Capítulo 12: Huracán. (Parte 3)

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Parte 4 de 6. ✿

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Vi las botas de combate pasar frente a mis ojos nuevamente, aquellas que vi en mi sueño unas noches atrás, estaba arrastrando el cuerpo sin vida del abuelo de Joseph y lo tiraba junto otros, por un momento pensé que lo habíamos engañado pero no fue hasta que la mamá de los jóvenes se quejara por el inmenso dolor que crecía en ella luego de ver a su padre muerto que él se volvió a nosotros y apuntando su arma, asesinó a la mamá de los gemelos, una víctima más. Joseph no puedo evitarlo y fue en el momento que se levantó del piso y decidió pelear con este personaje que había entrado sin estruendo alguno pero luego desataría un huracán de sangre en este hermoso lugar que fue construido y diseñado por los más talentosos hombres hace décadas.

Me moví del piso para pararme pero Joseph me gritó que me mantuviese ahí. El misterioso hombre reposó su vista en mí por unos momentos, yo también lo miré pero aterrorizada, sus ropas ensangrentadas completamente, esa máscara negra en su boca, sus ojos cubiertos con esa pintura negra, su cabello bañado con sangre también y ese brazo... de metal, ese brazo de pesadillas, esa estrella roja ¿Qué significaba? Y luego vio a Joseph, este último se lanzó sobre él y consiguió quitarle el arma pero su rabia era tan grande, tan letal que un simple disparo no le bastaría para deshacerse del sentimiento que llevaba dentro, si lo asesinaba iba a ser a golpes a nada más. Lanzó el arma contra el suelo y se volvió para comenzar a pelear, el muchacho tierno y gentil de esta mañana se había convertido en otro. Caminó hacia él y le lanzó una patada al estómago, empujándolo tan solo unos centímetros, luego se abalanzó sobre el hombre, sus frentes se habían encontrado, el extraño golpeó a Joseph con la palma de su mano contra su oreja y ocupó la conexión de su antebrazo con su brazo para golpearlo en el cuello, empujándolo hacía atrás para luego tomarlo de la camisa y su pantalón por donde su rodilla, elevarlo y arrojarlo al piso. Joseph se levantó rápidamente, no se iba a detener hasta que el que mató a su mamá estuviese muerto, yo lo apoyaba porque después de todo era él o éramos nosotros.

No sabía que el que pronto sería mi novio supiese pelear tan bien, tenía una agilidad impresionante, creo que era mayoritariamente la adrenalina que corría por sus venas en ese momento de alta tensión, no le jugaba en contra, lo apoyaba, tenía las de ganar y yo creo en él. ¿Cómo podría ayudar a Joseph? Me sentía completamente desconcertada, inútil, tonta, también me preguntaba ¿Por qué nosotros? ¿Qué hemos hecho de malo? No somos una amenaza para nadie, me repetía esas preguntas una y otra vez. Estaba asustada, me sentía débil aparte de que podríamos morir en cualquier momento y no veía a Berta por algún lado. ¿Acaso ella está muerta también? Por favor que no sea así. No mi amiga. Luego y de la nada, alguien me tomó entre sus brazos y me levantó del piso, llevándome a un lugar "seguro", era el director de la facultad en la que estudio y por más que intenté pelear para que me dejase ahí y poder ver a Joseph, no pude detenerlo, me había escondido.

-¡Amiga! –sentí la voz de Berta quién se tiró sobre mí y me abrazó fuertemente. Estaba viva y lloraba a mares.

La abracé fuertemente también y descansé mi cabeza sobre su pecho, llorando fuertemente. ¿Acaso nadie iba a salvarnos? ¿Dónde estaban los policías? ¿Dónde estaba el "Gran Capitán América"?

-¡Vamos! ¡Encontré una salida!- un conocido amigo nos dijo exaltado ya que había corrido para encontrarnos luego de que se las diera de héroe y quisiera sacarnos a todos de ahí. Berta jaló de mí para llevarme con ella pero no lo consiguió, yo seguía viendo a Joseph pelear con el asesino, rezando para que se pudiera librar y venir a mí. Yo lo esperaría hasta el final. Por supuesto los que estaban refugiados ahí, arrancaron por sus vidas. El hombre con el brazo metálico había sacado un cuchillo con el cuál atacaba al más valiente de los gemelos.

El piso comenzó a temblar de la nada. Me cubrí la cabeza. ¿Terremoto? No. El gruñido de una bestia y el derribo de la pared que conectaba la entrada principal del teatro causaron esperanza en todos los restantes que nos encontrábamos ahí. Por un momento perdí de vista a Joseph para darme cuenta de qué era lo que estaba pasando. Los insólitos personajes que recién hicieron su entrada triunfal... ¿Eran aliados? Tres a cuatro hombres voladores, dos mujeres, una bestia verde, un hombre con un arco y flechas y... ¿El Capitán? Ahí fue cuando supe que venían a salvarnos. Miré rápidamente a Joseph, el sostenía el cuchillo en el cuello del sicario y forcejeaba para enterrárselo en el cuello. ¡Vamos Joseph! La esperanza volvió a mí incluso luego de toda la conmoción vivida. Pero como tragedia griega... El ensangrentado parricida se zafó de los brazos de Joseph y comenzó a golpearlo fuertemente en la cara para luego subirse sobre él y clavar el cuchillo con rencor en el pecho de Joseph y luego deslizarlo hasta su abdomen, dejándolo desangrarse.

-Da la cara, maldito idiota... -Joseph con todas las fuerzas que le quedaban le quitó la máscara al sanguinario. Yo corrí hasta ellos gritando desesperada mientras lágrimas caían de mis mejillas pero me detuve en seco.

"Mucho gusto, James Ba..." fueron las primeras palabras que _____ recordó al ver a James Buchanan Barnes levantándose del suelo luego de que éste asesinara a sangre fría a Joseph Franchino, el chico de los cabellos dorados. El tiempo la transportó a esa noche en el Lincoln Center cuando sus amigos y ella atendieron a la exhibición del Capitán América, Steve Rogers y ésta por primera vez lo vio, el joven de la mirada perdida. El joven que ella creyó un héroe. Pensó que lo que recién experimentó no era posible porque al recordar las palabras de Berta no quiso creer que él estuviese vivo, no después de tanto tiempo, ni mucho menos quiso pesar que era él quien la había atormentado en aquel oscuro callejón días atrás y se había apoderado de sus pesadillas. ¿Cómo era posible? Su mente se volvió como un interminable juego de ajedrez o el más agotador juego de sudoku. Sus manos fueron a la cabeza y la apretó fuertemente mientras sus dedos tiraban de su cabello. La joven de veintiún años corrió hacía el cuerpo sin vida de Joseph y lo abrazó fuertemente contra ella, su hermoso vestido no demoró en empaparse de sangre. Bucky se había apoderado de su arma nuevamente y estaba dispuesto a jalar del gatillo.

-Eres un monstruo, James Buchanan Barnes.- la mirada llena de odio de _____ se posó sobre la de Bucky, desafiante, mientras pronunciaba cada palabra con rabia, tristeza, decepción y dolor. No le importaba morir, las cosas lentamente perdían sentido. Alguien había estrujado su corazón a más no poder y estaba acabada.

Escuchar ese nombre retumbar en sus oídos nuevamente luego de tantos años despertó parte de Bucky quien luego soltaría el arma y miraría a su alrededor, notando todo lo que había pasado, las personas fallecidas, los vengadores batallando contra los terroristas, otra gente escapando, era todo un escenario. Luego volvió a mirar a la joven quien, por la conmoción, se había desmayado.

Este capítulo ya había terminado.


De papel y estrellas fugaces (Bucky Barnes y tú) (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora