¿Qué estoy haciendo? No, no, no y no. Hago todo lo posible para sacar los pensamientos de mi mente. No puedo sentirme atraía por un chico que a penas conozco. No ahora. No en mi primer día aquí. Es casi imposible.
El amor verdadero no existe, tampoco el amor a primera vista.
Bueno al menos en esta ocasión.
No. Esto no puede estar pasandome, yo no me puedo sentir atraída por alguien que acabo de conocer. De algún modo estoy agradecida por haberme salvado, aunque fue muy exagerado de su parte decir que pudiera haber estado en algún hospital, si es que no llegaba a salvarme.
Sus palabras vuelven a mí memoria: «Espero que quede lejos tú casa, así tendremos más tiempo para conocernos.» Creo que en esos momentos había preferido vivir en Miami así iba a pasar bastante tiempo con él.
Oh, rayos. Ahora estoy siendo exagerada, como él.
¿Porqué le dije que era un tremendo exagerado? ¿Se habrá enojado?
Al sentarme y doblar de mi rodilla, ésta me dolió demasiado y también me sentía muy cansada. Decidí entrar al baño privado que tengo en mi nuevo dormitorio y tomar un baño.
Cuando salí me sentí un poco más relajada, me cambié y me puse mi pijama color celeste.
Y pensar que no hace ni veinticuatro horas estaba en Denver.
Cuando me recosté para dormir, pensé en todo lo que había sucedido durante todo el día... Conocí a un chico a la que aparentemente le caigo bien, -eso sí es raro-, y por otra parte, no pude ni aguantar un día para instalarme bien a esta nueva casa y ya estaba discutiendo con papá.
Antes de echarme a dormir dejé la chaqueta de Louis encima de mi maleta, así no quedaría estropeada o algo por el estilo.* * * *
A la mañana siguiente. No escuché ningún ruido o algo por estilo cuando permanecía en mi dormitorio, entonces supuse que era temprano todavía. Me volví a dormir por un rato más y en cuanto desperté mire mi despertador y marcada las diez y treinta.
Mierda. Es tarde y ni siquiera se dignaron a levantarme.
Al terminar de lavarme la cara y cepillarme los dientes bajé por las escaleras y no vi a nadie. Subí de nuevo, para entrar a ver al que se suponía que es el dormitorio de Lily y luego al de mis padres, pero no había ninguno de los tres.
Vaya, ni un día y deciden salir a cualquier parte sin mí.
Bajé a la cocina para prepararme yo misma el desayuno. Sólo encontré pan para tostadas y un paquete de té, bien, hoy no es mi día.
Después de terminar de desayunar estaba apunto de subir las escaleras y dirigirme al dormitorio para terminar de ordenar mi ropa y demás cosas que vinieron en mi maleta, entonces escuché el sonido del timbre. ¿Tan desagradable se escuchaba el timbre? Papá deberá cambiarlo. Sí o sí, en definitiva.
Por un segundo pensé que eran ellos pero no. Por el otro lado de la puerta se escuchó una voz varonil: ─¿Señor Johnson?
─No se encuentra, ¿para que lo buscaba? ─dije a medidq que abría la puerta y era quedé un poco paralizada al verlo, a él. Louis.
¿Qué hace aquí? A esta hora de la mañana.
─Entonces, me alegro que no se encuentre en casa ─dijo un sorprendido Louis con una mirada pícara. ¿Qué está tratando de decir?
─Louis ─en cuanto me dispuse a abrir la puerta, nunca me hubiera imaginado que sería él─, ¿qué haces aquí? ─pregunté porque en serio necesitaba saber que hacía aquí.
Tenía razón, nunca debí venir ayer junto con él. Ahora sabe dónde vivo.
Acosador, tenía que ser.
─Hola... Louis, ¿cómo estas? Pasa... Siéntate como en tú casa ─imitó mi voz de una manera sin éxito.
─Já, que gracioso ─es irritante que las personas hagan este tipo de bromas.
─Alexandra ─dijo mi nombre en modo de saludo.
─Louis ─dije como respuesta, cruzamos la mirada unos cuantos segundos en la que claro, me distraje por ello y luego no sé como hice pero articular una palabra más─. Pasa.
─Por fin... Ya era hora ─dijo pasando─. Llegué a pensar en que no me dejarías pasar.
─¿Qué haces aquí?
─Por sí no lo recuerdas, ayer te quedaste con mi chaqueta y no pienso regalartela, porque es mi favorita.
─Oh, claro. Tu chaqueta, perdóname, lo olvidé por completo ─¡Mentiras!, sí te recuerdas de todo lo que sucedió ayer, me grita mi subconsciente. La hago callar en mi mente con un tono autoritorio y sigo hablando─. Déjame que suba y ahora la traigo.
─¿Voy contigo? ─me dijo cuando ya me encontraba subiendo el tercer peldaño de las escaleras.
─Por supuesto que no. En un momento vuelvo.
─Una pregunta, ¿cómo te sientes hoy?
─Bien, gracias. Un poco mejor que ayer, ahora vuelvo.
Subí y bajé en tiempo récord, y cuando volví, él permanecía en el mismo lugar en el que se quedó cuando yo subí.
─Aquí está ─dije, cuando llegué a su lado.
─Sabes, a nadie se la he prestado o dejado mi chaqueta, sólo a ti.
─¿Qué?¿Por qué? ─pregunté desconcertada. ¿Es de esos chicos que no comparte nada con sus amigos? No lo creo, se ve agradable.
─Que fue una excusa, para venir hoy y volver a verte.
Cielos, ¿está poniendo su chaqueta de excusa para volver a verme?
─Eres tímida... ¿no, Alexandra? ─definitivamente estaba nerviosa así que recurrí a cambiar de tema.
─¿Por qué me llamas por mi segundo nombre? Creí haberte dicho que me llaman por el primero.
─¿No te gusta que te llame así? ─preguntó, con el ceño fruncido.
─Bueno, no me molesta, pero no recuerdo a alguien quien me llame como Alexandra, sólo mis padres, de vez en cuando, me llaman así porque se enojan conmigo.
Típico.
─Entonces, voy a ser el primero en llamarte Alexandra. Así podré hacer la diferencia.
─Bueno, ya dime... ¿a qué libro le estás robando la escena?
─Veamos... Para ser joven, he leído una variedad de libros que no terminaría hoy, sí te los dijera.
Por la calle se escucha el motor de un auto que estaciona en la vereda de mi casa. Entonces, me acerco a la ventana más cercana y veo que ellos están ahí; mamá, papá y Lily. Bajando de un taxi con bolsas cargando con sus manos... De seguro vienen del Mall.
Después de esa distracción vuelvo a ver a Louis nerviosa y le digo:─ Son mis padres, tienes que irte.
─No estamos haciendo nada malo.
─Tú no conoces a mis padres ─digo con la mente pensando en actuar rápido, pero fue demasiado tarde, en ese preciso momento se abre la puerta.
─Cariño, ¿quién es este joven? ─entró mamá cargando las bolsas con su mano.
Si que me metí en un gran problema. ¿Qué pudiera decirles para no meterme problemas?
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Lo que siento por ti.
RomanceEmma Johnson, una adolescente con tan sólo dieciséis años, que después de pasar toda una vida trasladándose de ciudad en ciudad, tendrá que soportar otro cambio más en su vida. Aunque para ella, ya se ha hecho un ritual mudarse, ya no quiere seguir...