengo diez minutos para aprovecharlos y dormir un poco más, me dije mentalmente.
 

[  ...  ]


Por si fuera poco, mi pequeña hermana, me tenía como perchero. Prácticamente, me utilizaba para eso.

Perdí la cuenta de cuántas prendas tenía en manos. Estaba harta de estar aquí y habíamos llegado hace tan solo un poco menos de una hora. Todo lo que ella veía, le gustaba.

Lo que siento por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora