[PEYTON en multimedia]
LOUIS
— Perdona —me disculpo, porque con el señor que accidentalmente choco, me lanza una mirada de desaprobación y en serio luce como si se fuera a lanzar sobre mí por la forma en la que me mira. Entonces, acelero mis pasos para llegar más rápido en donde está ella.
Maldita sea, ¿por qué se le ocurre venir aquí, y justamente ahora?
La sigo, porque sé que no dejará de molestar hasta que consiga lo que quiere, como siempre lo hace.
Ella mandó a un mesero para que me diga que alguien me buscaba, con la excusa que ella se hizo pasar por "señorita Morgan". Cuando el chico me había dicho eso, primero pensé en mi mamá, pero ella no es exactamente señorita y entonces pensé en ella porque así había jugado conmigo por algunos cuantos meses.
Me estaba comenzando a fastidiar su juego. Llegué al estacionamiento del lugar y me paré para seguir su último rastro, porque la perdí de vista por un momento.
— ¡Ya basta, detente! —digo, prácticamente a la nada.
Camino un par de autos adelante cuando escucho su risa fastidiosa.
—Solías ser más divertido —habla con la voz chichona que la caracteriza—, y... juguetón.
— ¿Qué haces aquí? —pregunto, porque realmente no estoy para sus juegos ahora mismo.
— ¿No te alegras de verme? —dice—, porque yo sí.
—Pues, yo no lo hago.
En su boca se forma un puchero y es ahí cuando me fijo en cómo está vestida. Lleva puesto una blusa, si es que se le puede llamar así, que le va al cuerpo con el escote más ridículo que haya visto en toda mi existencia mientras llevaba un diminuto short con tacones altos, casi logrando llegar a mi altura.
Al parecer ella se percata de mis observaciones por lo que se apoya en el auto que está detrás de ella.
— ¿Te gusta cómo estoy hoy? —da media vuelta, dándome de vista su desnuda espalda. Ni siquiera tengo ganas de verla.
Vuelco mis ojos al cielo porque quiero que entienda de una buena vez que ya no siento nada por ella.
— Creí que había dejado todo claro aquella noche.
Yo me había encargado de decirle cada cosa en persona, diciéndole que ya no quería saber nada sobre ella.
— ¿Sabes? Te vi... —cuando se percata de que no sé a qué se refiere se aclara—. Vi cuando llegabas con esa zorra. Su cara se me hizo familiar, pero luego recordé de que todas las de su tipo tienen el mismo aspecto. ¿Por qué no abres los ojos?
Demasiado. Era demasiado. No podía dejar que hable así de Emma, pero tampoco podía mandarla a la mierda a ella, no era una opción.
—Deberías dejar de hablar cosas que no lo son —digo—, ¿por qué no lo entiendes? Deja de meterte en mi vida, y consiguete una tú misma.
—Sé que aún no me olvidas —ella habla, pero no estoy dispuesto a hacerle caso.
Estoy apunto de dar media vuelta cuando la escucho... : —Ella no sabe la manera en la me besaste esa noche, ¿o sí?
No más.
— ¡Maldita sea, Peyton! —estallo—. Tú me besaste y yo no hice nada, tú misma te me avalanzaste toda alcohólica.
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Lo que siento por ti.
RomanceEmma Johnson, una adolescente con tan sólo dieciséis años, que después de pasar toda una vida trasladándose de ciudad en ciudad, tendrá que soportar otro cambio más en su vida. Aunque para ella, ya se ha hecho un ritual mudarse, ya no quiere seguir...